“Lo viví como si estuviera jugando en mi pueblo”: el desparpajo de Germán Gómez, revelación argentina en la VNL 2025
El opuesto correntino dialogó con Insiders pocos días antes de luchar por la clasificación al Final 8. Su vida deportiva es la historia de un crecimiento meteórico y casi inverosímil.
El jueves 12 de junio, al terminar la sesión de video, el entrenador Marcelo Méndez anunció el equipo titular que esa noche saldría a enfrentar al local Canadá, en la segunda presentación de la Selección Argentina en la VNL 2025 de vóley masculino. “Me nombró y me puse recontento. Sabía que era una oportunidad muy grande, pero siempre trato de estar tranquilo y confiar mucho en lo que puedo dar. Si estoy así, relajado, en la cancha lo hago mucho mejor que si entro nervioso”, dice Germán Gómez, la revelación de la celeste y blanca en la temporada 2025, en diálogo con Insiders.
“Estaba feliz porque Marcelo me hubiera dado la titularidad. Eso demostraba que él confiaba en mí. Y yo quería demostrarle que puedo y que quiero asumir esa responsabilidad en esos partidos. Era súper motivante”, explica.
Cuando llegó al Centre Vidéotron, el estadio de Québec, siguió suelto, sin mayores tensiones, como si no fuese un punto de quiebre. “Prefiero estar así, relajado, y concentrarme para la entrada en calor. Ahí ya me mentalizo para lo que se viene. Para ‘entrar a matar’”, explica con una hermosa tonada correntina, la de un pibe de 22 años que tiene una historia alucinante, meteórica y casi inverosímil en el deporte de alto rendimiento. Hasta la pandemia de COVID, apenas concebía el vóley como un pasatiempo: apenas para “boludear un rato” con su hermana Luciana.
En ese partido contra Canadá, el primero como titular en la Selección Mayor, anotó 19 puntos: cinco de ellos llegaron en el tie-break, cuando las papas quemaban. Nadie sabía, a esa hora que se convertiría el máximo anotador argentino en cuatro de los ocho juegos de la VNL 2025. ¡Y eso que el de Canadá no está en ese listado, porque esa noche Luciano Palonsky hizo 25!
–Supongo en algún momento de la VNL te sorprendiste a vos mismo y dijiste: “¡Mirá cómo le estoy pegando y contra quiénes estoy pegando así!”.
–¿La verdad? Nunca me puse a pensar en eso. Disfrutaba estar en cancha con mis compañeros y trataba de dar lo mejor de mí para que el equipo funcione. Entraba a hacer mi juego, al máximo de lo que sé dar, sin mirar tanto al rival. Y en ningún momento me dije: “Uy, ¡qué bien estoy!”. Lo viví como si estuviera jugando en mi pueblo.
–Aunque lo vivieras sin presiones, ¿no hubo ningún partido en el que sintieras que estabas plasmando un nivel altísimo?
–Contra Países Bajos, en el primer partido de la semana que jugamos en Serbia, ataqué muy bien unas cuantas pelotas y saqué fuerte. Y ahí me di cuenta de que las cosas estaban muy bien. Y eso me transmitía más confianza. Pero a toda la serie de partidos, en Canadá y Serbia, la viví como una experiencia hermosa e increíble, en la que traté de disfrutar y ser útil para el equipo.
Gómez fue el máximo anotador argentino en las tres victorias de la segunda semana de la VNL, que se inició con ese triunfo frente a Países Bajos que menciona en la entrevista. Anotó 17 frente a los neerlandeses, 20 contra el local Serbia y 22 frente a Cuba
–Si hay algo que se destaca en tu juego es la capacidad de salto. ¿Cuánto medís exactamente y cuánto saltás?
–Sin zapatillas mido 1,89. No pude hacer el último test de salto, porque estaba con dolor de rodilla, pero algunas veces llegué a 3,65 metros en ataque. Me midieron saltos con un despegue de 1,20 metro, pero pueden ser casos aislados en un partido. Por lo general puedo mantener sostenidamente saltos de alrededor de 1 metro.
–Después de estos ocho partidos, seguramente recibiste elogios que te conmovieron.
–Me escribieron o hablaron muchas personas del ambiente. Las palabras de Pablo Griboff (su preparador en Montepellier de Francia, esposo de Yas Nizetich) y “Pala” (Ezequiel Palacios, también compañero en el club francés) me pusieron muy contento. También me contactó Facu Conte. Todos destacaban cómo estaba jugando y el sacrificio. Es muy lindo recibir ese cariño.
