La escuela argentina: sus entrenadores dominan América
Cerramos el especial de Libertadores con el dominio argentino en el mapa sudamericano. Consultamos a diferentes protagonistas para explicar los motivos detrás del fenómeno.
“En Argentina -explica el entrenador español Miguel Ángel Ramírez- hay una sensibilidad distinta por el juego y por la formación en el juego. Creo que es mayor que en otros países. Cuando hablo de sensibilidad, hablo de querer entender la complejidad del juego, de todos los elementos que conforman el juego. Hay un amor diferente por el juego. Eso hace que se desarrollen muchos más entrenadores”.
La estadística es elocuente. De los 32 equipos que juegan la fase de grupos de la Copa Libertadores 2025, 17 son dirigidos por entrenadores argentinos: Marcelo Gallardo (River), Gustavo Costas (Racing), Eduardo Domínguez (Estudiantes), Omar de Felippe (Central Córdoba), Guillermo Barros Schelotto (Vélez), Luis Zubeldía (Sao Paulo), Juan Pablo Vojvoda (Fortaleza), Martín Palermo (Olimpia), Pablo Sánchez (Liga de Quito), Jorge Almirón (Colo Colo), Flavio Robatto (Bolívar), Javier Gandolfi (Atlético Nacional), Guillermo Farré (Sporting Cristal), Fabián Bustos (Universitario), Diego Martínez (Cerro Porteño), Néstor Gorosito (Alianza Lima) y Gustavo Álvarez (Universidad de Chile). Sergio Aquino, técnico de Libertad, podría ser considerado el número 18: nació en Argentina pero representó durante toda su vida a Paraguay.
El protagonismo argentinos se extiende a las Eliminatorias Sudamericanas, donde ocho de los diez seleccionados nacionales son liderados por técnicos nacionales. El fenómeno no es nuevo, pero nunca fue tan abrumador. ¿Qué explica este dominio en los bancos de suplentes? No existe una única respuesta.
Para Diego Huerta, actual secretario técnico de Cerro Porteño, una necesidad histórica impulsó el estudio pormenorizado del juego: “A diferencia de Brasil, donde los jugadores solían destacarse por su talento técnico natural, en Argentina —sin dejar de tener futbolistas técnicamente dotados— históricamente no se alcanzó ese mismo nivel de excelencia individual. Eso obligó a pensar el juego desde otro lugar: a desarrollar estrategias más complejas y a buscar cómo mejorar la competitividad colectiva. Esa necesidad, a su vez, estimuló y enriqueció el pensamiento futbolístico”.
Rafael Romo, héroe de la selección de Venezuela que compite por entrar al primer Mundial de su historia con el argentino Fernando Batista como entrenador, reconoce esa influencia histórica en el ámbito internacional: “Tienen una gran escuela. Hay grandes entrenadores argentinos que en la historia han ido inspirando a las nuevas generaciones y eso hace que los entrenadores argentinos estén por todo el mundo”.
“El nivel de debate en torno al juego que se dio en el Río de la Plata, incluyendo también a Uruguay, es muy difícil de encontrar en otras partes del mundo -precisa Huerta-. Podemos hablar de los austrohúngaros del Danubio en el siglo XX, de la escuela holandesa, de los españoles o portugueses más recientemente, pero si miramos a lo largo de más de un siglo, lo que sucede en esta región es inigualable. Esa tradición de discusión permanente sobre el fútbol genera una percepción muy profunda sobre la riqueza del juego. Y de ese debate constante nacen estrategas y entrenadores con una mirada analítica, capaces de pensar cómo ayudar al equipo desde afuera. Por eso en Argentina hay tantos grandes maestros del juego, muchos de los cuales llevan décadas teorizando y reflexionando sobre el fútbol”.
