Gauff y el dilema de su servicio
La N°2 del mundo afronta un problema recurrente y, por ahora, sin solución. Mejora sensiblemente y en su camino se reencuentra con las dobles faltas. ¿Es emocional? ¿Qué pasará en Nueva York?
Es el único golpe en el uno decide todo. Decide dónde pararse, cómo pararse, cómo armar el golpe sin apuros -más allá de los 25 segundos por reglamento-, dónde y a qué altura lanzar la pelota, cuándo impactar, hacia dónde, con qué efecto y con qué potencia. Todo. De ahí se empieza a armar el punto. Para algunos es su arma fundamental; para otros, su talón de Aquiles. Muchos ganan partidos a partir del servicio. Sobran los ejemplos. Otros hacen una clara diferencia a partir de ahí. Y unos pocos lo padecen. Y mucho. Como le sucede hace un tiempo a Coco Gauff.
La actual número dos del mundo no le termina de encontrar la vuelta. Por estos días en Montreal volvió a sufrir con su servicio y registró un récord personal negativo en 2025. Gauff cometió 23 dobles faltas en su debut ganador ante Danielle Collins, dos más que su anterior marca (21) para el olvido en Indian Wells. Pero no son casos aislados. En Roma y Doha, por ejemplo, tocó las 16. E incluso el año pasado, en el US Open, llegó a las 19.
Para darle un marco más gráfico, Gauff en su victoria de primera ronda de Montreal ante Collins por 7-5, 4-6 y 7-6 (2) tuvo 17 juegos de servicio, de los cuales perdió 9. Si hilamos fino, teniendo en cuenta que al ceder 4 puntos -sin ventajas- perdés el game, Coco con sus 23 dobles faltas otorgó prácticamente seis games sin que Collins tocara la pelota. En total fueron 113 puntos en juego con su servicio en las 2h55m de acción, de los que, entonces, perdió el 20% sin haber metido ninguno de los dos saques.
"Estoy muy decepcionada conmigo misma. Lo positivo es que estoy ganando estos partidos teniendo literalmente una parte de mi juego en muletas. Entonces solo puedo imaginar que sería mucho más sencillo para mí. No quiero liderar esa estadística y quiero mejorar. Sé que probablemente nunca estaré libre de dobles faltas, pero si pudiera reducirlo al 2% o al 3% eso marcaría una gran diferencia y haría que estos partidos fueran mucho más fáciles", resaltó Gauff en Canadá.
Los problemas en Montreal siguieron. En segunda ronda ante Kudermetova hizo 14 dobles faltas sobre un total de 111 puntos con su saque, mientras que en su caída ante la sorprendente local Mboko por 6-1 y 6-4 en tercera rueda mejoró en el rubro, con apenas 6, pero sus números en lo fino fueron igual de malos: tuvo apenas un 42% de efectividad -y sólo ganó 20 de los 47 puntos- con el primer saque y ganó menos de la mitad de los puntos que jugó con el segundo, con 12 de 27.
"Creo que a veces es más una cuestión emocional y mental, porque si salgo a la pista de entrenamiento ahora mismo haría 30 saques seguidos. Lo he hecho antes. Así que creo que es una especie de obstáculo mental que tengo que superar", resaltó Gauff.
La estadounidense, vale destacar, no se esconde del tema. Obviamente que la enfada y le molesta en cierto punto hablar de esto, pero lo aborda en conferencia y también en prácticas. Como un reflejo de su juego, ataca el tema. Y desde hace tiempo. No se centró únicamente en el marco psicológico y jamás cerró puertas desde lo técnico: asesores calificados, biomecánica y cambio de coach fueron parte de su hoja de ruta en estos meses.
Hace más de un año y medio, en la pretemporada camino a la temporada 2024, Gauff tuvo un campus intensivo con Andy Roddick en Charlotte. La estadounidense trabajó con el exnúmero uno del mundo, especialista en el rubro. "Hay cosas que, en términos de ejecución, quisiera mejorar. Suelo caer mucho sobre mi lado izquierdo con el servicio y soy consciente de ello. Pero es difícil encontrar tiempo para arreglar algo cuando se es una jugadora de élite", decía por entonces Coco.
La conexión entre A-Rod y Gauff llegó de la mano de su por entonces entrenador Brad Gilbert, quien también había sido coach de Roddick en épocas de gloria. El punteo fue claro durante esas 48hs: enfocarse en la técnica y generarle una mayor seguridad en el golpe. El ojo del ex-N°1 del mundo, dueño de uno de los servicios más potentes de la historia, era garantía de confianza.