–¿Qué dijo tu familia?
–Mi familia estaba súper contenta. Mi mamá Dora fue la más emocionada, creo. Dijo que en la tele se notaba que yo era feliz mientras jugaba. Mi papá Luis y mi hermana Luciana también estaban muy contentos y me remarcaron que se notaba que lo estaba disfrutando.
DESPARPAJO, DIVERSIÓN Y UN SALTO DESCOMUNAL
“Lo viví como si estuviera jugando en mi pueblo”, dice Germán sobre la VNL. Su pueblo es Colonia Carolina, o simplemente Carolina, próxima a la ciudad de Goya y más cercana al Río Paraná y a la frontera con Santa Fe que a la capital provincial.
Habría que hurgar en su historia para alcanzar a fondo el significado de la palabra “juego”, porque hasta los 17 años él soñaba con ser futbolista. Se mezclaba en los picados con los más grandes, habitualmente de 9, y se destacaba por sus condiciones atléticas y su salto. El vóley no era más que un pasatiempo. Un juego sin demasiadas reglas ni protocolos. Pura libertad.
“Mi hermana, que es cuatro años más grande, jugaba al vóley. Y a veces me llevaba a sus entrenamientos. Ella me enseñaba el golpe de arriba, el golpe de abajo. Fui aprendiendo de a poco, con las chicas. Yo iba a pasar el rato, no le daba importancia”, recuerda.
Un día lo vio Fabián Mongeló, el entrenador del equipo masculino, y lo invitó a una práctica. Germán fue. Y le tomó el gustito. Pero llegó la pandemia y se terminaron las prácticas.
En pleno confinamiento, creció 15 centímetros. Fue la primera señal. Un hermano por parte de padre le dijo que lo habían invitado a un torneo en Chajarí, Entre Ríos, y lo animó a armar un equipo de amigos. Lo hicieron. Y sucedió algo casi inexplicable. La segunda señal. De un día para otro sintió que había aprendido. Que ahora sabía jugar al vóley.
“En Chajarí me empezaron a salir bien algunas cosas que un día antes no sabía hacer. Fue como que hubiera aprendido a jugar al vóley de golpe. No sé qué pasó. No tengo una explicación”, recuerda.
Después de ese torneo jugaron otro en la ciudad correntina de Mercedes y uno más, esta vez en Carolina, en el que salieron campeones. Se inscribieron, entonces, en un campeonato en Resistencia, Chaco. “El torneo se jugaba sábado y domingo. El sábado, a eso de las 8 de la noche, le ganamos a Policial de Formosa, que tenía a muchos de los jugadores de Liga Argentina”, detalla.
El entorno de Policial le vio unas condiciones tremendas. Se acercaron a hablarlo, pero Germán seguía creyendo que él no estaba a la altura. “¿Por qué me hablan a mí? Yo seguía pensando que había otros compañeros de mi edad que jugaban mucho mejor”, dice con una sinceridad enternecedora. “Pero también hablaron con mi viejo y mi hermana para tratar de convencerme. Y el miércoles fueron hasta casa, en Carolina, y hablaron con mi mamá y mi papá. Yo no tenía muchas ganas. A mí me seguía gustando más el fútbol. Mi hermana me dijo que fuese y probara. Si no me gustaba, me volvía. ‘Bueno, voy y pruebo’, me dije. Ella fue la que me convenció”, precisa.
Pensó que iría a las divisiones formativas de Policial. Pero lo incluyeron, de una, en el equipo de Liga. “Martín López era mi entrenador y me enseñó muchísimas cosas. Me cambió todo. Yo no estaba acostumbrado a entrenarme todos los días ni ir al gimnasio de pesas”, rememora.
Los dos primeros meses le costaron una enormidad. Le dolía todo el cuerpo. Se sentaba y no se podía parar. “Muchas veces me mandaba cagadas, porque me quedaba dormido o llegaba tarde a entrenar. O no les daba importancia a las pesas. A veces hasta ‘robaba’ en algunos ejercicios en el gimnasio. Fue hasta que me di cuenta de la importancia de estar bien físicamente”, reconoce.
