La idea: el legado de Menotti
Si la historia del fútbol se cuenta a través de las ideas, Menotti es uno de sus mayores exponentes. A un año de su muerte, su filosofía sobrevive al paso del tiempo.
El número uno de la lista me resultaba absolutamente desconocido: Jimmy Hogan. No solo porque era muy antiguo (nació en Inglaterra en 1882), sino también porque su nombre era mala palabra, silenciado en su propio país. Por “traidor”. Porque en tiempos de guerra, mientras sus compatriotas morían en combate, él le enseñaba a jugar al fútbol “al enemigo”. Hay que leer “Prophet or Traitor: The Jimmy Hogan story” (Profeta o traidor: la historia de Jimmy Hogan), libro de Norman Fox, para saber que Hogan fue tal vez el DT que más influyó un siglo atrás para que el fútbol cambiara tanto pelotazo y choque por pelota a ras del piso y juego asociado. Toque, posesión y ataque.
El “pecado” de Hogan, sin dinero ni trabajo en la Inglaterra de guerra y posguerra, fue haber enseñado su fútbol “distinto” por ejemplo a Hungría, que le debe en gran parte su fabulosa selección de los años ‘50’, la que aplastó a Inglaterra 6-3 en Wembley y 7-1 en la revancha, como lo reconoció el propio DT de aquel equipo, Gusztav Sebes. Hogan había estado antes en Holanda (dirigió al Dortrecht con apenas 28 años de edad) y luego a la selección naranja que, bajo su mandato, venció por primera vez a Alemania, donde terminó contratado por la Federación local, que lo distinguió cuando murió en 1974, con 91 años y lo llamó “padre del fútbol moderno en Alemania”. Su fútbol de posesión ayudó luego a formar el Wunderteam, la selección austríaca semifinalista del Mundial 34 y finalista de los Juegos Olímpicos de Berlín 36. Hogan dirigió también a la primera selección de Irlanda que venció a Inglaterra en su suelo y terminó llevando su juego de posesión al Celtic escocés.
Tamaña trayectoria explica por qué Hogan lideraba algunas décadas atrás el ranking sobre los técnicos más influyentes en la historia del fútbol europeo. Después de Hogan, la lista seguía con otros nombres más conocidos, como Bill Shankly (célebre conductor de Liverpool), el italiano bicampeón mundial Vittorio Pozzo, el inglés Brian Clough, el ruso Valery Lobanovsky, el italiano de Milan Arrigo Sacchi, el inglés Herbert Chapman, el argentino-paraguayo Helenio Herrera (“H.H”), Rinus Michels (padre de la selección holandesa del “fútbol total”) y el ruso Viktor Maslov. En ese orden, ellos ocupaban los diez primeros lugares de un ranking que hoy seguramente incluiría a Pep Guardiola, claro ganador de su duelo con el portugués José Mourinho. La historia del fútbol incluye también a técnicos como Vic Buckingham y Jack Reynolds, ingleses amantes del juego de pases. O al austríaco Karl Rappan y Nereo Rocco, amantes a su vez del catenaccio, igual que Gipo Viani, pionero, histórico de Salernitana (“el catenaccio como derecho del más débil”).
Ya en tiempos más nuevos, si Johan Cruyff marcó evolución en Europa, en Sudamérica el sello podría llevar el nombre de César Luis Menotti, recordado en estas horas por el primer aniversario de su muerte. “La Nuestra”, más toque, menos pelotazo, fue la marca que sirvió para diferenciarse. Fue “la idea”. Fue el plan de la selección que dejó de ser un equipo despreciado y se convirtió en prioridad. Eso fue más contundente que marcar en zona, tener la pelota y salir jugando desde el fondo. Porque “los que conducen y arrastran el mundo –dijo Víctor Hugo– no son las máquinas, sino las ideas". Es la cita del gran escritor francés que abre el capítulo 1 de "La Metamorfosis", el libro de Martí Perarnau sobre Pep Guardiola. La “idea”, por ejemplo, que podría graficarse con el nombre de Luis Galván, que soñó con ser maestro rural en Fernández, su ciudad natal en Santiago del Estero, creyó que terminaría ganándose la vida como obrero de la Fiat, pero terminó ganando el Mundial 78, con nota 10 en la final contra Holanda.
Galván era la idea de un central ante todo con buen pie para defender el principio de posesión de pelota. Igual que Jorge Olguín, un zaguero inventado de lateral. Defensa Made in Menotti, nuestro primer DT campeón mundial. Pero que hoy es rutina impuesta en el fútbol mundial. Centrales que, además de marcar, sepan jugar. Había que ser valiente para imponerlo en años más difíciles. Y Menotti, ese “filósofo en un mundo de peluqueros”, como lo describió el periodista español Julio César Iglesias en los años ’80, expresó su idea como casi nadie. Además de conocimiento profundo del juego, Menotti tenía el don de la palabra. Y lo ejerció siempre, inclusive con abusos. Por eso, pese a sus muy discretos años finales como DT, recurrió a él Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de la AFA, cuando designó al “Flaco” como Director de selecciones. Cuando buscó su “chapa” para darle autoridad a un proceso que todavía era frágil. El proceso que llevó a Qatar.