Il nuovo Commendatore: ¿Qué le aporta Hamilton a Ferrari?
Il Cavallino Rampante atraviesa una revolución con la ilusión de celebrar el trofeo que no conquista desde 2007. Radiografía de un romance.
Miércoles 22 de enero, Maranello, en las afueras de Módena, tierra de artesanos de la metalmecánica, en la rica Emilia Romagna italiana. Invierno puro, temperaturas muy bajas, niebla, y cerca de 2.000 tifossi se asoman al puente de la Vía Abetone Inferiore, desde dónde se pueden ver desde lo alto los vericuetos del circuito de Fiorano, la pista privada de Ferrari. La cadena inglesa que televisa la Fórmula 1 está transmitiendo desde allí, porque la expectativa es brutal, fuera de cálculo. No son pocos los que creen que se está consumando el matrimonio más trascendente de la historia del Mundial de la F-1: uno de los dos pilotos más laureados se casa con la marca más famosa. ¿Qué fruto saldrá de esa unión?
Sir Lewis Hamilton -¿acaso Il Commendatore Luigi Amilton desde ahora?- sale a pista con un coche de 2022, alcanza a girar unas vueltas y luego se acerca al límite de la pista a saludar a sus nuevos fanáticos, en un mar de sonrisas. No tardará mucho Hamilton en aprender italiano. Ya se mudó a Milan, la capital de la moda -quizás el segundo gran motivo de interés en su vida- y ya se desenvuelve en las entrañas de Maranello, la factoría técnica que Enzo Ferrari impulsó hace ocho décadas. Más o menos desde la época en la que nació su hijo bastardo Piero Lardi.
“Está todo ese sentimiento que yo llamo italianidad y también modenidad. Verás, Ferrari vende sus coches en todo el mundo, pero todo lo hacemos aquí, en Maranello, en el territorio. Cortar estas raíces es imposible", cuenta Piero, que este año cumplirá 80 años.
Ese gigante, la Scuderia Ferrari, que en 2029 cumplirá un siglo de actividad, es uno de los más potentes sinónimos de Italia en el mundo. Lo conduce un estadounidense, John Elkann, el nieto de Gianni Agnelli, el industrial que salvó a Ferrari en 1969 volviéndose accionista mayoritario con su corporación, la Fabbrica Italiana di Automobili di Torino (FIAT).
Un año atrás, Elkann reveló la dimensión de su Proyecto Hamilton, para el que había reservado 400 millones de euros. Un año después, ese sueño se pone en marcha, teñido de la italianidad de la que habla Piero. Y promueve una interesante incógnita: ¿qué puede aportarle a esa maquinaria teñida de rojo un símbolo anglosajón como Lewis Hamilton?
Con sus acciones flotando en la Bolsa de Nueva York, con su producción de autos de lujo regulada para que los precios se disparen, con su particular arreglo en el Mundial de Fórmula 1 que la vuelven, invariablemente, la escudería que más dinero amasa año a año, sea cual sea el resultado, Ferrari puede darse –a diferencia del momento en que Il Commendatore Ferrari necesitó de Agnelli- cualquier lujo. Entre ellos, contratar a un siete veces campeón del mundo por una cifra que araña los 200 millones de euros por un vínculo multianual.
Ese mismo miércoles 22, otro piloto de F-1, Esteban Ocon, se hallaba allí por casualidad. "Tuve suerte de estar en el mismo lugar el mismo día porque también estaba en el simulador de Ferrari”, algo perfectamente posible dado que el francés es piloto de la escuadra Haas, subsidiaria de Ferrari. “Había una atmósfera loca, la gente estaba como loca y es maravilloso ver que hay tanta pasión. Está claro que tener al mejor piloto de nuestra generación en el equipo con más títulos es una locura”.
Desde ya, no es el mejor Hamilton de la historia el que desembarcó en Maranello. Aquel de 2019/2020 quizás ya es material de historiadores. Este caballero del Reino acaba de cumplir 40 años, ganó un solo Grand Prix en las últimas tres temporadas y parece ir a contramano de la tendencia actual de la Fórmula 1, con muchos pilotos jóvenes (Oliver Bearman, Kimi Antonelli, Gabriel Bortoleto, Liam Lawson, Isack Hadjar, Jack Doohan, eventualmente Franco Colapinto), que debutan o tienen apenas un puñado de carreras en el buzo antiflama.
Aprender italiano parece un simple trámite frente a las múltiples y denodadas tareas que le esperan a Hamilton. La más dura -mucho más que adaptarse a un equipo relativamente latino después de 18 temporadas (de 2007 a 2024) corriendo para escuadras inglesas-, es mostrarse a la altura de las expectativas, que son altas. El reto que le presentará la competencia con su nuevo compañero de equipo, Charles Leclerc, será mucho más desafiante que el que viene de afrontar con el zigzagueante George Russell en sus últimos años en Mercedes.
