Adiós, Don Fabio
El italiano anunció su retiro a fin de año y deja atrás una gran carrera con más de 400 victorias, siendo referente de la actual camada de su país y con un curioso frente a frente ante Nadal.
Fabio Fognini dejó su huella en el circuito. De eso no hay dudas. Carismático, talentoso, pasional. Lo hizo a fuerza de grandes partidos, victorias memorables y un tenis de alto vuelo. Y también por sus discusiones, exabruptos y polémicas. ¿Qué pesa más? Qué importa. Es todo, el paquete completo. El que ganó en Montecarlo cuando pocos lo tenían en el radar es el mismo que fue sancionado por conducta antideportiva en el US Open, con tres infracciones, incluida la utilización de lenguaje misógino hacia una árbitra. Es Don Fabio: el desfachatado y, por momentos, arrogante en la cancha, que convive con el romántico que conquistó el corazón de Flavia Pennetta. Lo vamos a extrañar.
Su decimoctava participación en Roma fue el escenario ideal para anunciar su decisión. Al mismo tiempo que, a pocos pasos, se desarrollaba el cónclave para elegir al nuevo Papa, Fabio comunicaba que no volvería nunca más al Foro Itálico en calidad de jugador. “Desde niño venía aquí para ver a los grandes jugadores. Creo que es un buen momento para despedirme de esta hermosa ciudad”, dijo antes de enfrentarse al británico Jakob Fearnley en primera ronda. Ese encuentro quedará en la memoria como su última función en Roma. No habrá más bailes para Fabio, quien —guiño al destino y mostrando su faceta polifacética— el año pasado participó del ciclo televisivo Ballando con le Stelle, la versión italiana de Dancing with the Stars.
Atrás queda una carrera de altos y bajos, tal vez algo subestimada. El extenso recorrido de Fabio, que tuvo como momentos cumbre su ingreso al Top 10 y el título en Montecarlo en 2019, sirvió de ejemplo y punta de lanza para una camada que hoy brilla y ya comenzó a superar sus registros. Jannik Sinner y Lorenzo Musetti, sin ir más lejos, crecieron viendo a Fognini dibujar victorias y levantar trofeos alrededor del mundo. “Quiero dar espacio a los jóvenes, es justo que sea así. He tenido una carrera maravillosa y soy feliz, pero como todo en la vida, tiene un principio y un final”, resaltó Fogna, el único italiano en superar las 400 victorias (426 en total) en el circuito.
“Me gustaría ser recordado como alguien que mostró pasión, a veces demasiada pasión, en la cancha. Así era yo: sentía mi trabajo, sentía el tenis, lo llevaba en las venas”.
Esa pasión lo elevaba al máximo en sus partidos. Cuando el duelo tenía un condimento especial, el juego de Fabio florecía. La fogosidad brotaba por sus poros. Y la emoción traspasaba la cancha. Contagiaba. La multitud se subía a un intenso frenesí. En 2015 nos regaló tres de esas funciones con Rafael Nadal como némesis: en Río de Janeiro, Barcelona y Nueva York. Aprovechó una temporada algo irregular del español (que, de todas formas, terminó con tres títulos y 61 victorias) y se convirtió en un villano perfecto. Incluso podría pensarse que fue una de las excusas que motivaron a Rafa a reencontrarse con su versión extraterrestre.
El primer cara a cara de ese año —ya se habían enfrentado en el pasado, siempre con triunfos para el español— fue en las semifinales de Río de Janeiro. Nadal venía de caer en cuartos de final del Abierto de Australia ante Tomas Berdych y llegaba al polvo de ladrillo con la intención de renovar el título en tierras cariocas y seguir agrandando su leyenda sobre la superficie. Fognini, en cambio, había caído en el debut en Melbourne y en cuartos de final en San Pablo. Nada hacía prever lo que estaba por suceder, mucho menos después de un lapidario 6-1 en el primer set. Pero entonces arrancó el show. Se encendió con el público, su tenis se potenció exponencialmente y hubo lugar para la reacción. “Estoy muy feliz porque jugué contra el mejor del mundo en esta superficie. Estaba en un momento muy duro de mi carrera, no venía jugando bien, pero el trabajo dio sus frutos”, decía Fogna, que luego caería en la final ante David Ferrer.