A LA SELECCIÓN, MÁS RÁPIDO QUE UN F1
Con pocos meses de vóley formal, aunque ya en un equipo de Liga, Germán fue convocado a la preselección argentina Sub 21 que se preparaba para el Sudamericano de la categoría en Tacna, Perú. “Al recibir la convocatoria yo saltaba de alegría. Y cuando le conté a mi familia, ellos se pusieron a llorar de la emoción. Igualmente, les dije que primero tenía que concentrar con el equipo y ganarme un lugar. Estaba contentísimo de que me hubieran llamado, pero faltaba demostrar que podía quedar en la Selección”, explica.
En Perú, la celeste y blanca fue subcampeona y sacó boleto al Mundial del año siguiente. En su debut internacional, Gómez fue elegido como mejor opuesto del Sudamericano. Sus cualidades atléticas impactaban.
En julio de 2023, ya afirmado en Policial, tuvo su primera experiencia mundialista: 16 puntos en el 3-0 sobre EEUU en el debut y 17 en el 3-1 posterior contra República Checa. En segunda fase, dos actuaciones sensacionales: 28 puntos frente a Bélgica, en un partido clave que terminó 3-2 y 14 tantos en el 3-0 sobre Brasil para pasar a semifinales.
“Contra Bélgica teníamos que ganar sí o sí. Y estaba con muchísimas ganas de jugar. Me acuerdo que arrancamos perdiendo el tie-break y notaba a mis compañeros desanimados. ‘Muchachos, vamos que todavía no se termina”, relata. “Les dije que confiáramos. Que lo íbamos a dar vuelta. Le pegué fuerte al saque, empezamos a remontar y lo ganamos. Y con Brasil fue 3-0 para meternos en semis. Fue hermoso. Aparte, habíamos perdido con ellos la final del Sudamericano y teníamos la espina clavada, así que queríamos ganarles”, repasa.
MOMENTO SOÑADO, FUTURO AMBICIOSO
Entre la medianoche del este martes 15 de julio de 2025 y la madrugada del domingo 20, Argentina jugará todas sus fichas, en sus últimos cuatro partidos de la fase regular de la VNL. La Selección enfrentará sucesivamente a Brasil, Japón, Estados Unidos y Turquía, en busca de una de las plazas para el Final 8.
Aun cuando regrese al equipo Bruno Lima, el opuesto titular en los dos últimos Juegos Olímpicos, Gómez parece haberse ganado la oportunidad de mostrar su talento. “Estuvimos entrenando duro para afrontar estos partidos. Somos muy positivos y estamos con mucha confianza, para dar lo mejor de nosotros y también para saber dónde está parada la Selección”, afirma el correntino.
“Me gustaría que Marcelo me dé la responsabilidad de jugar. Quiero entrar y aportarle todo lo que pueda al equipo. Los pibes me hicieron sentir muy cómodo desde el primer día y eso también me permitió expresarme de la mejor manera dentro de la cancha”, agrega.
–Después de lo que mostraste en las dos primeras etapas de la VNL, supongo que cambió tu perspectiva, no sólo para este torneo, sino también para el Mundial de este año.
–Ahora me entreno para tratar de ser titular, de jugar todos los partidos. Obviamente, ahora quiero jugar bien lo que queda de la VNL y quedar en el equipo que irá al Mundial. Siempre quiero más, nunca me conformo. A veces me dicen: ‘Qué buen partido hiciste’, pero yo siempre me acuerdo de una pelota que fallé. Y siempre quiero corregir eso en la práctica siguiente, evolucionar, porque todo el tiempo hay algo para mejorar.
–¿En qué cuestiones estás tratando de mejorar ahora?
–No me gusta nada cuando dejo el saque en la red. Entreno mucho eso. Prefiero que se vaya “larga”. Si es así, quizás algún receptor duda o la pelota le pega a alguien. Si la dejás en la red, chau, se termina ahí. Marcelo Méndez y Horacio Dileo son dos cracks. Me corrigen mucho y aprendo de ellos. Horacio, más en el saque. Marcelo, sobre todo en ataque: me dice que no conviene atacar en diagonal si la pelota viene desde atrás o que busque la última mano del bloqueo cuando tengo enfrente un triple bloqueo. Ésas y miles de cosas que surgen en los entrenamientos. Y me brindan confianza, mucha confianza.
–Se te nota, además, muy suelto con el grupo.
–Los más grandes son unos cracks. Cuando hay jugadores nuevos que llegan a un grupo ya armado, normalmente cuesta un poquito agarrar confianza. Pero nos hicieron sentir muy bien, excelente. Se la pasa muy bien con ellos, en los viajes, en los entrenamientos, en los partidos. Podés estar entrenándote tres horas y lo disfrutás, porque el ambiente de laburo es muy bueno y el grupo está unido: competimos de manera sana y nos apoyamos entre todos.
