Los secretos de Arabia Saudita
La evolución del deporte saudí es arrolladora. Sede del Mundial de 2034, su liga interna continúa creciendo y los tentáculos del reino alcanzan cada vez más universos.
El hotel Fairmont de Rabat es un palacio donde Ramón Díaz es el rey.
Es el primer día de febrero de 2023, el sol ya se hundió detrás del río Bu Regreg y el calor pegajoso no amaina en un horizonte tan perfecto que parece irreal. Faltan horas para el debut del Al Hilal saudí en el Mundial de Clubes frente al local Wydad y en una mastodóntica sala de conferencias los jugadores cumplen con el ritual de fotos previo a cada torneo.
En el aire se respira la tensión habitual de los minutos previos a una gran entrevista. Hay nervios, corridas, discusiones, enojos, movimientos de cámaras, ajustes de luces. “En estas condiciones, la entrevista no se hace”, amenaza el jefe de prensa, disconforme con el montaje del set. Las negociaciones son contrarreloj. El glacial aire acondicionado es inútil: puertas adentro no hace calor pero todos transpiran.
La escena es una tragedia marroquí, aunque también podría ser una comedia. En el punto máximo de ebullición, cuando parece haberse cruzado el meridiano de no retorno, una sonrisa desactiva la dinamita. Es esa misma mueca carismática, cargada de picardía, con la que empezó a escribir su carrera en el banco de River Plate en 1995. Y entonces ahí viene Ramón, entra al salón blanco enceguecedor, se sienta en el sillón ante la cámara y encandila con su presencia:
“El fútbol en Arabia Saudita ha crecido muchísimo y va a seguir creciendo porque el país se puso objetivos muy altos para traer a los mejores. Tienen la posibilidad y económicamente pueden traer a los mejores. Está muy claro el ejemplo de Cristiano Ronaldo, que lo trajeron en una cifra increíble -lanza el Pelado y no es inocente: los rivales recién habían abrochado al fenómeno portugués- Y creo que va a ser cada vez más competitivo y más lindo para estar”.
Arabia Saudita tiene un plan. El príncipe heredero y primer ministro Mohammed bin Salman -globalmente conocido como MBS- lanzó en 2016 el programa Visión 2030, un marco estratégico que tiene un objetivo transformador para acabar con su dependencia del petróleo en un país que busca afianzarse como el corazón del mundo árabe con tres mandamientos principales: convertirse en una sociedad vibrante, en una economía próspera y en una nación ambiciosa. La intención es abrir definitivamente el reino al mundo a través de una reforma integral de sus estructuras económicas, políticas y sociales.
Claro que no son pocos los que acusan a Arabia Saudita de estar utilizando al deporte para lavar su imagen. Amnistía Internacional incluso publicó un comunicado de prensa exigiéndole a Cristiano Ronaldo que exponga las vulneraciones contra los derechos humanos. Su Sportswashing afronta una tarea cada vez más sencilla para enmascarar su intervención en Yemen, las atrocidades que comete su regimen autocrático en las que vulnera los derechos de las mujeres y criminaliza a la comunidad LGBTIQ+, además del asesinato del columnista del Washington Post Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul, un homicidio que habría sido ordenado por MBS.
La invasión saudí ataca por todos los flancos: desde influencers que viajan al reino con todo pago para divulgar los supuestos avances internos hasta embajadores que son sinónimo de pureza deportiva. Aunque Lionel Messi se inclinó por la Major League Soccer como destino post Europa, desde mayo de 2022 es embajador de Turismo de Arabia Saudita: el New York Times publicó que recibió 25 millones de dólares por un vínculo de tres años. Entre las cláusulas del acuerdo había un detalle importante: Messi no puede decir nada que salpique a un país bajo la constante lupa internacional.
El deporte es un elemento fundamental en su metamorfosis y el escaparate ideal para mostrarse como una nación cada vez más moderna, progresista y avanzada ante el universo. El deporte como propaganda es un recurso que todos los gobiernos, prácticamente sin excepción, han utilizado a lo largo de la historia. Arabia Saudita, con el manual de Qatar del otro lado de la frontera, sabe bien cuáles son los pasos a seguir pero sus planes son aún más ambiciosos que los trazados inicialmente por los últimos anfitriones de la Copa Mundial.
