Corazones latiendo = sueños vigentes
A los 45 años, Cristian Campestrini sigue atajando, en gran nivel y levantándose cada mañana con las ganas de un joven que recién inicia. Una historia rumbo a un récord.
El avance de la esperanza de vida a nivel mundial creció a pasos agigantados: llegar al medio siglo era el promedio en el mundo según la Organización de las Naciones Unidas. Ya para fines de 2022, la media se acercaba a los 72 años. Y la ONU anunció que para 2050 podría llegar a superar los 77. ¿Y la “esperanza de vida” de una carrera deportiva? Allí la medición cambia y hay casos que escapan de la norma.
Parte de los ojos del mundo futbolero se depositan en la primera edición del Mundial de Clubes que organiza la FIFA, evento del que ya hablamos en estas líneas. Por eso, nos escapamos un poco de la coyuntura tradicional para perseguir una historia particular. Algo así como la historia sin fin.
En la zona centro Sur de Chile está La Concepción de María Purísima del Nuevo Extremo, más sencillo: la ciudad de Concepción. A unos 450 kilómetros de Santiago, la tercera urbe más poblada del país vecino tiene una relación bien tradicional con el deporte en variedad de disciplinas. Hay opciones para todos los gustos. En el fútbol, el todavía joven Club Deportivo Universidad de Concepción (de agosto del ´94) es el que le abre la puerta al sueño del “viejito”.
El apodo con el que lo llaman cariñosamente los compañeros de vestuario enmarca la figura de Cristian Daniel Campestrini Ciladi. El arquero argentino sigue vigente a los 45 años, con las mismas ganas -o superiores-, que al inicio de su carrera, en busca de un ascenso y de récords que parecen imposibles de batir.
“La verdad que uno sigue en esta profesión porque la ama. Hace años vengo trabajando en un cuidado personal y el objetivo es llegar a lo máximo que pueda jugar un jugador, que es, obviamente, hasta que el corazón deje de latir, siempre digo lo mismo”, arranca el dialogo con Insiders y sigue: “Me levanto cada mañana con muchísimas ganas de seguir aprendiendo, de seguir mejorando en el arco”.
Campestrini inicio su carrera en Rosario Central y durante muchos años se destacó en el ascenso argentino. Digamos que, aquella frase de “el arquero se hace arquero después de comerse 100 goles” se traduce en la experiencia y la huela que dejaron aquellos años de esfuerzo en las combativas categorías del ascenso. El arribo a la Primera División lo encontró más maduro y de allí grandes temporadas que lo llevaron incluso a estar en la consideración para defender el arquero de la Selección Argentina.
¿Se le puede poner una cifra al objetivo final de la carrera del arquero argentino? “La verdad que es uno de los objetivos que tengo hace muchísimos años de llegar a cumplir el objetivo de llegar hasta los 47, 48 años”, anuncia el ex arquero de Almirante Brown. Las ganas son el motor y lo explica: “Hoy, con 45 años, me encuentro mucho mejor en lo físico, en lo mental, que hace 10 años atrás, que estaba en un gran momento en Arsenal. Tengo muchísimas ganas de, cuando termina el entrenamiento, volver al otro día, seguir compartiendo un vestuario, seguir aprendiendo, seguir mejorando”.
Cristobal Zambrano es uno de los grandes prospectos de las divisiones inferiores de Universidad de Concepción. Tiene apenas 16 años y ya fue citado para jugar en el primer equipo. La distancia con los hijos de Campestrini es mínima: Catalina tiene 15 años y Valentín 11. Ambos viven en Argentina y visitan constantemente a su padre. La aventura en el extranjero del arquero es escoltada por la compañía innegociable de Carito, su pareja. “Hoy a una escuela diferente: la de los jóvenes de hoy a la que nosotros vivíamos cuando subíamos a un plantel de primera. Antes era mucho respeto, antes era muy diferente, no tenía esos beneficios que hoy tiene el jugador de fútbol. Antes no había esa cercanía que hoy se puede compartir con un chico de 17, 18, 20, 21 años”, marca el arquero para revelar como es la convivencia en el vestuario ante la distancia de edad.
