El método Alcaraz
Lejos estamos de discutir sobre su potencial o juzgar qué hace de su vida. Pero sí ponemos sobre la mesa su escenario actual para que cada uno saque sus conclusiones.
Partimos de una certeza: Carlos Alcaraz no jugó en Madrid por una lesión. Las secuelas físicas que le dejó su participación en Barcelona, donde cayó en la final ante Holger Rune, pusieron un stop a su temporada 2025. Problemas físicos —en los isquiotibiales y en la ingle de la pierna izquierda— lo sacaron del circuito, algo recurrente en su carrera, aunque sucede por primera vez en este año.
"Hay que escuchar al cuerpo", destacó Alcaraz al anunciar su baja en Madrid. "Creo que voy a estar seguro en Roland Garros y voy a intentar hacer todo lo posible para estar en Roma", explicaba el español, que durante sus días en Madrid no pisó una cancha y se limitó a cumplir compromisos comerciales: presencia en la entrega de los Premios Laureus, presentación de su documental en Netflix, participación en un evento de una empresa de la cual es embajador y un recorrido por varios programas televisivos. "Tanto ajetreo en estos días no ha ayudado para la lesión", se sinceró, de todos modos.
No vamos a patearla al córner. De Alcaraz se habla tanto de su espectacular nivel como de su fragilidad física. El español tiene una historia clínica bastante cargada, considerando que aún tiene 21 años. Repasemos: a las lesiones actuales se le pueden sumar problemas previos en la zona lumbar, en el pie izquierdo, en el antebrazo —la que más inconvenientes le trajo—, en la mano izquierda, esguinces, desgarro abdominal, desgarro en un cuádriceps, molestias en un aductor y fatigas musculares. Es mucho.
Es cierto: Alcaraz rápidamente podría jugar su as bajo la manga. La cantidad de éxitos que cosechó a lo largo de estos seis años en el circuito es impresionante: 18 títulos, 4 Grand Slam, 6 Masters 1000 y una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París 2024. Además, ostenta una infinidad de récords por su precocidad, incluyendo haber llegado a la cima del ranking ATP antes de alcanzar las 90 victorias en su carrera. Pero que el árbol no tape el bosque.
“No estoy obsesionado con ser el mejor del mundo. Fui número uno hace unos años, y era feliz. Ahora soy el número tres, y soy igualmente feliz”. Su filosofía también dice mucho. Y él no la esconde. Siempre fue directo, sin vueltas, y contó entretelones de su vida cotidiana. Ahora incluso abrió por completo esa puerta al lanzar un documental mostrando intimidades de su vida, su familia y su grupo de trabajo, con aspectos positivos y negativos. Y no dudó en cómo llamarlo: A mi manera.
“Mi manera es una manera distinta a la de los demás. Creo que se ve en el documental, en aspectos donde opinamos diferente, ya sea con Juan Carlos (Ferrero) o con otro miembro del equipo. Yo lo quiero hacer a mi manera: si lo consigo, pues bien, y si no lo consigo, también”, remarcó Alcaraz. “Ya veremos en el futuro si cambian las cosas, pero de momento voy a seguir este camino”.
La mochila con la que debió cargar —que aún lleva puesta y que seguirá colgando por la eternidad— de ser el sucesor de Nadal tampoco la esconde en lo más mínimo. Es el propio Alcaraz quien le da luz en el documental y es más que claro a la hora de marcar diferencias. No soy Rafa es el nombre que escogió para el segundo capítulo, en el que habla de la importancia de su salud mental y de la necesidad de sacarse el tenis de la cabeza de a ratos. Allí cuenta de sus ya conocidos viajes a Ibiza, pero otorga un plus: su palabra sin vueltas y la opinión abierta y frontal de su equipo.
La historia hace base en los días que pasó en la isla tras caer ante Novak Djokovic en las semifinales de Roland Garros 2023, partido en el que, superado por la presión del momento, Alcaraz sufrió calambres en el tercer y cuarto set. “A ver, en Ibiza… no te voy a engañar. Es fiesta y salir. Fui ahí a reventarme. No sé si está bien decirlo de esa manera, pero fui a salir. Yo lo aprovecho al máximo”, resaltó el español.
