Los reyes del circuito
Nos acostumbramos a ver el Alcaraz-Sinner en la final. Y si están en torneos separados, como esta semana, festejan ambos. ¿Dominio? ¿Falta de oponentes? Federer lanzó la primera piedra…
No hay secretos ni sorpresas en el circuito por estos meses. Carlos Alcaraz y Jannik Sinner dominan por completo la escena. El español alcanzó la final en los últimos 9 torneos que disputó, mientras que el italiano llegó a la definición en 7 de los 8 eventos que jugó en la temporada. Entre ambos se repartieron los títulos de Grand Slam, incluso enfrentándose en tres finales. Y en los Masters 1000 también ejercieron su supremacía, aunque dejaron algo para el resto por sus ausencias: Alcaraz jugó 5 y ganó 3; mientras que Sinner llegó a la final en los 2 que jugó, cayendo en ambos ante su némesis en la definición.
El 1 y el 2. El 2 y el 1. Alcaraz no sólo recuperó el número uno del mundo en el US Open, sino que esta semana, en Tokio, alcanzó un nuevo récord personal de triunfos en un año: hoy está con una marca de 67-6, por encima del 65-12 de 2023. Y se convirtió en el sexto jugador en la historia en ganar 8 títulos en una misma temporada. ¿Los otros que lo lograron? Claro, el Big 4 de Roger Federer, Rafael Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray. ¿Quién más? Sí, Jannik Sinner, en 2024.
Los números del italiano también son impactantes, aunque con una escala menor por la “ventaja” que dio tras el arreglo al que llegó con la Agencia Mundial Antidopaje para cumplir una sanción de tres meses entre el Australian Open y el M1000 de Roma. Ganó 42 partidos y sólo fue derrotado por dos jugadores: Carlos Alcaraz -en 4 oportunidades- y Alexander Bublik. Tres títulos y 4 finales en ocho torneos disputados, con ese traspié en Halle ante el kazajo.
¿Estamos ante dos monstruos? Sí. De eso no hay dudas. El nivel de Alcaraz y Sinner asciende semana a semana. Cada vez juegan mejor, agregan más variantes a su repertorio de juego y crecen físicamente. Día a día se superan. La rivalidad los alimenta. Tener al otro parado del otro lado de la red es el combustible necesario para seguir mejorando. Como ya ha pasado tantas veces en el circuito: Borg-Vilas, Connors-McEnroe, Sampras-Agassi y Federer-Nadal-Djokovic, entre otros.
Los rivales también tienen su parte en esta historia. La generación de los Zverev, Medvedev y Tsitsipas tienen un mar de dudas en la cabeza; Casper Ruud, con el aval de tres finales de Grand Slam, a veces se asoma como una amenaza, como esta semana en Tokio, pero su año está lejos de las expectativas y lo de Madrid parece más un oasis que la realidad. Holger Rune, sumergido entre problemas físicos, enojos y alguna que otra pelea con jugadoras del circuito femenino. Jack Draper, afuera por lesión; y Ben Shelton, con dolores en su cuerpo y aún respetando demasiado a ciertos oponentes.
¿Hay una tercera pata en esta historia? Sí, y la desnudó ni más ni menos que Roger Federer por estos días en la Laver Cup, la exhibición que perdió fuerza al no contar con ningún integrante del Big 4 por tercer año consecutivo -y cuarta en las últimas cinco ediciones-.
“Los directores ahora piensan: ‘Quiero un Sinner-Alcaraz en la final’”, señaló el gran RF en el podcast Serve with Andy Roddick. “Los entiendo. Siguiendo instrucciones intentan hacer las superficies más lentas. Esto obliga a conectar golpes ganadores extraordinarios para vencerlos. Si las canchas fueran más rápidas tal vez con acertar un par de golpes en el momento justo se los puede derrotar”, remarcó.
Y no frenó. Federer clavó otro winner y siguió argumentando. “La velocidad de la cancha es básicamente la misma cada semana. Y por eso se puede pasar de ganar, no sé, Roland Garros, Wimbledon y el US Open jugando de la misma manera. En mi época eran partidos de ataque y contraataque. Ahora todos juegan de forma similar. Nos gustaría ver a Alcaraz o Sinner en las canchas súper rápidas y luego jugar el mismo partido en las canchas súper lentas y ver la diferencia”, señaló.
¿Esto es así? En parte sí, pero no debemos dejar de lado el detalle que la tecnología también hizo su aporte en la evolución de las raquetas, las bolas y las cuerdas y hoy se juega mucho más rápido que hace unos años. Por eso, en gran parte, el ‘saque y red’ no resulta tan efectivo, ni siquiera en césped. Hoy la pelota viaja más veloz desde que parte del servicio, pero también desde la devolución. Y muchas veces el jugador queda pagando a mitad de camino en su recorrido hacia la red. Los tiempos han cambiado. Así como Federer no se encontró con el mismo tenis de la década del ‘60.
