La construcción de una estrella diferente
Aprovechamos la pausa del All-Star Game para repasar el impacto de Manu Ginóbili en la historia de la NBA a 20 años de su primera participación en el Juego de las Estrellas.
El 27 de abril de 2005 fue un día fundacional.
Manu Ginóbili ya era una estrella en la ciudad con más latinos de Estados Unidos. Campeón en su primera aventura en 2002/03, se afianzó en la formación de Gregg Popovich durante 2003/04, renovó su contrato pese a la oferta multimillonaria de Denver Nuggets y fue titular en los 74 encuentros de una 2004/05 en la que debutó en el All-Star Game. Su popularidad e influencia en la liga sedujo a la mítica Sports Illustrated que viajó a Bahía Blanca para construir el perfil de un héroe escondido.
Pero San Antonio, el segundo mejor récord de su conferencia, sufrió un inesperado revés en el inicio de los Playoffs: los Nuggets de Carmelo Anthony le estropearon una racha de diez triunfos consecutivos en casa para adelantarse en la contienda por la primera ronda del Oeste. En busca de la remontada, Pop reestructuró su quinteto titular: incluyó a Brent Barry como titular y reubicó a Manu como líder de la segunda unidad.
La noticia provocó la cólera de los hinchas argentinos que, incluso antes del auge de las redes sociales, hicieron llegar su desconformidad y estallaron de correos electrónicos la casilla del innovador manuginobili.com. “Lo esperaba -respondió Manu en aquel momento-. Me apoyaron mucho durante el año pasado que fui suplente y pensaban que este año no iba a suceder pero sucedió. Pero fue una decisión inteligente”.
Manu fortaleció la rotación y le permitió a Popovich alternar el descanso de su Big Three. “Te permite entender mejor el partido al ver los primeros cinco o seis minutos desde afuera”, analizó Manu. El enroque fue exitoso. San Antonio hilvanó cuatro triunfos consecutivos para emitir su boleto rumbo a las semifinales de conferencia para enfrentar a Seattle SuperSonics. El entrenador Nate McMillan, quien también sufriría las consecuencias del nuevo diseño, elogió la valentía de sentar a uno de los mejores jugadores de la liga: “Fue un movimiento bastante bueno. Manu es capaz de crear su propia ofensiva y cuando Duncan está sentado le da (a Ginóbili) la oportunidad de jugar con la pelota en las manos. Aporta anotación con esa segunda unidad y conseguís más equilibrio con él saliendo desde el banco".
Manu regresó al quinteto en el quinto juego de la igualada serie ante Seattle y causó un impacto inmediato: anotó 39 puntos para inclinar la balanza en favor de los texanos que después vencerían a Phoenix Suns y obtendrían su segundo trofeo Larry O'Brien en tres años en siete partidos ante Detroit Pistons. En esa serie decisiva, con una planilla de 18.7 puntos, 5.9 rebotes, 4 asistencias y 1.3 robos, Manu.quedó segundo en la votación a MVP de las Finales en una pulseada que Tim Duncan ganó por seis votos a cuatro.
Chauncey Billups, víctima, campeón y MVP de la edición anterior, lo resaltó tiempo después: "Perdí el sueño por culpa de Ginóbili. Me pareció excelente en la serie. Pensé que merecía obtener el MVP más que nadie. Era dominante, realmente lo era. Nos enorgullecíamos al detener a las estrellas y sacarlas de su juego. Pero con Manu no pudimos hacerlo".
Pero más allá de su flamante consagración, en aquella travesía de postemporada se sembró la semilla de la estrategia que geminaría dos años después e inmortalizaría a Manu Ginóbili como uno de los jugadores más influyentes en la historia de la NBA. Porque en una liga que reúne a los mayores talentos de todos los tiempos, pocos han dejado un legado indeleble en su genética que moldea la personalidad de las nuevas figuras. Klay Thompson lo sintetizó a la perfección cuando le tocó ser suplente durante su último año en Golden State: “Tuvimos una buena charla al respecto con el entrenador y tenía dos opciones: poner mala cara o salir a la cancha y responder. Y tenés que dejar el ego de lado. Así que pensé en Manu Ginóbili. Tiene cuatro anillos y una medalla de oro, y vino desde el banco en toda su carrera. No creo que nadie diga que no se merece ser un jugador del Salón de la Fama. Es uno de los grandes de la historia y me abracé a esa idea”.