Volvemos al Mundial de Clubes: en la primera edición de este evento, 21 de los equipos utilizaron arqueros titulares que superan los 30 años. Los otros once equipos, sólo dos tuvieron arqueros de menos de 25 años. La media total es de casi 32 años. Obviamente, en sintonía con el mundo Campestrini resaltan los 44 años de Fabio, el arquero de Fluminense que continúa mostrando vigencia con grandes actuaciones. El particular Mamelodi Sundowns de Sudáfrica llevó cuatro arqueros, dos tienen 33 años y otro 40. En un fútbol dónde la precocidad parece no tener límites, el a veces ingrato puesto de arquero, parece escapar de la regla.
“Hoy el arquero es más técnico, el arquero tiene que ser un jugador más de campo y jugar con los pies. Hoy es un defensor más, hace años que se viene planteando estas cosas. Pero yo siempre digo lo mismo, porque soy de la vieja escuela, hay que sacar las que van adentro, eso es fundamental”, analiza sobre la evolución del puesto el arquero que tenía como referentes a Ángel David Comizzo y Germán Burgos. “La mentalidad es clave -sigue-, por caso, Emiliano Martínez está en un nivel extraordinario y creo que desde lo mental es el mejor arquero del mundo por varios kilómetros”.
Días atrás, Jorge Carranza, a los 44 años y 25 días, defendió el arco de Aldosivi en la clasificación ante Estudiantes de la Plata a los octavos de final de la Copa Argentina y se convirtió en el jugador más longevo en disputar un partido oficial con un club de Primera División. El antecedente era del recientemente fallecido Hugo Orlando Gatti, con 44 años y 23 días. Campestrini ya tiene 45 y si bien marca que el broche de oro en su carrera serían seis meses en Almirante Brown y otros seis en Arsenal, no tiene preferencias estrictas en elegir un mercado dónde ponerle punto final a su carrera.
Entre lagrimas y abrazado a su hijo Valentín que lo acompaña unas semanas en Chile, Campestrini ofreció una entrevista que rápidamente se hizo viral al anunciar su intención de superar al recordado arquero mexicano Conejo Pérez. El notable golero que defendió el arquero de México en dos mundiales, le puso punto final a su etapa profesional en 2019, con 46 años, cinco meses y 26 días. En el plano competitivo, el equipo marcha con un potable sueño de ascenso, ubicado en la tercera posición de la segunda división de Chile. “Es un grupo muy bueno, la mayoría jóvenes y un par que somos los grandes, entre ellos Osvaldo González, de mucha experiencia, que es el capitán y vamos atrás. Imaginate que cero ego, y por eso el día a día es brillante, seguimos soñando en esta profesión”, marca Campestrini.
Ya hemos hablado también en esta columna de la evolución en entrenamientos, cuidado personal y otras yerbas que permiten alargar la carrera deportiva de los jugadores. Pero, ¿qué pasa después? Campestrini parece tenerlo claro: “No me veo fuera del pasto ni loco, el día que no tenga esto, soga, un buen ladrillo y al riachuelo; ya no sirvo para otra cosa, desde los 5 años estoy ligado al fútbol y por eso ya tengo el título de entrenadores de arqueros que hice el año pasado”.

Mientras los sueños sigan vigentes y la llama viva, la “esperanza de vida” del deportista podrá alargarse. Y en el durante, el disfrute, del momento individual, del pasar grupal y del sinfín de anécdotas que dejan tantos años en actividad. Campestrini jugó en el Cancún FC (“fui una sola vez a la playa”, cuenta) y defendió la camiseta de la Selección Argentina en la época de Maradona DT.
El mismo que le pateaba tiros libres en las prácticas ante la incredulidad del arquero, que no podía creer el lugar que ocupaba a base de esfuerzos y buenas actuaciones. El mismo Maradona que lo invitó a ser parte de un curioso proyecto en Bielorrusia que luego quedó trunco y con el arquero colgado. “Fue una etapa difícil, pero necesaria para confirmar mis ganas de seguir y al final quedó en una anécdota”, marca con una sonrisa el arquero no se detiene. En busca de un sueño. El de seguir haciendo y disfrutando, que no es poco.
Es bueno recordar aquellos futbolistas contemporaneos que alguna vez vimos desde la tribuna y que hoy, con mas experiencia, siguen ocupando lugares destacados. Muy buen hallazgo y por ende, muy buena nota.