Fernando Batista: el sueño Mundial

El entrenador causó una revolución en Venezuela y atizó la ilusión de un país que quiere disputar la primera Copa Mundial de su historia. Entrevista exclusiva con el Bocha.

A veces, la vida entrega escenas que parecen insignificantes en el momento, pero con el tiempo adquieren un peso inesperado. Episodios que, vistos en retrospectiva, rozan lo inverosímil.

Corría el año 2006. Yo estaba en una sala haciendo el curso de director técnico. Nada fuera de lo común, salvo por un detalle: en esa misma sala, a escasos centímetros, también estaba Fernando "Bocha" Batista. Sí, el mismo que hoy dirige a la selección venezolana de fútbol.

En aquel entonces, Batista ya era entrenador de la Novena División de San Lorenzo. Pero para mí —y para tantos hinchas cuervos— era mucho más que eso. Había sido parte del plantel de 1995, el que cortó una sequía de 21 años sin títulos. Un equipo que no solo ganó un campeonato: nos devolvió algo que creíamos perdido. Esos jugadores no fueron simples deportistas. Fueron héroes.

Por eso, cuando lo vi entrar, sentí algo difícil de explicar. Y cuando se sentó justo a mi lado, la escena se volvió surrealista. Era como vivir un sueño... aunque no tenía nada de onírico. Era real. Estaba ahí, con su cuaderno, su mirada serena y ese perfil bajo que siempre lo acompañó.

Lo que entonces fue solo una coincidencia, con los años se convirtió en una anécdota cargada de sentido. Porque así es el fútbol: construye lazos invisibles entre personas que, sin saberlo, comparten más que una pasión.

Desde aquel 2006 hasta hoy, su recorrido fue un ascenso constante, hasta alcanzar —al menos por ahora— la cima de su carrera: ser el director técnico de la Selección Mayor de Venezuela. Un equipo que, gracias al nuevo formato de las Eliminatorias y al aumento de cupos, sueña con alcanzar por primera vez en su historia la fase final de un Mundial.

Y Bocha sigue siendo Bocha. Jamás se alejó ni un centímetro de su humildad. Sigue siendo ese pibe que de chico jugaba al baby fútbol en el Club Parque.

Un día le mandé un mensaje y le conté que estaba escribiendo en un newsletter deportivo, y que me gustaría charlar con él para que nos cuente qué vivió, qué vive hoy y qué sueña para el futuro. Su respuesta fue automática: “Marian, estoy en EE.UU., me vine unos días de paseo, pero la semana que viene ya estoy en Argentina. Llámame el martes así combinamos y la hacemos.”

Ese es el Bocha: simple, solidario, un tipo de barrio que jamás sacó los pies de la tierra.

A partir de ahora vas a leer lo que dejó una hora de charla entre dos amigos. Entre un don nadie y el técnico de la Venezuela que sueña con jugar su primer Mundial.

¿Cómo tomás este momento? Tuviste un arranque fenomenal, una Copa América muy buena, y me dio la sensación de que el partido con Bolivia los marcó a futuro.

Arrancamos bárbaro. Hicimos una Copa América impresionante. Y después, el partido en la altura de Bolivia como que nos complicó. Pero no a mí —porque yo siempre le dije a mi cuerpo técnico que estuviéramos preparados—, sino al grupo, al entorno. La Eliminatoria es un torneo muy distinto: no son veinte partidos seguidos todas las semanas. Es un proceso que se extiende por tres años, jugás poco cada año, y eso hace que todas las selecciones tengan vaivenes. De la nada pueden recuperarse, como pasó con Paraguay o Bolivia.

Nuestro camino, si bien ilusiona, es un tanto extraño. Le empatamos a Argentina, Uruguay y Brasil... pero perdimos contra los rivales directos: Paraguay, Bolivia y Chile. Y si me preguntás, hoy, con el diario del lunes, te digo que hubiese preferido perder los tres que empatamos y ganar esos duelos clave. Eso fue lo que nos desvió de la ruta.

Y de esos tres partidos, el que más me dolió fue el de Paraguay. Porque con Bolivia, si bien perdimos 4 a 0, jugamos a 4.300 metros de altura. Es un partido que no resiste análisis: la pasamos muy mal, humanamente. Fue muy duro, muy feo. Pero contra Paraguay, hasta el minuto 68 ganábamos 1 a 0 y teníamos todo controlado. Cuando nos empatan, cometimos el error de ir a buscar más. Y perdimos 2 a 1 sobre la hora, de la manera en que no debíamos perder: de contragolpe. Mientras les dimos la pelota, fue un partido. Cuando nos desbocamos, lo pagamos. Y con Chile pasó algo parecido. También nos quedamos con las manos vacías.

Después de ésa seguidilla, tuvimos que reiniciar todo desde lo futbolístico, pero más que nada desde lo anímico. A falta de seis partidos, centralizamos el objetivo en ganar los nueve puntos de local, por suerte ya conseguimos tres con Perú y ese triunfo nos volvió a posicionar en zona de repechaje.