Por otro lado, el aporte de Hamilton puede ser descomunal. Toda la cultura victoriosa que acumuló al ganar seis títulos con Mercedes está siendo descargada en Maranello, en distintos briefings técnicos y de organización. Por ahora, su contribución más importante está teniendo lugar fuera de la pista. No en los talleres, porque la Ferrari de 2025 se pergeñó sin su concurso ni su input: ahí lleva ventaja Leclerc. Pero las sesiones de interrogatorio, en las que Hamilton cuenta todo lo que sabe, deben haber sido kilométricas. Algo similar, aunque de menor volumen, debe estar ocurriendo con Carlos Sainz –obligado a emigrar de Maranello para dejarle su lugar a Hamilton- en Williams.
Obviemos las obviedades: Hamilton lleva experiencia, sabiduría, conocimiento, blablablá. Eso sin duda figura entre las últimas cláusulas del contrato de más de 100 páginas firmado a comienzos de 2024. Lo que el inglés amante de la moda lleva al país de la moda es su rutilante carácter. Profundo impacto en las redes. Repercusión inmediata. Fabulosa publicidad gratuita. E incesante retroalimentación del sueño planetario de poseer una Ferrari, una aspiración colectiva que sostiene la vida del Cavallino Rampante.
Una medida de la repercusión del desembarco del piloto inglés en la casa italiana la pueden aportar las redes. Hamilton ya tenía 38,5 millones de seguidores en Instagram, muchos más que la Casa Ferrari (31 millones), la Scuderia (17 millones), su compañero Leclerc (17,4 millones) o la propia Fórmula 1 (32 millones). Las primeras publicaciones de Hamilton con su nuevo uniforme escarlata (“First time in red”, “Primera vez de rojo”) le hicieron ganar medio millón de seguidores, pero a Ferrari se le sumó otro tanto.
En una semana, la publicación tuvo más de 4,3 millones de likes y más de 75 mil comentarios. Se calculó que los sponsors cuyos logos se advierten recibieron en repercusión mediática el equivalente a medio millón de dólares. Y la competencia ni siquiera ha comenzado.
¿Supone también la llegada de Hamilton la obligación de un título? Ferrari quiere campeón a Ferrari, con prescindencia del piloto. Leclerc es el niño mimado dei tifossi, pero Hamilton, como se vio, está destinado a competirle en idolatría. En las redes ya lo vence, pero, trasladada a la pista esa contienda por la popularidad, el resultado es impredecible. Lo que Elkann quiere, y desde allí para abajo todos los cuadros, es que la Ferrari gane el torneo de Constructores, lo que, más allá del dinero que eso representa, supone un brillo y una constatación de jerarquía que pegará de lleno en el aura pasional de los negocios ferraristas.
Además, está por verse que en la pista Hamilton logre ser más veloz que Leclerc, quien hoy sigue siendo el piloto más rápido de la Fórmula 1 a una vuelta, inclusive por encima de Max Verstappen, aunque la diferencia se mida en contadas milésimas de segundo. El estilo de conducción del monegasco, más inclinado a la sobrevirancia que el del inglés, le permitirá en general –salvo en circuitos urbanos o artificiales- ser una pizquita más veloz que su divo compañero. Una primera muestra de ello ya se advirtió en el circuito de Barcelona cuando, el 29 de enero, Hamilton vivió su primer contratiempo desplazándose y castigando la problemática SF-23.
El modenés Leo Turrini, otro extraoficial exponente de la Ferrari, publicó recientemente en su blog el siguiente diálogo que mantuvo con Piero, uno de los pocos hombres en Maranello que ya conocían a Hamilton mucho antes de que se cerrara su traspaso:
-¿Podemos creer?
-Bueno, dado que en enero todos somos fenómenos, sí, soy optimista.
-¿Efecto Hamilton?
-El campeón es indiscutible, el personaje tiene un carisma enorme. Con Leclerc hacen una buena pareja.
-¿Ya conociste a Lewis?
-Nos conocemos desde hace mucho tiempo. Verá, es uno de nuestros clientes, le gustan los Ferrari. Nos conocimos en el pasado cuando vino a la fábrica para elegir los detalles de la máquina que compró.
-Pues ahora tendrás nuevas y más frecuentes oportunidades…
-Te diré una cosa: Hamilton tenía la idea de correr algún día con Ferrari, y Ferrari ya la tenía entonces, cuando era simplemente un cliente. Me lo contó cortésmente.
-Por eso no fue una sorpresa que aceptara la propuesta de John Elkann.
-Sí, no me sorprendió. Y estoy contento con el acuerdo.
-¿Ganará de inmediato?
-Eso espero. Obviamente también dependerá del coche que podamos darles a él y a Charles.
Eso es lo que espera Ferrari de Hamilton. Que gane de inmediato. El coche verá la luz el próximo miércoles 19 y hará sus primeros kilómetros ese mismo día con Hamilton al volante. En ese primer contacto ya sabrá el inglés si podrá estar a la altura de las gigantescas expectativas que ha despertado.