El tenis mental
El tenis es, tal vez, el deporte en el que más juega la cabeza. ¿Qué es tener mentalidad? Dos psicólogos nos invitan a navegar por la mente de los protagonistas.
“Estuve como en un bucle, perdido conmigo mismo durante un par de años sin encontrar el camino, sin entender qué hacer, ¿para qué? Suena un poco dramático o lo que sea, pero ¿cuál es la razón o el propósito de vivir? Una cosa es cuando pasa un mes, dos meses, tres meses, bueno, a lo mejor todavía tienes paciencia o algo así. Pero cuando sucede hace un año, dos años, tres años, cuatro años, cinco, y dura muchos, muchos años, en un momento es como si ya no lo pudieras soportar más”.
La declaración es tajante. Cruda. Y su dueño es Andrey Rublev, horas después de ganar en Doha el título N°17 de su carrera. Cualquiera que siga un poco el circuito sabe que el ruso es un jugador pasional y sentimental. Sus expresiones, reacciones y explosiones, a veces un tanto violentas con la raqueta o con su propio cuerpo, son algo cotidiano en sus partidos. Pero no siempre eso traspasa a su voz en la conferencia de prensa, que suelen ser pausadas, con respeto y un tono amigable. Sí es cierto que ya ha hablado en el pasado de su temperamento y de su salud mental, aunque esta vez fue un poquito más allá en su llegada a Dubai, para disputar el ATP 500 en el que terminó cayendo en su debut ante el francés Quentin Halys por 7-6 en el tercer set.
La cabeza en el tenis es vital. Todos juegan bien, todos tienen buenos golpes, todos están preparados físicamente para ser parte del circuito. La mayor diferencia suele ser mental. Y no sólo por cómo resolver un punto, diagramar una estrategia o encontrar el talón de Aquiles del rival. Si la mente está en otro lado, eso se traslada a la cancha. Sea profesional o juegue en la Cancha 3 del Club Ciudad de Buenos Aires. Así como pasa en el trabajo, en un grupo de amigos o en la familia. Es la vida. Todo se arrastra.
“Que tenistas de renombre puedan hablar de sus estados emocionales, de frustraciones y de las angustias que padecen por ciertos momentos me parece sano para ellos”, explica Sandra Ferro, Licenciada en Psicología, con una Maestría aplicada al Deporte de la UNED de España. “Es poder conectarse con su ser persona. A veces está tapada por el exitismo del deportista que quiere triunfar y eso puede costar caro, muy caro. Ninguno debería olvidar que primero tiene que lograr su mayor bienestar posible”, agrega Ferro, quien actualmente trabaja con tenistas Juniors en Tandil y Neuquén, con el fútbol juvenil en San Lorenzo, en el equipo de handball en Ferro y en hockey y rugby en Los Cardos de Tandil.
Sería injusto decir que Rublev es el abanderado de esta cruzada o el único que ha pasado este límite en sus declaraciones. En los últimos años hemos visto muchos, muchísimos. Naomi Osaka, Victoria Azarenka, Daniil Medvedev, Novak Djokovic y la lista podría seguir. Hace no mucho, en 2021, Mardy Fish abrió completamente su historia en un relato por momentos desgarrador en un documental biográfico. Incluso el estadounidense Noah Rubin, campeón de Wimbledon en Juniors en 2014, N°125 del mundo en 2018 y hoy con poca acción en el circuito, se sumergió en el tema y creó el muy recomendable blog y podcast “Behind the racquet” en el que los jugadores le cuentan -tal vez un poco más liberados por estar hablando con un colega y compañero de ruta- qué pasa por su cabeza.
Uno de los que participó como entrevistado en el podcast fue el argentino Federico Gómez, narrando su camino inusual dentro del circuito con paso previo por la Universidad de Louisville y el mundo de los negocios. Aunque no fue ahí donde abrió su mente, sino que lo hizo este sábado con un posteo en su cuenta de Instagram.
“Siento haber tocado fondo, pero a su vez quiero agarrarme de esta situación para agarrar impulso y empujarme hacia arriba para volver a salir a la superficie. No lo he podido hablar con nadie, así que busqué la mejor opción según mi parecer. Esto quizás tome por sorpresa a muchos pero el 2024 fue sin dudas el mejor año de mi carrera tenística, pero a su vez, el peor año en cuanto a lo personal. Los últimos 6 meses han sido de los más duros que me han tocado vivir como ser humano. Convivir con pensamientos de dejar el tenis por completo, de realmente cuestionarme si todo esto realmente vale la pena y hasta incluso en reiteradas ocasiones pensamientos suicidas de no querer vivir más y dejar este mundo (...) Todo esto no lo escribo buscando algún minuto de fama, sino que lo hago para que sepan y entiendan que todos tenemos luchas internas que estamos viviendo a pesar de no ser demostradas u ocultadas en el día a día”.