Popovich está convencido. Sus Spurs acaban de vencer a Cleveland Cavaliers pero ahora el AT&T Center es el escenario de una ceremonia utópica para el básquet argentino: la número veinte de Ginóbili se colgará en lo más alto del estadio, un homenaje reservado a la élite de la liga más poderosa del planeta. De los posters que clavaba en su cuarto de Bahía Blanca con las imágenes de Michael Jordan y Tim Hardaway a inmortalizar su nombre en el panteón NBA, Manu es el protagonista de un sueño cumplido que convirtió a la ciudad texana para siempre en un enclave albiceleste.
Ante veinte mil hinchas inmutables que no se movieron de su asiento para rendirle tributo a su héroe, Popovich se levantó de su silla y agarró el micrófono para pronunciar un discurso que cerró con la siguiente afirmación: “Lo último que quiero decir es que probablemente la cosa más importante que hicimos en nuestra franquicia durante todo este período fue cuando Manu aceptó a regañadientes salir desde el banco. Parece poca cosa, pero nos hizo mucho más profundos, más poderosos y peligrosos. Y te puedo decir que a él no le gustaba, que yo no le gustaba, y que no quería hacerlo, hasta que lo pensó. Por suerte para mí, y para nuestro equipo, es muy inteligente, entendió el panorama general, lo que significaría y lo hizo. Y por eso va a entrar al Salón de la Fama saliendo desde el banco”.
La conversación ocurrió un día de enero en 2007. Manu había sido titular en 56 de los 65 encuentros que había disputado de 2005/06 y en 35 de los 40 de 2005/2006. En el seno de la franquicia, y también puertas afuera, había consenso: el Big Three y San Antonio funcionaban mejor cuando uno de los tres salía desde el banco. Duncan era el epicentro de su sistema, así que las opciones eran dos: Ginóbili o Parker.
Integrante de la solidaria Generación Dorada que anteponía el bien común ante el lucimiento individual, Pop se inclinó por Manu: “Creo que nunca antes lo había admitido, ni siquiera a mi staff, pero si Manu hubiera dicho que no estaba contento con eso, iba a ser titular”, reveló en la serie de homenajes a Manu alrededor de su retiro. Ante aquella propuesta, Manu se limitó a asentar con la cabeza: “Recién conseguí aceptarlo en mi segundo o tercer partido. Le dije que si y automáticamente de vuelta al fondo del banco. Al principio fue un poco difícil. Me llevó un tiempo entenderlo, quitar mi ego de en medio entre Pop y yo, o entre el juego y yo, y cómo había que hacerlo por el equipo y por mí."
Algunos de sus compañeros no entendían la nueva estrategia: “Me quedé alucinado -recordó Duncan-. ¿Era una broma? ¡Es Manu! ¡Es una estrella! ¡No puede no ser titular! Pero Manu sentó un precedente”. Es que hasta entonces, las estrellas NBA eran titulares indiscutidos. Ser suplente, empezar los partidos como suplente, era sinónimo de perder protagonismo, minutos, puntos, premios, plata y popularidad.
El rol del sexto hombre era un término moderno que había encumbrado la liga alrededor de la estampa de John Havlicek en Boston durante la década de los sesenta y setenta. En 1983 se creó el premio con el nombre del escolta que Pop idolatraba y del cual tenía una foto en su despacho. Havlicek había hecho historia saliendo desde el banco de los Celtics durante las primeras siete temporadas en un currículum en el que ostenta ocho anillos NBA, trece selecciones para el Juego de las Estrellas, un MVP de las Finales y un lugar dentro de los 75 mejores jugadores de la historia de la liga.
Pero más allá del reconocimiento, la trayectoria de Manu era una dimensión desconocida para los nombres más rutilantes de la NBA. Muchos fueron los ejemplos de jugadores que crecieron desde el banco hasta convertirse en jugadores franquicia pero ninguno había recorrido el camino inverso. En el cénit de su carrera, sin haber disminuido sus cifras ni su nivel, aceptó un rol secundario.
Scottie Pippen, la segunda espada de Michael Jordan que hasta el día de hoy sigue enfrascado en una lucha de egos con MJ por los coletazos del documental The Last Dance, le declaró su admiración: “El juego es más grande que los individuos y él fue siempre un ejemplo de eso. Saliendo desde el banco, sacrificándose, relegando su rol de superestrella para beneficio de los San Antonio Spurs y ganando títulos. Me hubiese sido muy difícil aceptarlo. Sobre todo en la etapa con (Toni) Kukoc. Pero el punto es que creo que yo no estaba hecho para salir desde el banco, sino para ser un líder, y fue el único rol que acepté. Ahora, ves lo que hizo Manu y me saco el sombrero. Porque además lo hizo con mucha clase".
