El sueño americano
Shelton pasó de 0 a 100 en apenas dos años. Marketinero, juego vistoso, familiero y, sobre todas las cosas, estadounidense. Un combo ideal para la ATP, que lo estaba esperando con brazos abiertos.
Pase Señor Shelton, lo estábamos esperando. La irrupción del flamante campeón del Masters 1000 de Canadá es aire fresco para el circuito. Marketinero, un juego vistoso y explosivo, familiero al mango y, sobre todas las cosas, estadounidense. Un combo prácticamente ideal para la ATP, que lo estaba esperando con brazos abiertos para ser el tercero en discordia entre Jannik Sinner y Carlos Alcaraz. ¿Le dará la nafta al bueno de Ben?
Hace apenas dos años y medio era un desconocido para el circuito de élite. Hoy ya lo tiene como N°6 y como uno de los grandes candidatos al título del US Open, algo que un local no logra en el cuadro masculino desde que lo hiciera Andy Roddick en 2003. Shelton está a años luz de ese jugador que hizo su aparición mundial en la gira australiana de 2023, saliendo a competir por primera vez por fuera de Estados Unidos y trepando hasta los cuartos de final en el Grand Slam de Melbourne. Ese mismo año trepó hasta las semifinales en el US Open, dando aviso que lo suyo iba en serio. Y en 2024 dio una verdadera prueba de autoridad con 21 años: se mantuvo entre los mejores. No tuvo actuaciones rimbombantes en los grandes torneos, pero siempre estuvo ahí: ganó un título, jugó una final y alcanzó dos semifinales, con más de 40 victorias en la temporada.
No estaba mal, pero se le pedía más. El riesgo a quedar sólo resumido en el chico del tremendo saque, el de la zurda potente y venenosa o el del festejo cortando el teléfono estaba ahí, a la vuelta de la esquina. Pero de la mano de su padre como coach, el extenista Bryan Shelton (N°55 del mundo en 1992), su tenis se siguió construyendo. "Es muy especial compartir estos momentos con él. Me conoce realmente bien. Creo que tomo bien las cosas de él porque respeto su carrera como jugador, lo respeto como entrenador y, obviamente, lo respeto como padre. Y él me respeta del mismo modo", señaló Ben sobre su progenitor.
No se durmió en sus 65 victorias universitarias jugando para Florida, con los títulos por equipos en 2021 y la consagración como singlista en 2022. Tampoco con pulverizar el ranking ATP ese año, saltando del 573° al 96° en doce meses; ni con coronarlo poco después en 2023 siendo el estadounidense más joven en alcanzar las semis del US Open en 20 años, derrotando a Sinner en Shanghai, ganando su primer título ATP en Tokio y metiéndose en el Top 15. Los buenos resultados ya no eran producto de su explosiva aparición. Eran producto de su evolución.
Este Masters 1000 de Canadá tal vez fue la muestra más grande de su crecimiento. No sólo por tratarse de su título más importante, sino por cómo lo logró. A su saque espectacular y su derecha punzante les sumó dos pilares fundamentales: su revés y la paciencia. Se trataban de sus puntos flojos, sus talones de Aquiles. Y Shelton los trabajó. Su golpe a dos manos está lejos de todas maneras de ser dominante, pero consiguió que no sea un agujero negro en su juego. Le otorga variantes, lo golpea con profundidad y le permite un tenis más prolijo. Y eso trajo de la mano un estilo más ordenado. Shelton ya no es un intento de winners desde cada sector de la cancha. Dejó de lado el todo o nada en cada impacto. Su intención, sobre todo en Toronto, fue elaborar más los puntos. La premisa fue cerrar a su debido momento con la derecha o con subidas a la red.
Es cierto que zafó fuerte en tres partidos, contra Flavio Cobolli, ante Brandon Nakashima y en la mismísima final frente a Karen Khachanov. Fueron tres partidos definidos en el tiebreak del set decisivo. Aunque eso también evidencia una fortaleza mental. Pero a su vez mostró victorias con holgura y una superioridad marcada ante Taylor Fritz y Alex de Minaur, los dos Top 10 que se le pusieron en su camino. La pregunta recurrente es si a este "nuevo" Shelton le alcanzará con eso cuando le toque medirse ante Sinner o Alcaraz. Y no es un capricho mencionar a los dos mejores ranking, sino que justamente ellos fueron los únicos que le mostraron la puerta de salida a Ben este año en Australia, Roland Garros y Wimbledon.
“Jugar en partidos consecutivos contra tenistas como Demon (de Minaur) y Taylor y tener tanto éxito en los intercambios largos me ha dado mucha confianza”, remarcó Shelton tras vencer a Fritz en las semifinales de Canadá. "Tuve un juego un poco más lento y pausado. He mostrado más un tenis de ataque de alta gama. Estoy muy contento de haber demostrado que, dependiendo de contra quién juegue, puedo hacer ambas cosas”, explicó Ben, dejando en claro que el jugador explosivo y repleto de tiros ganadores sigue conviviendo en su ADN.
Otro salto de calidad en el juego del estadounidense se dio en su devolución. Sus números subieron de manera exponencial a la hora de los quiebres. Sus porcentajes desde el resto en las últimas 52 semanas lo tenían cerca del top 50 en el rubro, con 27% en puntos ante un primer servicio, 46% ante el segundo y 17% de games ganados. En Canadá, en tanto, sus números se acercaron más a los de un Top 15 en el rubro, con sus picos ante Fritz (con 32%, 61% y 30%) y frente a De Minaur (34%, 52% y 33%).
“Es una sensación surrealista”, dijo Shelton. “Ha sido una semana larga, un camino difícil. Mi mejor tenis salió a la luz cuando más importaba. Fui decisivo, perseveré, fui resiliente. Todas las cualidades que me gusta ver en mí mismo”, señaló tras la consagración Shelton, quien se encuentra en el N°4 en la Carrera al Masters de fin de año en Turín. "La alegría que sentí no es solo por la victoria. Es por la gente con la que paso cada día. La gente que amo. La gente que me ama. La gente que lucha por mí y me respalda. Hay algunos aquí, hay muchos otros que no. Toda mi familia, especialmente mi mamá, mi hermana y mi novia. Ellos han estado conmigo cada día aunque no hayan estado físicamente aquí en Canadá", se explayó.
Y ese punto es clave en la construcción del personaje Shelton. El circuito lo sabe y se aprovecha a potenciarlo. Le saca jugo a la relación con su padre obviamente pero también a su noviazgo con Trinity Rodman, jugadora de la selección de fútbol de Estados Unidos e hija de la exestrella de la NBA Denis Rodman. Incluso exprimió hace unas semana la visita de su hermana a Wimbledon, algo con lo que Shelton actuó naturalmente hablando en las notas en pie de cancha y hasta se permitió jugar con que era su cábala y le solicitó al trabajo -lo cual fue concedido- unos días más de vacaciones para que se quedara en Londres junto a él.
Los gritos y festejos efusivos siguen estando. Y seguirán estando. Así como la muestra de simpleza a la hora de sacarse la foto de campeón en Canadá jugando a los ballboys y cediéndole el trofeo a uno de los chicos para que lo levante. Así es Shelton. Así son las dos caras de Ben. Lo que muestra y lo que es. Así lo marcaron varios de sus colegas, que lo tildaron como una persona humilde, simpática y predispuesta a colaborar en todo momento. Un chico con los pies en la tierra. Que da una imagen de soberbio y arrogante, pero que en definitiva es modesto. El ying y el yang. Como en su juego: el de los winners en todos los tiros y -ahora- el del tenis ordenado. Ben Shelton llegó para quedarse.