Doncic a Lakers: hay vida después de LeBron
Considerado uno de los traspasos más inesperados en la historia del deporte estadounidense, Luka Doncic se mudó a los Lakers en un movimiento que conmocionó al mundo.
En la entrada del American Airlines Center, la casa de los Dallas Mavericks, un Dirk Nowitzki de bronce blanco ensaya un fadeaway inmortal. La estatua de siete metros había sido una promesa de Mark Cuban, dueño mayoritario de la franquicia durante 23 años, al mito alemán durante su último encuentro como local. El 25 de diciembre de 2022, en la previa de un cruce de temporada regular ante Los Angeles Lakers, Dirk y su hijo de siete años develaron el flamenco eterno. En la base de la efigie, tallada para siempre, se lee una frase elegida por el propio Dirk: “La lealtad nunca se desvanece”.
Considerado uno de los mejores de la historia, Nowitzki fue uno de los líderes de la legión que revolucionó la perspectiva sobre los extranjeros de la NBA estadounidense. Elegido por Milwaukee Bucks con la novena selección del Draft 1998, fue inmediatamente transferido a Dallas y nunca más se fue. Su evolución individual transformó intrínsecamente a los Mavs y en 2011 conquistó el único anillo de la ciudad en una épica definición ante el Big Three de Miami Heat conformado por LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. MVP de aquellas finales, durante sus 21 años alcanzó otra final, fue elegido como el jugador más valioso de 2006/07, participó 14 veces del All-Star y registró su nombre como el líder histórico del club en prácticamente todos los rubros. Pero además de sus éxitos, alrededor de su ética de trabajo y su fidelidad se estructuró la cultura dalasita.
Durante su gira despedida, al veterano Dirk se le encomendó la tarea de regentar a su heredero. Dallas había encontrado en Luka Doncic, un fenómeno adolescente que había brillado en Europa con la camiseta del Real Madrid, al sucesor ideal. “Para mí ya es como un veterano experto -declaró Dirk al New York Times durante sus primeros meses juntos-. La forma en que ve las cosas. La forma en que lee las situaciones de pick-and-roll. La forma en que se desenvuelve dentro y fuera de la pista. Tiene cosas en su repertorio que no se tienen a los 19 años. Realmente no tiene agujeros. Cuando llegué a la liga, yo no tenía esa confianza, ese prestigio. No estaba seguro de si iba a triunfar en esta liga. Este tipo viene aquí básicamente sabiendo que va a triunfar en la liga. Y así es como se comporta en la cancha. Sin miedo. Es completamente diferente. El cielo es el límite”.
Aquella 2018/19 fue la despedida de Nowitzki y la irrupción de Doncic, reconocido con el trofeo al novato de la temporada gracias a su planilla de 21.2 puntos, 6.0 asistencias, 7.8 rebotes y 1.1 robos por encuentro. Luka Magic había sorprendido a los propios estadounidenses que lo habían relegado al tercer puesto del Draft 2018: Deandre Ayton y Marvin Bagley III habían sido seleccionados antes que el genio esloveno, errores que Phoenix Suns y Sacramento Kings se lamentan hasta hoy. Luka dominaba a los rivales a su antojo, manejaba los tiempos con maestría y montaba un espectáculo en cada noche.
Retirado el rey, viva el rey. Doncic tenía el talento pero también el carácter y el compromiso para continuar con el legado Nowitzki. El norte de Texas lo acogió y Luka se sintió cómodo en su nuevo hogar, un vínculo que creció sostenidamente hasta su explosiva última aventura en la postemporada: eliminaron a Los Angeles Clippers, Oklahoma City y Minnesota Timberwolves para alcanzar unas Finales en las que sucumbieron ante el poderío ofensivo de Boston Celtics. Pese a la derrota, el futuro se aventuraba ilusionante con una estrella de 25 años decidida a extender su vínculo y concluir su historia en Dallas.
Pero la lealtad se desvanece. En la madrugada del domingo 2 de febrero de 2025, con Nowitzki ya retirado y Cuban convertido en socio minoritario tras haber vendido el 73% de sus acciones a las familias Adelson y Dumont, las redes sociales estallaron con la noticia revelada por Shams Charania: Luka Doncic había sido transferido a Los Angeles Lakers a cambio de Anthony Davis. La negociación se había efectuado en el más absoluto de los secretos y el mundo, incluidos los protagonistas, se enteró al mismo tiempo del inimaginable acuerdo. “Pensé que pasaría acá toda mi carrera y deseaba con todas mis fuerzas traerles un campeonato”, escribió Doncic en su despedida necrológica.