Pippen nunca aceptó ese papel hasta su deslucido regreso a Chicago en 2003/04. Otras grandes figuras batallaron durante años contra esa posibilidad. Carmelo Anthony fue uno de los casos más resonantes: completó quince temporadas y más de un millar de partidos como titular hasta que sus opciones en la liga se redujeron sustancialmente. Melo incluso rechazó la oferta cuando el entrenador Billy Donovan le propuso ser suplente en un Oklahoma City Thunder que conducían Paul George y Russell Westbrook: "Sé cómo se juega al baloncesto. Llevo mucho tiempo jugando. Cuando sienta que estoy preparado para asumir ese papel, lo asumiré. Sólo yo sé cuándo es mejor para mí asumir ese papel. No voy a hacerlo en una situación en la que todavía conozco mis capacidades y lo que puedo hacer".
La resolución de Popovich, con carta blanca para un Manu que comandaba la segunda unidad, profundizó la prolífica producción de San Antonio: ganaron en 27 de los 35 encuentros restantes de la temporada regular y registraron un impresionante 16-4 para coronarse en la postemporada. Con el tercer anillo en su mano, Ginóbili evaluó su participación: “Sabía que iba a jugar menos pero que sería la primera opción. Y disfruté de esa atención. Estábamos ganando, nos estábamos divirtiendo. Y terminé amando el rol”.
Un año después, Manu recibió el trofeo como Mejor Sexto Hombre de la NBA. Elegido en primer lugar por 123 de los 124 votantes, se impuso de manera categórica al brasileño Leandro Barbosa y a Jason Terry. Ingresando casi religiosamente a los seis minutos del primer cuarto de cada partido, Manu fue el máximo anotador de su equipo en la temporada regular, el jugador con más robos, el segundo con más asistencias y el tercero con más rebotes.
"No siento que haya mucha diferencia entre un sexto hombre o un titular -afirmó en la premiación que duró poco más de seis minutos-. Depende de la situación, en lo que el entrenador quiere en esa parte de la temporada. Yo solamente me considero un jugador de equipo. Este año pensó que era más importante que saliera desde el banco, así que traté de hacerlo de la mejor forma posible y creo que funcionó. No me importa salir del banco si eso ayuda al equipo a ganar un campeonato. De eso me voy a acordar cuando me retire, de los anillos que tengo".
Manu fue el espejo en el que se reflejaron centenas de jugadores, de sus contemporáneos y de las nuevas generaciones, que crecieron admirándolo. Jamal Crawford es, junto a Lou Williams, quien más premios al mejor sexto hombre conquistó en la historia. Dueño de tres galardones, cuando Manu anunció su retiro publicó sus elogios en Twitter en una catarata de mensajes de parte de iconos de la liga como LeBron James, Stephen Curry y Kobe Bryant: “Fuiste la principal persona en la que me fijé cuando decidí que iba a ser un sexto hombre para siempre. Echaremos mucho de menos tu estilo, tu talento, tu competitividad y tus ganas de ganar. ¡Sólo respeto!”.
El resumen de Manu es antológico por lo que ganó pero también por lo que dejó sobre la mesa para mantener unido el núcleo de los Spurs. No hay dudas de que Ginóbili podría haber sido la piedra basal de cualquier proyecto con un contrato por el máximo pero priorizó la competitividad aceptando cifras por debajo de las que recibían otros jugadores de su jerarquía -o incluso de menor importancia- en el mercado.
Lo económico es lo más evidente y tangible pero en lo deportivo Manu también enterró la posibilidad de construir un palmarés individual aún más ostentoso. Porque en Estados Unidos, donde las cifras y las participaciones en los Juegos de las Estrellas suelen sobrevalorarse en detrimento del juego, eso tal vez le haya costado su lugar entre los mejores 76 jugadores que la NBA escogió para celebrar sus 75 años. Aunque nada es lineal y cualquier afirmación puede resultar contrafáctica, en las tres temporadas regulares en las que fue titular demostró su potencial: fue dos veces seleccionado por los entrenadores para el All Star y en 2010/11 finalizó octavo en la votación por el MVP que finalmente conquistó el base Derrick Rose.