EN CLUBES, ¿DE PUNTA U OPUESTO?
En clubes, Germán apostó a ser receptor-punta, aunque ahora, con su presente en Selección, sería lógico que se decante la situación: pasará a ser opuesto, la función en la que, en principio, más rinde.
“Me gusta ser opuesto, claro, pero también quería probar y ver cómo me iba como punta. Me cuesta mucho recibir y por eso estoy más incómdo. Como opuesto no tengo que pensar en la recepción, sino en ataque. Y tengo mayor libertad”, plantea.
“Igualmente quiero seguir entrenando la recepción, porque quizás en algún momento o partido me necesiten de punta. Aunque ahora ya creo que voy a quedar como opuesto”, detalla.
En la temporada 2023/24 fichó en el Montpellier de Francia, con la intención de jugar de punta. No pudo afirmarse. En su puesto había jugadores consagrados, como el argentino Ezequiel Palacios, el alemán Moritz Reichert y el finlandés Luka Marttila. Germán entraba en el doble cambio, como segundo opuesto.
–¿Qué fue lo más positivo de aquella experiencia en Francia?
–Entender el profesionalismo: qué debe hacer un atleta para ser profesional. No es sólo por jugar profesionalmente al vóley, sino que está en los cuidados, el descanso, la alimentación y todo lo que complementa los entrenamientos. Había muchos compañeros que eran muy buenos dentro de la cancha, pero también los admiraba afuera también. Y soy muy agradecido por lo que me brindó Pablito Griboff en la preparación física y en lo humano.
–¿Cómo se dio la idea de volver a la Liga Argentina y jugar en Ciudad?
–Mi familia me extrañaba mucho y justo me hizo la oferta Ciudad: no sólo estaba el volver a la Liga, sino que jugaríamos el Sudamericano de Clubes y sobre todo el Mundial de Clubes, dos competencias muy lindas. Y era volver a jugar en Argentina ya con más responsabilidades. A mi familia le dije que volvía un año pero que la idea era irme de nuevo al exterior. Y ellos dijeron que apoyarían cualquier decisión que tomara.
–Más allá de tu familia, imagino que te volviste el personaje famoso de Carolina.
–Me reciben muy bien cada vez que vuelvo. Y hay algo que me pone muy contento: esto que me pasó a mí hizo que mucha gente de todas las edades empezara a jugar al vóley, especialmente niños y hasta nenitos muy chiquitos. Ahora hay Sub 13, Sub 14, Sub 16, liga A, liga B, liga C. Me encanta todo eso.
–Si bien fuiste campeón de Liga, repasé algunas planillas y en el Mundial de Clubes le hiciste 13 puntos a Trentino, el actual campeón de Italia.
–Me había esguinzado un tobillo poco antes del Mundial y llegué “más o menos” al torneo. Contra SADA de Brasil había sido suplente y contra Trentino tenía muchas ganas de jugar, aunque me doliera el tobillo. Creo que fue mi primer partido jugando desde el arranque con Facu Conte. Cuando mi hermana me empezó a enseñar, yo no sabía nada de vóley, pero jodiendo le decía: “Yo soy Facu Conte”. Por eso, compartir la cancha con él ya era una locura. Y me sentí cómodo. Fue hermoso jugar contra Michieletto, Lavia y todos esos jugadores que la rompen.
–Una vez que te metiste en el vóley, ¿a qué jugadores admirabas?
–De los internacionales, Yuki Ishikawa, Wilfredo León, Earvin Ngapeth y Simone Giannelli. En la Selección Argentina siempre me fijaba en Facu, como dije, y en Bruno Lima y Luciano De Cecco.
–Vas al Teruel de España y seguramente habrá muchos ojos siguiendo tu desempeño. ¿Cuáles son tus expectativas?
–Voy a dar todo por esa camiseta, defenderla a muerte. Estoy contento y ansioso por dar lo mejor de mí y que el equipo llegue lo más alto que pueda. Vamos a ser varios jugadores argentinos con un entrenador argentino, Fabian Muraco. ¡Va a estar bueno! Además, unos cuantos compañeros españoles ya me mandaron mensajes de bienvenida, así que quiero ir a mostrar todo lo que puedo dar. Me encantaría ser campeón.