Alimentado por el financiamiento de su Fondo Soberano de Inversión Pública (Public Investment Fund, PIF, en inglés) el estado saudí se inmiscuyó de lleno en el planeta deportivo. El primer gran cimbronazo fue la creación de un circuito de golf profesional -LIV Golf- que sedujo a una cantidad de golfistas y produjo un cisma en el deporte después de que el PGA Tour estadounidense dictaminara una sanción indefinida para los jugadores que se mudaron a la flamante competición atraídos por una chequera sin límite. Pero todo tiene un precio y después del escándalo, la polémica y el intento de censura, en julio de 2023 el PGA Tour se rindió al LIV Golf y anunció una fusión impensada que aún hoy sigue en negociaciones.
El fondo soberano también firmó un contrato por 650 millones de dólares para celebrar uno de los grandes premios de la Fórmula 1 durante la próxima década, celebró el multimillonario torneo de tenis Six Kings Slam en el que Jannik Sinner se llevó seis millones de dólares por el título y organizó épicos combates de boxeo como la revancha por la corona de los pesados entre Anthony Joshua y Oleksandr Usyk y la inolvidable doble velada protagonizada por Usyk y Tyson Fury.
En su horizonte se avizoran los Juegos Asiáticos de Invierno de 2029, una cita que se realizará en un país desértico gracias a la construcción de un complejo de esquí para todo el año, un lago de agua dulce y hoteles de lujo en la futurista NEOM, una ciudad que se edificará sobre 500.000 millones de dólares, y los Juegos Asiáticos de 2034, dos pasos previos a uno de los dos mayores objetivos de su iniciativa: los Juegos Olímpicos de verano.
Su desembarco en el fútbol fue aplastante. Primero fue la adquisición del centenario Newcastle, que el pasado 9 de diciembre celebró sus 132 años de existencia, en una batalla que celebró pese a la reticencia de varios dueños de la Premier League. La inyección del consorcio convirtió a las Urracas en uno de los clubes más ricos del mundo y en menos de dos años pasó de pelear el descenso a luchar por la clasificación a la Champions League. Durante el camino, los nuevos propietarios tiñeron con los colores sauditas sus equipaciones en una apuesta que podría ser apenas su primer acercamiento a la liga más poderosa del mundo.
El histórico triunfo ante Argentina en su debut en la Copa Mundial de Qatar 2022 sacudió la lógica y postuló ante el universo el nivel de su liga: los 26 convocados por el francés Hervé Renard se desempeñaban en casa, una liga capaz de mantener a los mejores talentos surgidos de sus entrañas como Salem Al-Dawsari y Saleh Al-Shehri, los verdugos de la Scaloneta en Lusail.
El 11 de diciembre de 2024, la FIFA oficializó a Arabia Saudita como el organizador de la Copa Mundial de 2034: "Es único, Arabia Saudita, un país que se está abriendo al mundo desde hace unos años con un proceso de organización plenamente encarrilado, y la Copa Mundial de la FIFA será sin duda un catalizador para las mejoras y cambios sociales aquí. Y trabajaremos todos juntos para abrir Arabia Saudí aún más al mundo y garantizar que el mundo vea [el país], que sean testigos de la hospitalidad que ofrece Arabia Saudí: la naturaleza, la cultura, la gastronomía. Todo, no solo lo que les gusta a los aficionados al fútbol, sino a todo el mundo”, anunció el presidente Gianni Infantino.
Pero Arabia Saudita también se fortaleció puertas adentro: un mes después de su proeza qatarí, el 30 de de diciembre de 2022, el Al-Nassr incorporó a Cristiano Ronaldo: “Mi trabajo en Europa está hecho, rompí todos los récords y quiero hacerlo también acá, estoy orgulloso de este nuevo reto. No es el final de mi carrera”. La contratación de CR7 fue la antesala de la revolución: su avanzada más estridente fue el 5 de junio de 2023 cuando el PIF desembolsó una cifra billonaria para convertirse en el máximo accionista de cuatro de los dieciocho equipos de la Liga Profesional Saudí. Al-Ahli, Al-Ittihad, Al-Hilal y Al-Nassr se convirtieron en el flamante Big Four.
Esa inversión reconfiguró el mapa del fútbol y erigió a Arabia Saudita como un destino apetecible a fuerza de chequera: firmaron a más de una veintena de grandes nombres, leyendas como Karim Benzema, emergentes estrellas como Rúben Neves e incluso prospectos como Gabri Veiga, del fútbol europeo con la obsesión de escalar hasta convertirse en una de las diez ligas más importantes de la Tierra.
Sus negociaciones no son caprichosas y, aunque los protagonistas vistan camisetas distintas, tienen un gran responsable: Michael Emenalo fue designado como el primer director de fútbol de la liga saudí. Tras su retiro del fútbol, el lateral izquierdo nigeriano asumió el rol de director en el Chelsea y fue responsable de rubricar fichajes de la magnitud de Eden Hazard, Kevin De Bruyne, Mo Salah y N'Golo Kanté. Después de dos años al frente del Mónaco, Emenalo se mudó a Arabia Saudita para definir la identidad de su fútbol vernáculo.