Su agente, Albert Molina —uno de los primeros en recibir el aviso del viaje a Ibiza—, trató de impedir de buenos modos esa excursión. Y no hubo caso. “Intenté explicarle que quizá no fuera buena idea ir a Ibiza tres o cuatro días de vacaciones cuando tenía Queen’s la semana siguiente y luego Wimbledon”, señaló. En la misma línea se mostró Alberto Lledó, su preparador físico: “Puede salir de fiesta si quiere, puede escaparse. Pero que no lo haga antes de prepararse para un Grand Slam”.
Lo cierto es que Alcaraz fue a Ibiza, se “reventó” y, a la vuelta, hilvanó 12 victorias consecutivas sobre césped para alzarse con los títulos de Queen’s y Wimbledon. Y con triunfos de calibre: De Minaur, Dimitrov, Berrettini, Rune, Medvedev y Djokovic, entre otros. Es verdad también que en esa gira su primer duelo fue con muchísimo susto: set abajo y break en contra en el tercer set frente al francés Arthur Rinderknech antes de su victoria por 7-6 en el decisivo. Imposible aventurar qué hubiese pasado en caso de perder ese partido ante el galo, pero la duda la tendremos siempre.
“No digo que ganase por la fiesta, pero me fueron bien esos días. Y si las cosas van bien, tengo que repetir”, marcó Alcaraz, quien más de una vez destacó que sus escapadas a Ibiza son determinantes para rendir después sobre la cancha.
Un año después, luego de su título en Roland Garros 2024, Carlitos repitió la fórmula y se fue a relajar unos días a Ibiza. Al regreso, duro golpe en la segunda ronda de Queen’s ante un Jack Draper que por entonces estaba fuera del Top 30. Sin embargo, unos días después volvería a celebrar, con la consagración en La Catedral de Londres tras derrotar en la final a Novak Djokovic en tres sets.
No obstante, su fisioterapeuta Juanjo Moreno no duda: “Está siendo egoísta en el presente con su futuro”.
La historia también traspasó su equipo y fue su compatriota Roberto Bautista Agut quien habló al respecto tras ser consultado en Madrid: “Yo creo que el tenis de máximo nivel demanda mucho. No creo que Carlos vaya a ganar Grand Slams acostándose a las siete de la mañana. El tenis es muy exigente, ahora es todo muy bonito, es muy joven, pero tiene que ver que, si quiere igualar los números de los tres cracks, tiene que jugar quince años a gran nivel. Lo considero una persona inteligente, seguro que poco a poco se irá dando cuenta de lo que necesita para estar a ese buen nivel y lo implementará”.
Y el propio entrenador de Alcaraz, Juan Carlos Ferrero, no está muy lejos de lo que piensa Bautista Agut. “Es tan diferente a Djokovic que me hace dudar de si realmente puede ser el mejor de la historia. Si tú te vas seis días a Ibiza y sales todos los días, cuando vuelvas al séptimo pues has hecho de todo menos descansar. Yo creo que las desconexiones están bien, pero una pequeña parte de tu cabeza te tiene que recordar que eres tenista… Carlos ve que, si no lo hace, no está fresco de cabeza. Está esa pelea entre lo que necesito y lo que tengo que hacer”.
Está claro que es Alcaraz quien maneja su hoja de ruta. Con aciertos y errores. Los resultados lo avalan, ciertamente. Pero las lesiones, sin dudas, son un tema que preocupa en su círculo íntimo. También mucho se habla —y habla él, especialmente— del calendario ajetreado y la falta de descanso, pero el contrapunto de Ibiza en plena temporada y la cantidad de exhibiciones que juega no ayudan al caso. Por ejemplo, de octubre a febrero, el español disputó partidos por fuera del circuito en la Six Kings Cup de Arabia Saudita, Puerto Rico, Charlotte, Nueva York y Melbourne. Y los torneos que se pierde son importantes. Este año ya se bajó de Madrid; en la temporada pasada se ausentó en Montecarlo, Barcelona y Roma; en 2023 no estuvo en el Australian Open ni en Montecarlo; en 2022 volvió a perderse el M1000 italiano y el Masters de fin de año; y en 2021 tuvo que retirarse en pleno US Open. Bastante caro.
“No me cuido tanto, paso muchos días disfrutando de la vida. Quizás más de lo que debería. Pero quiero hacerlo a mi manera”.
Firma: Carlos Alcaraz.