Duro, durísimo. Y muy parecido a lo que explicó hace unos días Rublev. Tal vez escuchar o leer lo que dijo Andrey hizo pensar a Fede Gómez que sincerarse es el camino. “Espero que después de abrirme un poco (algo que tanto me cuesta) pueda sentirme un poco mejor conmigo mismo y poder vivir un poco más en paz haciendo lo que amo que es jugar al tenis (...) Sigo buscando mi mejor versión. Trabajaré para buscar ese bienestar emocional que alguna vez sentí”, explicó.
También las distintas federaciones, obviamente, han tomado nota. Tennis Canada, con Bianca Andreescu a la cabeza, construyó el proyecto “Mental Timeout” en el que busca el bienestar mental y un entorno seguro saludable y de apoyo constante para sus jugadores. Incluso ha armado espacios, salas y grupos durante las semanas de los Masters 1000 y WTA 1000 de Toronto y Montreal para todos aquellos jugadores que quieran acercarse por curiosidad, inquietud o necesidad.
“Creo que hay un cambio social donde el hablar de lo que uno siente o le pasa no lo vuelve débil ni vulnerable. Eso capaz hace unos años no era así. Si un jugador hablaba de sus emociones era titulado de flojo. Hoy es al contrario. Hasta Rafael Nadal, en su momento, ha dicho en conferencias que le afectó en cancha la tensión, que se puso nervioso o que estuvo mal de la cabeza”, resalta el psicólogo Pablo Pécora, pionero en la Argentina y que trabajó con infinidad de deportistas y tenistas, desde Gastón Gaudio en la etapa de Roland Garros 2004 a Tomás Etcheverry, pasando por Guillermo Coria y Fabio Fognini, entre otros.
“Esto ya no lo toman como fragilidad en el circuito. Si lo ves a Rublev entrenando, con el nivel de agresividad que le impone, no decís ‘este muchacho es débil’. El problema que tiene es que tiene tanta agresividad que a veces la juega contra sí mismo. Pero, o sea, como competidor también te da un poco de miedo”, señala Pécora. “No está mal que hablen, que cuenten un poco lo que les pasa y de paso le muestran a los chicos qué les sucede a nivel emocional, que no es tan fácil competir”.
Por la misma línea se mueve Sandra Ferro. “En otras épocas quizás era más difícil poder hablar de esto, así que bienvenido sea todo aquel que quiera manifestar sus sensaciones, sus emociones y sus sentimientos. Eso no los hace débiles, al contrario, demuestra que son personas con una gran fortaleza, porque identificar lo que a uno le duele o lo que a uno le hace sentir mal no es un síntoma de debilidad, sino todo lo contrario. El tenis es un deporte tan mental como cualquier otro deporte. La persona, el deportista que juegue a lo que juegue no se saca la cabeza para jugar. Pero sí es cierto que en deportes como el tenis la cabeza si uno no la lleva para su lado es la peor enemiga. Entonces creo que es importante darnos cuenta que los deportistas puedan aprender a identificar cuáles son esas causas que a veces te generan distracción o te generan un pensamiento negativo”.
Los casos dentro del circuito se multiplican. Algunos llegan a salir a la luz por ser nombres rimbombantes, pero otros se mueven por lo bajo. Obviamente también pasa en Juniors. Por eso es tan importante la voz de la experiencia, de los especialistas en el área y de los jugadores. “Siento mucho respeto por tí. Escuchar todo esto realmente me mueve, yo sé cuán doloroso se siente. Esto solo te hará más fuerte al final del día. Estoy contenta de que te estés sintiendo mejor. Gracias por hacerlo público”, le escribió en redes sociales la española Paula Badosa a Rublev, contando también su propia experiencia: “Nunca me he avergonzado de decir que he tenido problemas de salud mental. Hoy, cuando pienso sobre eso y miro atrás, soy feliz por todo lo que he superado, porque eso me ha hecho la jugadora o la persona que soy. Una luchadora".
Hablar de una mente perfecta en el tenis es difícil. Habría que analizar varias aristas, circunstancias, reacciones y estar en el día a día. Saber qué pasa dentro y fuera de la cancha. Pero en esta época calculo que siete u ocho personas de cada diez aportarían un nombre: Rafael Nadal. Ahora, ¿por qué -y me incluyo- damos por hecho que el español contaba con una fortaleza mayor al resto?
“Porque piensa simple”, explica sin mayores vueltas Pablo Pécora. “El famoso jugar punto por punto, el ‘tengo que dejar atrás lo pasado, no puedo gestionar el futuro porque sino tratando de adivinar lo que va a pasar hacia adelante genero ansiedad’… Todo esto lo hace perfecto. Es una máquina conectada en el presente. Él tuvo por suerte al tío que tenía mucha claridad conceptual en cómo funcionaba su mente, porque creo que trabajaba más ahí que en su tenis, porque su juego era bastante normal al comienzo. Lo que pasa es que su mente no era normal, era un tipo que te peleaba un montón. Tenía un nivel de competitividad impresionante. Yo nunca lo vi fatigado, o por lo menos no se lo demostraba al rival. Iba perdiendo y se lo veía con una fuerza increíble, como que lo iba a dar vuelta. Y muchas veces lo logró. Partidos que decías no tiene por dónde, tenísticamente hablando, y él los terminaba ganando”.