También es cierto que no es la primera vez que Federer se ha expresado así. Lo ha hecho en varias ocasiones, como en 2011, con Rafael Nadal como principal contrincante. Un verdadero versus, por arquetipo de jugadores, de estilo de canchas rápidas frente estilo de superficies lentas. “Es curioso, pero últimamente veo más peloteos desde el fondo en Wimbledon que en Roland Garros. El césped es demasiado perfecto y las bolas algo más lentas”, se quejaba por entonces el suizo. Y el zurdo de Manacor respondía: “Lo de que la pista es más lenta es una farsa. Desde mi punto de vista está equivocado”, decía en el All England Club, donde ya se había consagrado en 2008 y 2010. “La pista es exactamente igual”, agregaba.
Y ocho años después, Nadal mantenía su discurso en La Catedral. “Honestamente, la superficie para mí es la misma que siempre. He estado jugando aquí desde 2003, no veo una diferencia. Cuando escucho a la gente decir: ‘Eso es muy lento, más rápido, más lento que nunca ...’ Siempre lo mismo”.
Pero salgamos del césped.
Ópticamente se está jugando un tenis rapidísimo por momentos. Vemos servicios y tiros ganadores, sobre todo de Alcaraz y Sinner, a velocidades superlativas. Pero según el sitio Tennis Abstract este 2025 puntualmente es el que tiene superficies más lentas en los últimos años, según el sistema de medición que utiliza, basado en la tasa de aces ajustada por sacadores y devolvedores. En esta escala, Tokio y Beijing, torneos ganados por Alcaraz y Sinner esta semana, están apenas por encima de la velocidad del ATP 500 de Río, que se jugó sobre polvo de ladrillo. Incluso el clay de Gstaad, según esta escala, fue más veloz que el torneo chino.
De los torneos más rápidos del año tenemos a tres sobre césped y los recientes Hangzhou -el más veloz del sistema de medición- y Chengdú en hard. En pasto el ranking fue en Queen’s, Stuttgart y Halle con Alcaraz, Alexander Zverev y Alexander Bublik -derrotó a Sinner en 2da. Ronda-. como campeones El primer torneo de escala 1000 en este ranking es Cincinnati, en el puesto 15, con Alcaraz y Sinner llegando a la final; y después, Miami, en el 18, con derrota del español en su debut ante David Goffin y con la ausencia del italiano, cumpliendo su sanción por doping. En tanto, el torneo más lento del año sobre hard fue en Indian Wells, con Carlitos cayendo en semis y Jannik estando ausente. En tanto, aún sin jugarse este año, el torneo más veloz de 2024 para Tennis Abstract y también para Tennis Edge, otro sitio que se sumerge en el tema, es el ATP 500 de Basilea. Sentite orgulloso, Roger.
Curioso es en tanto, teniendo en cuenta la crítica y cuándo fue esgrimida por Federer, que la superficie de la Laver, exhibición apadrinada por él, tenga la cancha de hard más lenta de la temporada. Ahí, en el montaje con arena y varias capas debajo del tradicional negro, buscan que los jugadores tengan mayores intercambios de golpes y que todo sea más tirando para el lado del show. Es cierto, no estuvo Sinner, como tampoco lo estuvo en las ediciones anteriores, pero Alcaraz se llevó puesta una derrota en sets corridos ante Taylor Fritz, lo que echaría por tierra el desarrollo de Federer. Un dato a no dejar pasar. Esto, por más que la estadística de partidos cuenta de manera oficial (sin repartir puntos), no deja de ser una exhibición, por más que se esfuercen Roger, Rod Laver, la ATP y compañía.
Lo cierto es que Sinner y Alcaraz vienen ganando en todas las canchas. Pero también es cierto que las canchas más rápidas del circuito son la de Paris Bercy y, año a año, la del ATP Finals. Y aún quedan por delante en el calendario. Ahí nunca fue campeón Rafael Nadal, jugando apenas dos finales del Masters (2010 y 2013); ni tampoco Carlos Alcaraz. “Honestamente, esta cancha es muy rápida para mí. Depende de cada jugador. Hay algunos a quienes les gusta, pero creo que si la pista fuera un poco más lenta sería más entretenido para la gente, con más intercambios y más tenis para ver“, resaltaba Carlitos en el M1000 francés en 2024. Ahí en París tampoco fue campeón ni jugó una final Sinner. Veremos qué pasa este año.
“Al final, somos tenistas y cada semana hay diferentes condiciones, distintas pistas y bolas. Y hay que acostumbrarse, aunque creo que en algún momento esto debería ser distinto y mejor”, apostilló Alcaraz en la capital gala hace 10 meses. ¿Habrá llegado ese cambio?