Las posibilidades que el fútbol argentino le otorga a sus entrenadores son infinitas. “En el fútbol argentino tenés un montón de espacios para que hayan entrenadores, a lo largo y ancho del país. Y eso es una cantera, no solo de jugadores, sino también de entrenadores, a sus diferentes niveles. Tenemos varios casos de entrenadores regionales que ni siquiera pasan por el fútbol profesional de AFA, y se van a dirigir a otras partes y hacen muy buenas carreras. Eso también da lugar, como da lugar a la formación de jugadores”, agrega Huerta.
El caso de Flavio Robatto, quien encabeza una revolución con su Bolívar en Bolivia, es un ejemplo: antes de emigrar, dirigió en el ascenso más profundo del fútbol nacional. El propio director técnico ofrece su respuesta: “Creo que somos muchos argentinos, primero porque hay mucho entrenador argentino. Segundo porque creo que hay una característica que nos marca, que pienso al haber conocido a muchos y al haber trabajado con otras nacionalidades. Nos caracteriza, nos define y nos diferencia un poquito la pasión que tenemos. El enamoramiento que tenemos de lo nuestro, de nuestro equipo, hace que tengamos un plus”.
Ramírez, quien en sus días en Ecuador levantó la Sudamericana ante Colón en la inolvidable final de Asunción, profundiza en las virtudes argentinas: “Demuestran capacidad de liderazgo, no solo a nivel de jugadores, plantilla, sino también a nivel de club. Suelen ser personas con capacidad de liderazgo, de aunar voluntades, en los clubes para persuadir, para que la gente de los clubes, directivos, empleados, auxiliares, le sigan”.
Para Fernando Batista, actual entrenador de la Vinotinto, es indispensable la competitividad: “Nuestra preparación viene desde muy chiquitos. La mayoría que son entrenadores y han jugado no entienden la locura y la competencia que traemos los argentinos desde los cinco o seis años que empezamos a jugar al fútbol. Esa competitividad que tenemos desde muy jóvenes, lo curioso que somos de querer ser siempre los mejores, tratar de competir al máximo nivel. El mensaje de que no hay imposibles en el fútbol. Y eso es una de las cosas que la gente del exterior piensa sobre los entrenadores argentinos. Somos muy competitivos. Trabajar trabajamos igual que todos, porque todos los entrenadores del mundo trabajan a su manera. Pero en la competencia, en siempre querer lograr algo, en eso si somos bastante buenos”.
“También hay un factor numérico y matemático -aporta Huerta-. Si Argentina es uno de los países que más jugadores exporta a nivel mundial, cuando se retiran el día de mañana, tienen el ser entrenadores como una salida laboral potable. Tu universo de ex futbolistas es muy, muy amplio, mucho más que los de otros países”.
Ramírez, de último paso por el Zaragoza español, conoce al detalle el mapa internacional: fue campeón de la Copa Sudamericana con Independiente del Valle, dirigió en Brasil, en Estados Unidos, en Qatar y en su país. Trotamundos, reconoce en sus colegas albicelestes una virtud: “Tienen menos miedo a salir de su país que otras nacionalidades. En España, por ejemplo, ahora está cambiando un poco, pero la mayoría de los entrenadores españoles solo quieren entrenar en España. Tienen miedo a salir. Creen que como España no van a estar en ningún lado y eso en Argentina no se piensa. También han sucedido una serie de acontecimientos en el fútbol argentino, a nivel de gestión y económicos, que hacen que el entrenador argentino quiera salir e irse a otros mercados. Eso es un factor determinante”.
“El fútbol argentino es tan grande -concluye Huerta- que dio lugar a corrientes de entrenadores dentro del mismo futbol. No hay una escuela argentina: tenés vertientes muy marcadas de perfiles y de sucesores, de líneas y debates. Eso habla de su riqueza. En esa riqueza, en el espacio que tienen los entrenadores en Argentina, y con nuevos mercados que aparecieron como seductores desde lo económico, tienen que ver con que tengan mucho éxito afuera”.