No hay antecedentes equiparables a este traspaso. Dallas entregó a un talento generacional que aún no alcanzó su prime, un crack que el próximo 28 de febrero celebrará sus 26 años como jugador de los Lakers sin siquiera haber forzado su traspaso ni mostrado señales de rebeldía como para abandonar la franquicia en la agencia libre. Doncic es tan especial que hace ver como ridícula una transferencia que involucra a Anthony Davis.
Nico Harrison es el presidente de operaciones y general manager de Dallas desde junio de 2021. En resumen: el responsable de la partida de Doncic. Discreto basquetbolista, no fue elegido en el Draft de 1996 y construyó una carrera itinerante fuera de Estados Unidos durante apenas cinco años. Su lugar estaba en los despachos y en 2002 fue contratado por Nike como representante regional en Dallas, donde trabajó con Nowitzki, Michael Finley y Tim Duncan. Ascendido en 2003 a un rol nacional, empezó a codearse con Michael Jordan y Kobe Bryant. Como uno de los mayores responsables de la marca estadounidense, Harrison fue parte de las negociaciones truncadas para contratar a Stephen Curry: no igualaron la oferta de Under Armour y errores groseros en la reunión con el base de Golden State Warriors fueron determinantes para un fracaso que las redes sociales desempolvaron para tratar de entender la lógica del trade.
Pese al fracaso Curry, Harrison fue convirtiéndose en una figura cercana al mundo NBA que no lo había recibido como jugador y en 2021 finalmente ingresó a la liga más importante del planeta como reemplazo de Donnie Nelson en la gerencia de los Mavs. Su primera decisión fue contratar a Jason Kidd, el histórico base que había sido campeón con Dallas en 2011, como entrenador. Con la obligación de encontrar las piezas que complementaran a Doncic, Harrison ejecutó un plan audaz con apuestas arriesgadas como la incorporación del talentoso pero díscolo Kyrie Irving. Las negociaciones por P.J. Washington, Daniel Gafford y Dereck Lively II fueron vitales para que Dallas alcanzara las finales de la temporada 2024 de la NBA.
Harrison había diseñado un plantel para potenciar las virtudes y habilidades de Doncic, un cerebro que ejercía como el epicentro de su sistema solar en una relación simbiótica con el resto de sus compañeros: todos se alimentaban de la magia del esloveno para alcanzar rendimientos individuales inéditos. Pese a la derrota ante Boston, la proyección era esperanzadora y Harrison se quedó con Klay Thompson, el histórico socio de Stephen Curry en la dinastía reciente de Golden State Warriors, en julio de 2024.
Aclamado por su gestión, Harrison vivió lo suficiente para transformarse en villano. El traspaso de Doncic lo convirtió en el hombre más odiado de Dallas porque sus hinchas se sienten traicionados y huérfanos. El propio Harrison confesó que hasta el nuevo propietario de los Mavericks, Patrick Dumont, “se rió” cuando le acercó su idea aunque terminó aprobándola. “Él es quien toma las decisiones en última instancia”, explicó Harrison. “Pero nos confía a Kidd y a mí la dirección de este equipo. Confía en nosotros. Obviamente, te tienen que juzgar por el rendimiento que has dado como líder. Si en algún momento no funciona, entonces seré juzgado por ello”.
Es un símbolo de los nuevos tiempos en los Mavs: Mark Cuban, quien aseguró en una entrevista que antes de traspasar a Doncic le pediría el divorcio a su mujer, salió a despegarse del traspaso. No sólo perdieron a una de las cinco mayores estrellas de la actualidad por el cual el resto de los equipos hubiesen entregado hasta su alma: se quedaron sin el ícono que definía la cultura del club, sin la cara de una franquicia acostumbrada a la lealtad. En la era en que los jugadores dominan como nunca la narrativa de la liga, forzando traspasos alimentados por su descontento, el fiel Luka era una anomalía.
“Es importante saber que Kidd y yo estamos alineados y hablamos de arquetipos y hablamos de la cultura que queremos crear”, se defendió Harrison en la primera conferencia de prensa posterior a la oficialización del anuncio, antes de que sus Mavericks cayeran por 144-101 ante Cleveland Cavaliers. Kidd, a su lado ante el asedio periodístico, lo respaldó: “Cuando miras la visión del equipo y lo que Nico quiere hacer, yo realmente lo apoyo y realmente creo que los jugadores que estamos consiguiendo son los que pueden ayudarnos a ganar un campeonato”.