Nadal tenía algo parecido a un don y lo supo aprovechar. Seguramente tuvo mil batallas internas, las cuales logró afrontar y sacar adelante. Y tal vez alguna que otra haya perdido. Pero siempre tuvo esa fortaleza interna y también externa, porque se animó a abrir las puertas de su cabeza a mitad de carrera allá por 2014 al diario El País con una gran entrevista que se tituló “En la mente de Nadal”, aprovechando una acción marketinera con un evento de poker. Una masterclass del periodismo. Bien gráfica.
Aún no se hablaba tanto de salud mental en el tenis. Pero Nadal habló. “En mi cabeza hay dudas siempre, ese es mi sentimiento”, contaba quien por entonces ya había conquistado 13 de los 22 Grand Slam que supo cosechar. Se ve que desnudarse mentalmente no fue ni es una debilidad. “No soy una persona segura de sí misma en ninguna cosa de la vida. Nunca he presumido de eso. Me cuesta mucho tomar decisiones… pero cuando juego, en los momentos importantes, tengo la determinación de hacer algo. Mi cabeza, en los momentos de presión, en los momentos importantes, me ha respondido bien la mayoría de las veces. Mi cabeza no me ha impedido hacer lo que yo creía que tenía que hacer: eso es lo que pasa cuando tienes nervios, cuando te supera la situación”.
El arquitecto de esa obra maestra fue el Tío Toni, quien en ese mismo artículo explicó: “Si a un niño le enseñas el drive, también le puedes enseñar la voluntad. La voluntad se educa”. ¿Pero es así? ¿Se entrena? Porque a uno se le puede explicar cómo salir de situaciones complejas, cómo manejar la intensidad a la hora de cerrar un partido o cómo sobrellevar un tanteador favorable o adverso, pero después hay que ponerlo en práctica. Y no es lo mismo, obviamente, que en la teoría.
“No quiero responder de manera general cosas que son particulares de los deportistas. A algunos jugadores les pasa y a otros no. Y tiene que ver con cómo regulen sus niveles de activación y cómo adopten las distintas técnicas, que por supuesto se entrenan, para transformar un pensamiento negativo en otro que los ayude a tomar la decisión de arriesgarse, de tener registro del biofeedback, que estamos en tensión, que se nos acorta el brazo, se nos entumecen las piernas y entonces estamos corriendo con menos agilidad y tenemos que darnos cuenta que tenemos que soltarnos un poco, relajarnos un poco, no dudar en aspectos que son claves. A veces también tiene que ver con esta adrenalina que se sostiene durante mucho tiempo. Uno se relaja y baja un poco el nivel de activación. Esto es dinámico, no se pueden establecer reglas generales. Tener la cabeza bien trabajada viene a sumar y potenciar las habilidades físicas y técnicas que es el bagaje con el que todos los deportistas se inician, no todos trabajan su cabeza, pero cuando la trabajan pueden lograr ese plus. Esto no es una ciencia exacta, pero es muy importante considerar que la mente es una variable más dentro de lo que el entrenamiento integral del deportista trabaja y tenemos que hacerla jugar a nuestro favor siempre”, aporta Sandra Ferro.
Las recientes declaraciones de Rublev y Fede Gómez humaniza a los héroes de la sociedad moderna. Y jamás hay que perder de su humanidad. Jugadores, entrenadores, especialistas, espectadores. Todos. Los tenistas son como uno, pero con otra profesión. Sufren, sienten, tienen pasiones, emociones y padecen. Como vos, como yo, como tu familia, como tus hijos.
“En las etapas formativas, en cualquier deporte, acompañar a los jóvenes deportistas, niños y adolescentes, es muy importante porque sobre ellos a veces cae la responsabilidad del exitismo y tenemos que cuidarlos porque quizás este es uno de los grandes males de nuestra época. Todo se tiene que lograr rápidamente, pareciera ser que cuanto más rápido mejor, como que las gratificaciones tienen que ser prácticamente inmediatas. Hay que respetar los procesos. Y en el tenis se sabe que se pierde más de lo que se gana y que los saltos son cualitativos y que no hay manera de uniformar estos saltos, cada uno tiene sus tiempos. Entonces me parece que en la formación de los deportistas hay que poner foco en el bienestar, en la construcción, en la idea de proceso, en la idea de camino de trabajo, en la idea del esfuerzo, disciplina, compromiso y responsabilidad más que en los resultados. Termina siendo saludable para ellos también”, completa Ferro.
Más claro, imposible.
He visto muchos padres presionar a sus chicos, impidiéndoles el disfrute de jugar. Muy buena tu nota, un enfoque muy necesario; en el tenis la cabeza es todo. Mencionás a Gaudio y recuerdo su actitud autodestructiva y agresiva, que hasta daba bronca; "qué mal la estoy pasando" cuando estaba en un lugar privilegiado del mundo del deporte, rodeado de lujo y bienestar.