“Fue genial. Es un tipo muy tranquilo. Lo conocía de antes pero nunca, obviamente, a ese nivel. Fueron días muy buenos. Creo que mi saque ha mejorado”, explicaba Gauff en el inicio de la temporada. Y los números la avalaban: en Auckland, en su primer torneo post A-Rod, no sólo se coronó campeona sino que lo hizo ganando el 87% de sus juegos de servicio.
“Creo que solo necesito seguir confiando en todo el trabajo que hice en pretemporada”, añadió Gauff. “Él es probablemente uno de los mejores sacadores de la historia, y especialmente en Estados Unidos. Así que no creo que pudiese haber elegido a nadie mejor -aunque realmente no lo elegí, sino que se ofreció- para ayudarme con esto”, agregó de cara al Australian Open 2024.
Pero ahí, en Melbourne, volvieron los fantasmas. Después de un inicio de torneo brillante, Gauff sufrió más de la cuenta en cuartos de final ante Marta Kostyuk tras no poder cerrarlo en el segundo set (5-3) con su servicio y tuvo que esperar hasta el 5-2 del tercero (en el 5-0 le quebraron por séptima vez en el partido) para ahí sí sellarlo con su saque. En semifinales los problemas fueron creciendo. Más tensión, más inconvenientes. Y volvieron las dobles faltas: seis en el primer set ante Aryna Sabalenka. Y también las dudas, porque estuvo 6-5 y 30-0 con su servicio y no lo pudo aprovechar. Perdió el set por 7-6 y luego, tras salvar puntos de quiebre en dos games en el 2do set, terminó cediendo su saque en el décimo game para el 6-4 final del match.
El resto del año fue de mayor a menor: tocó semifinales en Indian Wells, Roma y Roland Garros. Si bien los resultados no eran del todo malos estaban lejos de sus aspiraciones. Y se notaba en su actitud corporal en cancha: había perdido la sonrisa y la frescura a la hora de jugar. Sufría su tiempo en cancha. La pasaba mal. Eran momentos llenos de tensión. Y eso no ayudaba a su servicio. Ni tampoco a la relación con su entrenador Brad Gilbert, la cual quedó evidenciada en Wimbledon en la caída ante Emma Navarro. La fricción fue en aumento y, tras la derrota en octavos de final del US Open ante la misma rival -y con 19 dobles faltas sobre sus hombros-, la relación desembocó en una ruptura.
Desde hacía unos meses que se comentaba que Gauff estaba interesada en la biomecánica para mejorar su servicio, teniendo como espejo los resultados positivos de Aryna Sabalenka junto a Gavin MacMillan, y aprovechó ese momento para sumar a su staff capitaneado desde hace años por Jean Christophe Faurel a Matt Daly, un entrenador de bajo perfil y con la precisión técnica como su especialidad. Y el foco inicial fue, claramente, su servicio.
"Ahora mismo me centro en el saque. Cuando saco bien, juego bastante bien. Para mí, esa es la base de mi juego. Lo poco que hemos hecho ya ha supuesto una mejora drástica respecto a donde estaba hace tres semanas. En este momento no es necesario cambiar toda la técnica o restablecer todo, son solo cosas sutiles que si las hago me ayudarán”, señalaba Gauff al inicio de la relación.
Y nuevamente los resultados llegaron de manera inmediata. Título en Pekín, semifinales en Wuhan con derrota ante Sabalenka por 6-4 en el tercer set y campeona en el WTA Finals, evento que reúne a las mejores jugadoras del año, con triunfos ante Aryna, Swiatek, Pegula y Zheng.
Pero lo de Gauff ya parece a esta altura un círculo vicioso. Una montaña rusa. Y todo parece ir más por lo emocional que por lo técnico. Su 2025 es nuevamente irregular, con dudas en Australia trepando hasta los cuartos de final, derrotas en su debut en Doha y Dubai y cuarta ronda en Indian Wells y Miami. Llegó a la temporada sobre clay sin victorias ante Top 10, y ahí pareció florecer su juego en Madrid. Final en el W1000 español con victorias ante Andreeva y Swiatek (por 6-1 y 6-1) y también final en Roma como desembarco a París, donde ganó su segundo título de Grand Slam. Y después de nuevo el bache: primera ronda en Berlín y Wimbledon. Y lo sucedido esta semana en Canadá.
¿Con qué Coco nos encontraremos en Nueva York? Ya sabemos que soluciones mágica no tiene. O al menos sólo le duran unos meses...