Según reportes de ESPN, Harrison y la gerencia de Dallas decidieron desprenderse de Doncic debido a la “preocupación por su condición física y por el posible contrato máximo que podría firmar este verano”. Doncic era elegible para una Extensión de Veterano Designado -popularmente conocido como supermax y solo disponible para aquellos que cumplen condiciones como acumular más de siete años como profesional sin haber cambiado de equipo- que le hubiera significado a Dallas comprometerse por una cifra alrededor de 345 millones de dólares por los próximos cinco años. En el traspaso, Luka perdió casi 100 millones de dólares: solo podrá firmar por cuatro temporadas y 229 millones si renueva con los Lakers.
Harrison apretó el botón de pánico en medio de una campaña en la que Doncic se perdió 27 de los 49 partidos de sus Mavs. Ausente desde Navidad cuando sufrió una distensión en la pantorrilla izquierda en el encuentro ante Minnesota Timberwolves, en las entrañas de la gerencia inquietaban su oscilante peso y sus “malos hábitos”. Aquel video con tintes cómicos en el que Luka bebía una cerveza en el vestuario post triunfo ante Minnesota en el quinto juego en las finales de conferencia del Oeste del año pasado ahora tiene otra lectura: tras haber anotado 36 unidades en la victoria que garantizó su primera clasificación a las finales de la NBA, Michael Finley -compañero de Ginóbili en San Antonio y ahora asistente del general manager en Dallas- le retira la bebida de las manos.
Pese a su intermitente participación durante esta campaña, Doncic no ha sufrido grandes ausencias durante su carrera. Durante 2023/24, Luka completó setenta partidos durante la temporada regular y disputó los 22 en su recorrido hasta las finales, con un altísimo acumulado de minutos en cancha y un porcentaje de uso impresionante. Entre tantas teorías conspirativas que se barajaron en las redes durante las últimas horas, una está ligada a su futuro: ¿El departamento médico de Dallas habrá descubierto alguna dificultad física que amerite su abrupto traspaso?
Pero no fue el único argumento que esgrimió públicamente Harrison. Dentro del insondable arsenal de recursos ofensivos de Doncic, su defensa es uno de los mayores déficit en su repertorio. “Creo que la defensa gana campeonatos. Creo que conseguir un pívot All-Defensive y un jugador All-NBA con mentalidad defensiva nos da más posibilidades. Estamos hechos para ganar ahora y en el futuro”, explicó Harrison.
Davis sigue siendo, aún pese a sus 31 años, uno de los mejores defensores de la NBA. Será un salto de calidad atrás pero el concepto de Harrison parece exagerado: durante la última temporada, después del deadline y con la nueva rotación afianzada, Dallas ganó 21 de los siguientes 30 encuentros y registró la octava mejor defensa de la NBA. Doncic no es un especialista en la materia -y tampoco se esfuerza por serlo- pero lejos está de ser un problema su presencia. La mejora defensiva es marginal en comparación con la pérdida de talento que representa el traspaso de Doncic.
Si Harrison tenía dudas en torno a la salud de Doncic, Davis no aparece como la mejor opción para despejar sus incógnitas. Un historial de lesiones crónico durante sus trece años en la liga no es menor y la gestión de su físico es trascendental para evitar largas ausencias. El próximo 11 de marzo cumplirá 32 años, seis más que Doncic, y su prime parece parte de la historia aunque sigue siendo uno de los internos más productivos de la NBA. “Si lo emparejás con Kyrie y el resto de los chicos, encaja con nuestro marco temporal para ganar ahora y en el futuro”, garantizó Harrison. “Para mí, el futuro es dentro de tres o cuatro años. Dentro de diez años, no lo sé. Probablemente nos enterrarán a mí y a Kidd para entonces. O nos enterraremos nosotros mismos”.
Harrison y Kidd hicieron un buen trabajo en la búsqueda de enterrarse a ellos mismos. No hay margen de error: después de haber entregado al símbolo de la ciudad, al alfa que definía el futuro de la franquicia a cambio de un All-Star que nunca pudo brillar como líder principal, la única salida es un título. La presión será insoportable para una formación avejentada que no tendrá muchas más chances de conquistar un anillo. Kyrie Irving celebrará sus 33 años en marzo y Klay Thompson sus 35 el próximo 8 de febrero.
No es para nada despreciable la formación que Dallas presentará en un futuro inmediato, e incluso podría considerarse más equilibrada que la de unos Lakers que tendrán que salir al mercado antes del deadline para reforzarse con un buen pivote y algún 3-and-D para completar el quinteto alrededor de Luka y LeBron. Para Davis será una buena oportunidad de demostrar que su insistencia por ocupar el rol de ala-pivote, donde es menos efectivo en ataque que cuando ocupa el puesto de pivote, no es un capricho: en Dallas convivirá con el joven Dereck Lively II y con Daniel Gafford, quienes indudablemente conformarán una de las mejores duplas de internos al lado de AD. La mayor preocupación en el futuro inmediato es cómo funcionarán los nombres que habían sido elegidos pura y exclusivamente para orbitar y acentuar las habilidades del genial Doncic: Irving tendrá que incrementar sus responsabilidades como director y gestor.