Al-Hilal, el club más grande de Asia según Ramón Díaz, fue uno de los principales beneficiados. Ya sin el Pelado, quien se mudó a Brasil para salvar del descenso al Vasco da Gama después de caer con el elenco saudí en la final ante el Real Madrid en su épica aventura en el Mundial de Clubes 2022, Al-Hilal le encomendó el timón a Jorge Jesús, el entrenador del Flamengo que remontó ante River en la final de la Libertadores 2019, y le diseñó un Dream Team.
Ocho meses después, el Al-Hilal pulverizó el récord de 28 triunfos consecutivos, hasta entonces propiedad del The New Saints galés, tras vencer al Al-Ittihad de Marcelo Gallardo, Benzema, Kanté y Fabinho en los cuartos de final de la Champions League asiática. Líder invicto e inalcanzable en la Liga Profesional, levantó el título sin siquiera perder un partido en todo el campeonato.
Nahuel Lanzón, especialista en fútbol exótico y creador de la cuenta Gol Saudí, bucea por los secretos de su éxito: “Creo que a diferencia de otros equipos saudíes, el Al-Hilal ya venía con una buena base de jugadores locales (casi todos de selección saudí) y extranjeros, a los que le sumó incorporaciones clave que se terminaron adaptando rápidamente al equipo. Incluso se dio el lujo de no tener a Neymar y aún así el equipo voló. Mitrovic como delantero se adaptó rápido y sacó mucha diferencia. Koulibaly atrás dio mucha confianza (algo que en otros equipos no pasa) y Bono también ayudó en el arco a mantener solidez defensiva. Ese balance que le dio también tácticamente Jorge Jesús para mi hace la diferencia, especialmente en una liga saudí que con los extranjeros de élite de los cuatro gigantes quedó muy desbalanceada”.
Al-Hilal evoluciona como una marca cada vez más internacional. Ya sin Neymar, quien volvió al Santos para intentar reencontrarse con el fútbol que lo hizo feliz, su nómina es una constelación de estrellas que participará del próximo Mundial de Clubes: compartirá grupo con Real Madrid, Pachuca y Salzburgo. El próximo 18 de junio debutarán ante la Casa Blanca en Miami frente a los ojos del mundo.
Esta es otra realidad, otra Arabia Saudita, otro fútbol. Es marzo de 2024 y en el otro extremo de la tabla, con muchas tristezas y pocas alegrías, Al-Hazem marcha último en la tabla de posiciones: el descenso a la segunda categoría parece inevitable y se concretará pocas semanas después. En aquel plantel no había nombres estridentes ni refuerzos de categoría. El uruguayo Daniel Carreño era el entrenador, un ex delantero que vistió las camisetas de Montevideo Wanderers, Lens y Nacional como jugador antes de comenzar una carrera como entrenador que en septiembre de 2012 lo llevó a dirigir al Al-Nassr, donde fue campeón antes de que mutara en la residencia de Cristiano.
Al-Hazem fue su quinta travesía saudí, tras dirigir en dos etapas al Al-Nassr, a Al-Shabab y a Al-Wehda. Carreño, quien ahora regresó al Al Wehda, tuvo que gestionar la normalidad ahora convertida en escasez por la abundancia que lo rodea y es una voz más que autorizada para recorrer la transmutación del país durante la última década: “En 2013 solamente podían jugar dos extranjeros por equipo y la mayoría eran brasileños. Después se agregó uno más que tenía que ser de nacionalidad asiática. El fútbol siempre fue muy popular. Ahora se hizo una liga muy competitiva, muy vista desde afuera, pero ha perdido un poco la pasión del hincha saudí. Las entradas aumentaron muchísimo el precio. Pero igual se vive con pasión a través de la televisión y las redes sociales. La liga ha mejorado a nivel futbolístico por la cantidad de extranjeros”.
Pero Al-Hazem y Carreño son la otra cara de una misma moneda: “La liga ha evolucionado por la calidad de extranjeros, de sus entrenadores. Más allá de que siempre fueron extranjeros y de buen nivel. Se permitió la cantidad de ocho extranjeros y ahora se extendió a diez. Pero deberían hacer una liga más pareja. Hay mucha diferencia entre los cuatro equipos grandes con el resto. Tienen que mejorar la infraestructura en los clubes. A nivel de entrenamientos, concentración. tienen muy buen nivel, pero le falta tener un complejo deportivo para cada club, les falta mejorar el fútbol infantil sin duda. Apuntar a un futuro más lejano”.