Afortunadamente somos esclavos de lo que generamos y eso hace que todos crean que después de ése inicio y de la Copa América íbamos a clasificar como Argentina y la verdad esto es muy parejo, salvo Argentina que está muy por encima del resto los demás estamos todos en un mismo nivel.

Ya como que me descartás a Colombia para la lucha por el repechaje, pese a que juega contra Perú. ¿Para vos es una carrera de repechaje entre dos o mirás algo más con optimismo?

Para mí es una carrera por el repechaje mano a mano contra Bolivia, porque si bien una vez consumada la victoria frente a Perú y al resultado de Colombia daba para pensar en ir por más, pero vos me conoces bien Marian, qué soy mucho de tener siempre los pies sobre la tierra, y fue eso lo que le dije a mis ayudantes. ‘No se olviden que hace 90 minutos, no hace diez días atrás, firmábamos el repechaje’. Yo me focalizo únicamente en no fallar de local, mi cabeza está ahi y, si me preguntás, para nosotros el próximo partido con Bolivia de local es la final de ese Mundial que soñamos jugar.

Tenemos una gran ventaja para estos cuatro partidos finales y es que tenemos una gran diferencia de goles, lo que hace que en esa pelea tengamos un punto más. El fixture nos puso dos partidos decisivos seguidos, pero que entre uno y otro hay tres meses de diferencia, y la verdad que me hubiese encantado jugar a los tres o cuatro días, no a los tres meses, para aprovechar el envión anímico y futbolístico que nos dio ese triunfo ante Perú, que fue muy importante porque se jugaban muchas cosas, fue un partido mental y físico. Fue uno de esos partidos que Venezuela tenía que ganar en otros momentos y no lo pudieron hacer, y ahora si lo pudimos hacer.

En el tiempo en el que estás en la conducción de la selección, y por lo que se desprende de tus palabras, ¿sentís que pusiste el fútbol en un lugar que no había tenido nunca en el país?

Lo siento así y la gente me lo hace saber. El otro día en un avión me pasó una situación muy particular, un señor mayor, me dijo: ‘Profe, lo que ustedes han logrado es espectacular. Yo soy amante del fútbol, pero usted sabe que acá es el tercero en la escala de interés deportivo detrás del béisbol y el basquet, y hoy en cada partido de la Selección ver el estadio lleno y que a la vez todos lleven la camiseta de la Vinotinto es un sueño, incluso cuando jugábamos con Argentina ó Brasil muchos venían con esas camisetas y no con la nuestra. Hoy, gracias a ustedes, eso ya no pasa’. Te imaginarás el orgullo que me generó escuchar esas palabras. Hay más ilusión, también por tener dos cupos más. Lograr la clasificación al Mundial sería increíble.

¿Qué hiciste para que hoy en Venezuela esté por sobre Chile, Perú y Bolivia?

Al principio hice una nota, en el que me preguntaron sobre los rivales a los que teníamos que enfrentar para clasificar, y yo dije que el rival éramos nosotros mismos. Si vos me preguntas que modificamos para hoy estar tan cerca de lograr el objetivo, es convencer a todos que el rival que tenía Venezuela para lograrlo era el propio Venezuela, que no había que mirar para atrás sino para adelante, mostrando que no somos mejores que nadie pero tampoco peores y que estábamos en condiciones de competir de igual a igual con todos. Y tratar de mostrarles qué el futuro de Venezuela estaba en el arco de enfrente, porque a través de la historia quedó reflejado que el esperar y ver que pasaba no había dado resultados.

Y a su vez, junto con el Presidente de la Federación que no nos hace faltar nada, buscamos profesionalizar un poco más a lo que tenían en el pasado. En cada fecha, en cada partido, yo personalmente me involucro en todos los detalles, hasta en las conexiones de vuelo de cada jugador. Cada detalle hace al todo y nosotros buscamos achicar el margen de error.

Sabemos que estamos ante una oportunidad histórica y eso se lo trasladamos a los jugadores. Modificamos hasta los entrenamientos, que nosotros veíamos que en el pasado eran muy lights, y logramos hacer que los entrenamientos sean al 100%. Nos focalizamos más en la calidad e intensidad que en la extensión, más vale corto e intenso que largo sin sentido.

Vos me decís que el objetivo lo lográs mirando el arco de enfrente. ¿Eso nace de tu idiosincracia en Argentinos o por los jugadores que encontraste en Venezuela, que te obligaron a tomar esa postura o fortalecieron tu pensamiento?

Cuando dije que el futuro estaba en el arco de enfrente, se enfocaba en intentar cambiar la historia, no tiene tanto que ver ni mi pasado en juveniles de Argentinos Juniors ni siquiera tampoco por tener quizás una gran generación de jugadores. Por eso decidí presionar alto, para defender lo más lejos posible de nuestro arco, ya no quería esperar y debía convencerlos que de esa manera lo podíamos hacer, que teníamos que cambiar. Venezuela nunca clasificó a un Mundial y para intentarlo había que modificar algo y ése era el primer cambio a hacer.

