Glosario Insiders: ¿Marcadores de punta o laterales?
Inauguramos una nueva sección. En un mundo que confunde términos, Mariano de la Fuente le aportará claridad a cada una de las posiciones dentro de la cancha. Arranca por un puesto que conoce muy bien.
En el fútbol, como en la vida, el uso y las costumbres del lenguaje cambian con tanta rapidez que muchas de esas transformaciones pasan inadvertidas o, peor aún, pueden sorprendernos desprevenidos. Pero como la realidad y el lenguaje están estrechamente relacionados y se construyen mutuamente, vale la pena detenerse a pensar en aquellos conceptos que, precisamente, transforman nuestra manera de pensar y sentir.
"Por ejemplo, quien escribe estas líneas está a punto de cumplir 54 años. Con esto quiero decir que crecí escuchando a mis abuelos y a mi padre hablar de 'wines' y otros anglicismos, como 'half', 'inside', 'fullback', 'centro half' o su variante más sonora y porteñizada: 'centrojás'." Con el tiempo, empecé a notar que surgía una nueva fauna de términos como 'carrileros', 'stoppers', 'dobles cinco', 'falsos nueve', 'enganches' y otros arquetipos que, al ritmo que llevamos, pronto podrían sonar como palabras prehistóricas.
Y si llegaste hasta acá sin aburrirte, o simplemente por curiosidad te preguntas adónde lleva esta introducción, me veo en la obligación de confesarte que mi intención principal es hablarte de un espécimen que, durante décadas, resistió todas las transformaciones de la jerga futbolera, pero que ahora, debido a los cambios posicionales y funcionales, corre serio peligro de extinción: el humilde y nunca bien ponderado marcador de punta.
Este ejemplar, que incluso sobrevivió al absurdo del primer trasnochado que creyó una buena idea modificar los números en la espalda (porque, vamos, sin conocer ni siquiera los nombres de los rivales, ya sabías que el 3 marcaba sobre la punta izquierda y el 4 sobre la derecha), de a poco empezó a ser rebautizado como 'lateral'. Pero a esa corrección nominal, sumale también el cambio en los números: imaginá a un hincha de la década del 50 despertando hoy y viendo que el mediocampista más habilidoso de su equipo sale a la cancha con el número 80 en la espalda. Ese pobre hincha no sabría si se trata de un jugador de fútbol o de una línea de colectivo que va de Belgrano a Villa Celina.
Aquel marcador de punta, el que resistió con tenacidad todos los cambios, empezó a transformarse en algo que no era exactamente su sinónimo. Es decir, en alguien que, como su nombre lo indica, asume la tarea de marcar. Y a partir de esa metamorfosis, comenzó a confundir tanto a propios como a extraños, a espectadores y protagonistas.
Sospecho que te estás preguntando cuál es la diferencia. Entiendo que parezca imperceptible pero, te aseguro, no es una distancia marginal: hay un abismo.
Para empezar, el viejo y querido marcador de punta era, ante todo, un defensor.
En mis tiempos de inferiores, de reserva y hasta en mis inicios en Primera División, los entrenadores te decían: “Vos primero marcá. Y después, si podés, pasá”.
O te recriminaban con tono de castigo: “¡No vayas en todas! ¿No te das cuenta de que si vas siempre, tarde o temprano, te espera uno de frente?”
Todo eso para dejar en claro que la idea principal, aunque incluía la aparición en ataque como factor sorpresa, era no perder de vista la función más importante: defender.
— Vos pasá dos o tres veces por cada tiempo, no por cada ataque. Así cuando pasás, causás sorpresa y tenés tiempo y espacio para pensar y jugar.
Y no hay tu tía, viejo. No hacía falta que te dijeran más nada para entender, con esas pocas indicaciones, que tu trabajo principal en función del equipo era concentrarte en hacer bien la diagonal a espaldas de los centrales cuando la pelota estaba en el sector opuesto, evitar los desbordes del rival y obligarlo a recibir, todas las veces que fuera necesario, de espaldas a tu propio arco para encerrarlo entre tu cuerpo y esa aliada indispensable que, para el marcador de punta, era la raya de costado.
No quiero caer en la nostalgia, pero percibo que todo aquello se está perdiendo, o quedando gradualmente en el olvido, porque ya no se insiste en esos conceptos.
Hoy se busca que el lateral tenga más presencia en campo contrario y, en muchas ocasiones, que incluso sea el iniciador de los avances de su equipo. En mi opinión, esa vocación ofensiva que se le pretende dar lo obliga a descuidar su verdadera función: defender.
Y no es que me aferre a la ortodoxia ni que me resista a las innovaciones tácticas. Pero que alguien me desmienta si muchos de los goles que sufren los equipos con este tipo de laterales no se gestan en esas ‘zonas liberadas’ donde el rival encuentra los espacios que necesita para hacer daño.
Pero volviendo a la idea principal, lo que puedo decirte es que el marcador de punta siempre se sintió defensor y, por esa sencilla razón, disfrutaba su rol, aun cuando este no excluía la posibilidad de aportar soluciones ofensivas a su equipo.
Y mirá cómo son las cosas: hoy el lateral piensa tanto en generar juego y cumplir funciones de ataque que termina delegando en los centrales y en el 5 las tareas defensivas que, en realidad, le corresponden. Lo que debería ser su prioridad, lo asume como algo secundario.
Y sí. Hoy el lateral se siente más volante o mediocampista que verdadero defensor.
Autopercepción o conflicto existencial, llamalo como quieras. Pero algo de esta nueva noción no me termina de cerrar.
Insisto, no quiero ponerme nostálgico ni extremadamente inflexible, pero no todos los cambios que imponen las nuevas generaciones terminan siendo para bien. Y no te lo digo por conservador ni por caprichoso, sino porque, en mi experiencia como marcador de punta que alguna vez fui (y que en mi mente sigo siendo), puedo asegurarte que esta transformación del defensor devenido en atacante alteró la esencia de un puesto creado para restarle opciones al rival y oponerle más de un obstáculo en su camino al gol.
Y si no me creés, mirá a esos equipos que descuidan la función principal del marcador de punta y vas a ver cómo amontonan jugadores en ataque sin sentido ni resultado, mientras dejan desprotegidos esos espacios que muchas veces el rival aprovecha para ganarte el partido.
Pensalo, te la dejo picando…
— ¡Y no vayas todos los tiros!
Jaja me hiciste acordar como nos estaban en inferiores en los 80. Tenés para hacer un artículo por cada puesto, los fines por ejemplo, te lo imaginas al gringo Scotta o al negro Ortiz corriendo para marcar...jajaj . Abrazo Mariano, impecable como siempre.
Otra nota excelente. De alguien que marca la diferencia