Unos meses después llegaría la revancha. Esta vez, en el patio de la casa de Rafa. En el Conde de Godó de Barcelona, donde hoy la cancha central lleva su nombre gracias, en parte, a ser el máximo ganador de títulos del torneo, con doce. La ronda, octavos de final. Y Fabio llegaba nuevamente de capa caída, con una marca de 1-5 desde Río. Sin embargo, tener a Nadal otra vez del otro lado de la red lo encendió. Y el español —que venía de consagrarse en Buenos Aires y hacer semifinales en Montecarlo— lo sufrió. Fognini se quedó con la victoria en sets corridos y se convirtió en apenas el quinto jugador en haber derrotado al zurdo de Manacor sobre arcilla en más de una ocasión, junto a Gastón Gaudio, Roger Federer, Novak Djokovic y David Ferrer.
“Es uno de los mejores jugadores del mundo sobre polvo de ladrillo. Es un jugador bastante completo, muy rápido y capaz de tirar golpes ganadores desde cualquier lugar, tanto de derecha como de revés”, decía Nadal, rendido a los pies de Fabio. Y, como yapa, dejaba una de sus frases más recordadas en medio del vendaval de dudas que lo rodeaba tras alcanzar apenas los cuartos de final en Indian Wells y la tercera ronda en Miami: “Viniendo como venía de Montecarlo, esto es un golpe para mí. Queda aceptar o morir. Tengo que aceptar que he tenido un mal día y debo trabajar para darme oportunidades en el futuro. La situación de altibajos que vivo desde que volví de las lesiones tiene que llegar a su fin. Esta era una oportunidad para consolidarme”, señalaba, tras finalizar el partido con 30 errores no forzados.
Capricho del destino, el futuro le daría una nueva chance frente a Fognini. Esta vez, en un escenario mucho más grande: el US Open. Nadal llegaba a los tumbos, con una temporada irregular y la sensación de estar en deuda tras caer en cuartos de final en Roland Garros y en segunda ronda en Wimbledon. Los títulos en Stuttgart y Hamburgo —con victoria ante el propio Fognini en la final— eran el contrapeso que sostenía su ilusión. Y el duelo comenzó a puro festejo para el español, que tomó el control con un 6-3 y 6-4. Hasta ese momento, Rafa nunca había perdido un partido (151-0) tras ir arriba dos sets a cero. Pero apareció Don Fabio en la noche neoyorquina.
Una serie de puntos espectaculares y la ovación de un Arthur Ashe repleto —aún sin techo retráctil—, con ganas de que la jornada no terminara, encendieron la llama del italiano. Y Fognini lo dio vuelta: se quedó con el tercero, el cuarto y el quinto set. 3-6, 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4 fue el código de victoria para Fabio, que se convirtió en el tercer jugador en vencer a Nadal al menos tres veces en un mismo año, junto a Federer y Djokovic. Pero, como cada vez que lo derrotó en aquella temporada, la derrota llegó en la ronda siguiente. Una especie de maldición. Feliciano López lo eliminaría en tres sets.
La que no viviría ninguna maldición ni salida prematura en ese US Open sería su novia —y actual esposa— Flavia Pennetta. Aunque sí tendría una despedida. De las más curiosas y memorables. La italiana sorprendía al mundo al anunciar su retiro inmediato desde la mismísima cancha central, con la copa de campeona aún en la mano, minutos después de ganar su primer título de Grand Slam. Había otros planes en el horizonte. En 2016 se vendría el casamiento, y poco después, en 2017, el nacimiento del primero de sus tres hijos: Federico, en homenaje al extenista Federico Luzzi, amigo de la pareja, fallecido a los 28 años por una leucemia fulminante mientras aún estaba en actividad.
“Tengo casi 38 años y una familia preciosa. Ella (Flavia) ha estado ahí durante toda mi carrera. Especialmente en los últimos años, que han sido muy duros. Ahora es el momento de darles todo mi apoyo”, explicó Fognini, quien además es padre de dos hijas: Farah y Flaminia. Todo con F, como Final de Champions League. ¿Y qué tiene que ver eso con todo esto? Sucede que, hace dos años, Fognini se saltó un control antidoping y las versiones —desmentidas por él— apuntaban a que se había trasladado a Estambul para ver la final entre el Manchester City y el Inter, club del que es hincha. Esta vez, el 31 de mayo, podrá viajar sin inconvenientes a Múnich para presenciar el duelo entre el Nerazzurro de Milán y el PSG.
Empieza otra vida. Hoy, ubicado en el puesto 107 del ranking mundial y con 426 victorias sobre sus espaldas, tomó tal vez la decisión más difícil de todas. Sólo queda decirle una cosa: gracias por todo, Don Fabio.