La evolución y el aumento considerable de extranjeros, cada vez de mayor nivel, puede ser contraproducente. “La gran pregunta es cómo va a hacer la selección saudí para evolucionar al nivel de la liga si los jugadores locales no tienen mucha competencia, y qué bien le hará al fútbol saudí en el futuro -se pregunta Carreño-. A nivel internacional, el nombre país y nombre Arabia Saudita está resonando por la calidad de jugadores que llegan a la liga, pero todavía hay una incertidumbre alrededor de lo que pueden recoger los saudíes”.
Para Sebastián Tagliabúe, delantero argentino que representa a Emiratos Árabes Unidos y que jugó tres años en Arabia Saudita, será un movimiento que incrementará la jerarquía de sus jugadores: “Que aumente la cantidad de extranjeros hace que el nivel de la liga se eleve cada día más. Eso le va a sacar posibilidad a muchos locales, porque cuantos más extranjeros menos locales, pero los pocos locales que jueguen van a ser realmente los buenos y los van a potenciar, como está pasando en Arabia Saudita”.
Después de la eclosión de refuerzos estelares, Arabia Saudita navega por la fase de consolidación en la que proyectos faraónicos como China y Qatar naufragaron. “No tienen problemas económicos -explica Ramón-. El problema es que el jugador se adapte a lo que es el sistema, a lo que es el calor. Hay momentos que son realmente complicados, pero si te adaptás y venís con predisposición para quedarte, la pasás bien”.
En su segundo mercado, después de la erupción saudí en junio de 2023, tan sólo Renan Lodi e Ivan Rakitic emigraron desde Europa al reino. Pero fue apenas un estancamiento mínimo condicionado por la falta de cupos para incorporar extranjeros. Aunque en aquel entonces la mejor incorporación en la ventana de enero fue la continuidad de sus figuras, más allá de que Jordan Henderson sembró el pánico. El mediocampista que durante doce años vistió la camiseta del Liverpool inglés, que sometió su legado al escrutinio público al mudarse a un país que no comulga con los ideales que había enarbolado durante su etapa en Inglaterra, se desilusionó en seis meses y dejó sobre la mesa una suculenta cifra para volverse al Viejo Continente para vestir la camiseta del Ajax neerlandés. No fue el único aliado que Steven Gerrard perdió durante su era en el Al-Ettifaq, un matrimonio que se divorció en enero de 2025: Ian Foster, su mano derecha, había regresado a Inglaterra para dirigir al Plymouth Argyle de la segunda categoría.
El descontento de Benzema, quien se había ausentado de los entrenamientos de pretemporada para sumergirse en un pulso con Gallardo después de un inicio de temporada cargado de críticas que lo forzaron a borrar su cuenta de Instagram, amagó con desatar un cataclismo pero finalmente se reunió con sus compañeros para afrontar la segunda parte de su campaña.
El defensor Aymeric Laporte expresó públicamente su disconformidad aunque decidió continuar en el Al-Nassr: “Es un gran cambio comparado con Europa, pero a fin de cuentas todo es sobre adaptarse. No lo hacen fácil para nosotros. Hay muchos jugadores descontentos. Se lo toman todo a la ligera. El ultimátum que les puedas dar no les importa. Negocias una cosa y luego no te la aceptan después de haberla firmado. Te la pelean. Quizá no están acostumbrados a esto y tienen que adaptarse a un poco más de seriedad. De momento, no me he planteado mi salida, pero si estoy decepcionado en tan poco tiempo, te preguntas qué hacer. Aún no ha llegado ese momento, pero de cara al futuro podría serlo si esa dinámica sigue así”.
Aunque la frase resonó en letras de molde en los titulares de los medios internacionales, Arabia Saudita controló los daños. En simultáneo, varios movimientos tras bambalinas le auguran un futuro auspicioso: Ramón Planes, ex secretario técnico del Barcelona y del Betis, se marchó al Al-Ittihad y Esteve Calzada se desvinculó del City Football Group para sumarse al Al-Hilal como CEO. Y en el último mercado conmocionó nuevamente al mundo al contratar a Jhon Durán, el colombiano maravilla que se estaba luciendo en el Aston Villa, protagonizó la última revolución: el Al-Nassr de CR7 desembolsó 77 millones de euros por su pase.
360 el proyecto y sí, viene atado con parques de diversión, ciudades y turismo de lujo en donde no había nada. Muy bueno Mati.