En total, Ginóbili apenas fue titular en 349 de los 1057 partidos que afrontó en temporada regular y en 53 de los 218 encuentros de Playoffs. Manu también ayudó a potenciar el concepto de segunda unidad, equiparando su importancia a la del quinteto inicial. En 2013/14 alcanzaron el pináculo de su brillantez como elemento troncal del Beautiful Game junto a Patty Mills, Marco Belinelli y Boris Diaw. “Le mostraron al mundo que tan hermoso puede ser este juego”, los felicitó el comisionado Adam Silver en la fiesta post consagración ante el Miami Heat de LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh.
Fue la última celebración en un River Walk colmado como la primera vez. Manu siguió siendo fundamental en unos Spurs que fueron despidiéndose de los pilares de su era dorada. El Pibe de 40 siguió dejando postales inmortales como el tapón a James Harden o el game winner contra Boston Celtics. Sin Duncan ni Parker, con un Kawhi Leonard en conflicto con la gerencia, Manu siguió revolucionando los guiones que parecían escritos hasta la noche en la que colgaron su número veinte del techo del AT&T Center y Popovich agarró el micrófono: “Sin Manu no hubiéramos ganado ningún campeonato”.
Manu adoptó a San Antonio como su hogar y volvió a la organización el 24 de noviembre de 2021 como asesor especial, otra vez con libertad total otorgada por Pop: “Hará lo que él quiera. Va a hacer de todo. Va a ayudar al GM Brian (Wright) en la gestión. Me va a ayudar con el entrenamiento. Va a ayudar a los jugadores con el desarrollo. Probablemente vaya a ojear a algunas personas. Creo que va a organizar un viaje de dos semanas a Italia para buscar jugadores extranjeros. Iré con él... pero lo digo en serio, va a hacer todas esas cosas y a ver dónde se siente cómodo. Es estupendo tenerlo en el programa por todo tipo de razones, pero sobre todo porque nos encanta, y es Manu Ginóbili, así que ¿quién no querría tenerlo cerca?”.
Un año después se cumplió el enésimo pronóstico de Pop: Manu ingresó oficialmente al Salón de la Fama del Basketball de Massachusetts. Para R.C. Buford, el hombre que descubrió a Manu en el Mundial Sub 22 de Australia en 1997, que fue gerente general y ahora es CEO de los Spurs, Ginóbili es parte de la identidad de la franquicia: “Jugó una parte tan importante como Tim en la construcción de nuestra cultura. Cuando Manu Ginóbili sale desde el banco, es difícil que alguien se queje por no ser titular”.
Como si fuera un designio del destino, San Antonio fue bendecido con el pick uno del Draft 2023. Por esa misma vía aterrizaron David Robinson y Tim Duncan, los dos pilares sobre los que se construyeron los cinco campeonatos que reposan en las vitrinas del AT&T Center. El resultado de la lotería fue celebrado como un título más en las calles de la ciudad porque les permitió elegir a Victor Wembanyama, un prodigio de 2,24 metros que en pocos meses confirmó las proyecciones a su alrededor como un talento generacional.
Wemby parece una síntesis de la era más gloriosa de los Spurs: es francés como Parker, tiene el físico -aún más alto- de Duncan y tanto la ética de trabajo como la audacia y la pasión por el juego de Manu. Popovich todavía es el entrenador, formador, mentor y cerebro de los Spurs, el responsable de construir una nueva dinastía aunque desde noviembre está fuera de la banca por un leve derrame cerebral. En busca de las piezas para orbitar y potenciar a su reluciente diamante, Pop fue contundente en la previa de la temporada de Wemby como novato: “Todavía no tuve discusiones con nadie acerca del quinteto inicial. Pero si Manu Ginóbili salió desde el banco, cualquiera puede hacerlo y no quiero escuchar nada sobre eso”.
El francés está revolucionando a la NBA en su segunda temporada como profesional. Por sus rendimientos fue elegido como uno de los integrantes de la constelación de estrellas que disputó el último All-Star. Junto a Chris Paul participó del Skills Challenge, donde fueron descalificados por intentar encontrarle un resquicio al reglamento. Wemby, quien se viralizó por estar leyendo un libro en la previa del All-Star, representó como pocos el espíritu de un Manu que alguna vez le restó importancia al fin de semana de las estrellas: “A mí me motiva jugar por los puntos”.
Colosal, impresionante, grandioso, espectacular, excepcional, exitoso, triunfante, magnífico, fabuloso, maravilloso.
Y Manu buen deportista.