Con LeBron James en su plantel, Los Angeles Lakers fueron agresivos en el mercado previo a la temporada 2019/20 para conseguir a Anthony Davis. La carrera de la Uniceja estaba estancada en New Orleans Pelicans y los angelinos hipotecaron su futuro: entregaron a Lonzo Ball, Josh Hart y Brandon Ingram, considerados el núcleo joven de la franquicia, para encauzar su búsqueda del anillo. El rédito fue instantáneo: LeBron y Davis lideraron a los laguneros al título en la burbuja de Orlando, el mecanismo que encontró la NBA para sobrevivir al coronavirus.
Cumplido el objetivo, la sociedad sufrió más decepciones que alegrías. La consagración en la edición inaugural de la NBA Cup y apenas una final del Oeste eran un balance demasiado escueto como para considerarlo positivo. El demorado envejecimiento del inoxidable James y las ausencias -en cuerpo y alma- de Davis pronosticaban un fin cada vez más cercano de la era LeBron. Estrellas de la jerarquía de LeBron son capaces de redefinir a una franquicia con su mera presencia -incluso cuando esa franquicia son los Lakers- pero esa transformación tiene fecha de vencimiento e inevitablemente conlleva un problema generalmente sin solución: el día después.
En ese debate interno, con la preocupación latente de disfrutar las últimas -¿últimas?- funciones de LeBron mientras trazaba su futuro con la intención de esquivar la intrascendencia, estaba sumergido Rob Pelinka cuando sonó su teléfono. El general manager angelino pensó que era una broma cuando Harrison, un viejo conocido por la relación construida alrededor de Kobe Bryant cuando Pelinka era su representante y Harrison su vínculo con Nike, le planteó la transacción con Doncic como protagonista. En total silencio de radio negociaron para evitar filtraciones y Pelinka salió ampliamente victorioso: se quedó con el mejor jugador del intercambio, la piedra basal hollywoodense durante la próxima década, sin entregar el pick de primera ronda de 2031.
Quintos en la Conferencia Oeste, a diez triunfos del líder Oklahoma City Thunder, los Lakers no se proyectaban como candidatos. Pelinka tendrá que salir nuevamente al mercado antes del deadline del 6 de febrero si pretende aumentar sus chances. La marcha de Davis dejó un hueco indisimulable en la posición de pivote, donde Jaxson Hayes es el actual titular. Sin la Uniceja, el sistema defensivo también se resquebraja. Su mera presencia condicionaba el funcionamiento ofensivo de los rivales y disimulaba las falencias defensivas de una estructura que profundizará su déficit con la yunta LeBron-Luka. Además necesitarán al menos un perimetral de triple eficaz y defensa para la media cancha.
LeBron -esta versión de las cuatro décadas- y Luka tendrán que aprender a convivir. Sus perfiles se superponen en virtudes y falencias. Son dos creativos de élite, acostumbrados a tener la pelota constantemente en sus manos y a resolver situaciones de alta tensión con sus heroicidades. Por primera vez tendrán que aprender a ceder su incuestionable liderazgo. Además de talentosos, Doncic y LeBron son dos genios que no tardarán demasiado en descifrar su convivencia, especialmente en un juego en parejas que será letal con su pick and roll y pick and pop. En junio, cuando J.J. Redick aún no era el entrenador de los Lakers, analizó junto a LeBron la maestría de Luka en el pick and roll. Ahora estarán los tres juntos para convertirlo en una de sus armas letales.
Amén del desenlace de esta temporada, Los Angeles Lakers lo hicieron otra vez. Como casi siempre a lo largo de su historia, se las ingeniaron para conseguir al siguiente eslabón de la dinastía lagunera cuando la ecuación parecía imposible. Por la vía del trade obtuvieron a Wilt Chamberlain, a Kareem Abdul-Jabbar, a Shaquille O’Neal, a Kobe Bryant, a Pau Gasol, a Anthony Davis y ahora a Luka Doncic. La mayoría de ellos en su prime o encaminándose a la mejor versión de sus respectivas carreras.
El horizonte se ve brillante en Hollywood. La magnitud del traspaso es aún inimaginable: la mudanza de Doncic a Los Ángeles redefinirá el futuro de los Lakers pero sus réplicas prometen revolucionar el mapa NBA.
Hola, Matías
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