Los Pumas y un triunfo épico para quedar en la historia grande
Los dirigidos por Felipe Contepomi ganaron 28-24 en Dublin en el primer test del año. Tomás Albornoz fue la figura.
Hace veinte años, en Cardiff, Los Pumas rozaron la gloria con los dedos. Estuvieron a segundos de escribir una de las páginas más inolvidables de su historia frente a los British & Irish Lions. Pero el destino, caprichoso como el deporte mismo, les negó el grito final. Aquel empate 25-25 se celebró igual, como se celebra lo grande cuando se reconoce el esfuerzo y la entrega sin condiciones.
Desde entonces, el rugby argentino cambió para siempre. Creció, se profesionalizó, se volvió protagonista. Pero hubo algo que jamás se modificó: esa ambición voraz por desafiar imposibles.
Y ahora, dos décadas después, el 20 de junio de 2025 ya se ganó su lugar en la memoria. Porque hay fechas que no se olvidan. Porque hay partidos que se sienten como epopeyas incluso antes de jugarse.
Este 28-24 ya está en la historia grande del deporte argentino. En Dublín, Los Pumas jugaron a un nivel altísimo y, como exige este tipo de duelos, nunca dejaron de estar en partido y terminó con lágrimas en los ojos por una victoria inolvidable. La defensa y el coraje fueron la bandera, pero también, y sobre todo, este equipo liderado por Felipe Contepomi mostró que sabe jugar —y muy bien— al rugby.
En una primera etapa brillante, que cerraron con un inesperado 21-10 a favor, desplegaron toda su jerarquía. Ignacio Mendy fue uno de los puntos más altos y apoyó un try de colección. Tomás Albornoz también brilló con una conquista de contragolpe en el tiempo cumplido, una muestra más de ese gen competitivo que define a este seleccionado. El tucumano cerró un primer tiempo perfecto con 16 puntos (un try, tres penales y una conversión).
Gonzalo García y Albornoz manejaron los hilos con precisión quirúrgica. Julián Montoya, Pablo Matera y Juan Martín González, referentes absolutos, encabezaron un pack que no para de regenerarse con piezas de alto vuelo. Gonzalo Oviedo sacó a relucir toda su potencia y fiereza en el contacto. Pedro Rubiolo, en franco ascenso, demostró que puede ser titular en cualquier cancha del mundo. Joel Sclavi es una garantía. Y entre los backs, Justo Piccardo se bancó en su debut como titular el rigor ante dos colosos como Bundee Aki y Sione Tuipulotu, mientras que Lucio Cinti volvió a brillar. Y que Santiago Carreras es un jugador world-class ya no lo duda nadie.
Contra equipos repletos de estrellas como los Lions, el desafío es sostener el ritmo durante los 80 minutos. Cada ingreso desde el banco rival parece elevar aún más el nivel. Pero estos Pumas son otra cosa. No se achican. No negocian. Y no temen.
El segundo tiempo empezó cuesta arriba. Un try penal a los cinco minutos tras un line y maul, sumado a la amarilla a Mayco Vivas, y un try de Tadgh Beirne dejó el partido patas arriba: de un 21-10 se pasó a un 21-24. En otro tiempo, ese cimbronazo hubiera sido letal. Esta vez, no. Resistieron. Se rearmaron. Y volvieron al partido con inteligencia, carácter y determinación.
Isgró fue otro de los destacados, y de una pelota aérea suya nació la conquista de Santiago Cordero, ese wing inoxidable surgido en Regatas de Bella Vista que siempre le da alegrías al seleccionado. Albornoz encontró el espacio, Moroni —el eterno— metió un kick quirúrgico, y Cordero voló. Sí, Moroni, el que no necesita ser titular para dejar su huella en las grandes gestas.
La capacidad de adaptación de este equipo también fue ejemplar. Por un golpe en la cabeza, Moroni debió salir; González pasó a jugar de wing, Isgró de centro. Nada cambió. El equipo no se desordenó. También entraron debutantes como Boris Wenger o Simón Benítez Cruz para los últimos minutos. Todos estuvieron a la altura.
Y entonces defendieron con el alma. Los Lions tuvieron oportunidades, claro. Pero Los Pumas se volvieron inquebrantables. Esta vez, la gloria no se les escapó. Ninguno de ellos estuvo en Cardiff hace veinte años, es cierto. Pero todos jugaron con esa historia en la cabeza. Y esta vez, el final fue diferente.
Fue un triunfo histórico, sí, pero también la confirmación de un proceso que no deja de crecer y que alimenta la ilusión. Hay recambio. Hay nuevos líderes. Hay promesas que ya son certezas. Hay hambre de gloria. Y hay un entrenador que le está imprimiendo al equipo la mentalidad ganadora que tuvo como jugador.
El 2025 no podría haber empezado mejor. Los British & Irish Lions son un emblema del rugby mundial. Y estos 23 argentinos los hicieron caer en su propia tierra. La próxima vez que se crucen —quién sabe cuándo—, ya no se hablará tanto del pie del Ninja Todeschini o del penal agónico de Jonny Wilkinson. Se hablará del cerebro de Albornoz, del coraje del pequeño gigante García, de la potencia de Oviedo, del corazón de Matera, del liderazgo de Montoya, de las pisadas de Kiki Mendy, del Superman Isgró y de esa dupla histórica, Moroni-Cordero, para un try que ya es leyenda.