Obviamente, el partido después te marca porque con Argentina, Uruguay o Brasil se hace más difícil pero con aquellos que competís por ese sueño, hacerlo y bien era altamente posible y así fue como nos convertimos en un equipo inteligente donde jamas se negocia la actitud. Todos deben contribuir para recuperar la pelota: hoy salvo Leo (Messi), que es el único que se puede permitir caminar, los demás jugadores del mundo deben ser solidarios y nosotros no podemos darnos el lujo de dejar de correr y presionar.

¿Cuánto te costó convencer a jugadores con una gran trayectoria como Soteldo, Rincón o Rondón?

Lo llevo a un partido, que fue el primero. Vamos a jugar con Colombia en Barranquilla, perdemos uno a cero, pero viste cuando como entrenador te vas tranquilo porque, pese a la bronca de perder, se entendió el partido y Colombia no te pasó por encima. Era el debut, estuvimos en partido para ganarlo. Después teníamos el partido del martes contra Paraguay, para ver cómo estaba la reacción del equipo, y ganamos el partido en el último minuto. Pero en el transcurso del partido vi muchas situaciones y cosas de lo que uno quería decirle. A la otra fecha le ganamos 3-0 a Chile y ahí me fui dando cuenta de que estaban cómodos de esa manera, que no tenían el miedo de presionar alto o jugar mano a mano en defensa. Cuando vos transmitís una idea, y te acompañan los resultados, es mucho mejor.

¿Qué te generó más placer en este camino? ¿El empate en Brasil, el empate con Argentina o la Copa América?

En éste recorrido lo que más placer me dio, no fue ni el empate con Argentina ni con Brasil de visitante, fue la Copa América. El haber ganado los tres partidos del grupo e irnos invictos fue algo especial, porque yo me conformaba con tener los 25 días de preparación con todo el plantel, y en ese periodo pudimos acumular muchos entrenamientos juntos, algo que no se puede hacer en el ciclo de Eliminatorias donde se juega y se descansa casi sin prácticas y yo ahí pude reforzar muchísimos conceptos. Los empates también, obvio, no solo por el resultado sino también por la forma.

¿Cuántas veces te viste dirigiendo el Mundial?

Todos los días. Sueño con el Mundial todos los días, porque es una forma de vivir. Soy de visualizar cosas positivas constantemente, y ya sea arriba del auto o en esos momentos del día donde la cabeza vuela, me imagino no tanto la disputa del Mundial en sí, sino el momento de la posible clasificación. Ese es mi gran sueño: clasificar a Venezuela por primera vez en la historia a un Mundial, no hay un solo día en que no lo sueñe, en que no lo imagine. Hasta en los momentos difíciles, siempre estuve convencido. Mi objetivo era llegar a Colombia, la última fecha, con posibilidades.

Igual, más allá del Mundial, vos sabés Mariano, porque me conocés, que yo por donde paso trato de dejar algo y no digo que eso ya está cumplido, pero en la base de la Selección de hoy, tengo seis que jugaron conmigo en el Torneo de Toulon cuando yo era ayudante de José Pekerman. Es todo un proceso y la verdad prefiero que me recuerden más por el recorrido qué por la posible clasificación al Mundial.

¿Qué imaginás del partido con Bolivia?

Imaginando la final con Bolivia, creo que nos van a venir a esperar, que más allá de nuestra ventaja en la tabla no van a venir al golpe por golpe. Igual la respetamos mucho, pero estoy convencido que el partido va a depender más de lo que hagamos nosotros, no sólo desde lo futbolístico, sino también desde lo anímico y mental, por lo que te dije antes, porque Venezuela no está acostumbrado a jugar éste tipo de partidos decisivos y las pocas veces que se le presentaron en el pasado falló.

Entonces deberemos hacer hincapié en la cabeza también, va a ser un partido muy psicológico en la previa, pero hay que ser muy inteligentes, porque si ganamos puede marcar muchísimo el tramo final. Y te vuelvo a decir: es más importante jugar contra Venezuela mismo que contra Bolivia. Lo mejor que nos puede pasar es que dependemos de nosotros, y a falta de 4 partidos es mucho pensando en lo que fue la historia de Venezuela.

Así es el Bocha. Fernando Batista es un pibe de barrio, como vos, como yo. Alguien que tiene sueños, que proyecta su futuro, pero que no lo deja librado al azar. Lo construye día a día, entrenamiento a entrenamiento, partido a partido.

Logró algo enorme: convencer a un plantel que nunca estuvo ni cerca de clasificar a un Mundial. Y hoy, a falta de cuatro fechas, gracias al trabajo arduo que lleva adelante junto a su cuerpo técnico desde hace tres años, hizo que un país que casi no le prestaba atención al fútbol se encolumnara detrás de esta selección.

Ya no es solo el sueño del Bocha. Es el sueño de toda una nación. Porque Fernando los mentalizó a todos: a los de adentro y a los de afuera. En Venezuela, el sueño Batista se transformó en el sueño Mundial.