Mastantuono y el fútbol en la era de la inmediatez
El jugador argentino se encamina a convertirse en transferencia récord y llegar al Real Madrid antes de los 18 años. Referencias cotidianas de una época que exige siempre más.
Con la historia prácticamente resuelta y el Barcelona imponiéndose 2-0 en el derbi catalán ante el Espanyol, Frank Rijkaard tomó una decisión que marcaría una era: mandó a la cancha al joven Lionel Messi para que hiciera su debut oficial con la camiseta del club culé. A los 82 minutos de aquel 16 de octubre de 2004, el entonces prometedor futbolista argentino pisó por primera vez el césped como jugador del primer equipo. El resto es historia.
De Montjuïc nos trasladamos a Azul, en la provincia de Buenos Aires. Menos de un año después del debut de Messi en Primera, el 14 de agosto de 2007 nacía Franco Mastantuono, un chico que pronto comenzaría a mostrar su talento natural para el deporte. Desde muy pequeño se destacó tanto en el tenis como en el fútbol, despertando el interés de propios y extraños por su ductilidad y facilidad para el juego.
En enero de 2024, Franco Mastantuono se convirtió en el tercer futbolista más joven en debutar oficialmente en la primera división de River Plate. En junio de 2025, con apenas 17 años, está a punto de convertirse en la venta más cara de la historia del fútbol argentino: el Real Madrid pagaría cerca de 50 millones de euros para sumarlo a sus filas y el jugoso contrato incluiría una clausula de rescisión de mil millones de euros.
En esta columna solemos hablar de la “era de la inmediatez”. La vivimos, es parte del presente. Y el fútbol no escapa a esa lógica. La presunta llegada de una joven promesa argentina a uno de los clubes más grandes del mundo abre la puerta a una larga lista de factores que ayudan a explicar una decisión que va mucho más allá del talento puro y perfeccionado de un excelente prospecto.
Carlos Alcaraz necesitó 329 minutos para consagrarse campeón de Roland Garros, tras una batalla de tinte épico ante Jannik Sinner en la que fue la final más larga de aquel Grand Slam. Con apenas 22 años, la comparación resulta tan tentadora como inevitable: sus números se parecen, y mucho, a los de Rafael Nadal. La búsqueda de un sucesor que ocupe el trono es constante, y los argumentos de Charly también. Todo, en un contexto donde Novak Djokovic, a sus 38 años, recién cedió en semifinales.
Nacido en El Palmar, Carlos Alcaraz inició su recorrido en las redes sociales con una entrañable cuenta de Instagram a los 13 años. Descubierta tiempo después por fanáticos del tenis, en sus 35 publicaciones pueden verse distintas escenas de la vida cotidiana de un adolescente. Franco Mastantuono también tiene su “pasado” digital: fue youtuber. Siguiendo las modas de la época, abrió un canal en el que prometía hablar de fútbol y videojuegos. El archivo de los todavía jovencísimos ya no se esconde en una vieja cinta VHS olvidada en un estante: hoy está en la nube. Y de la nube hay maneras de bajar.
Lamine Yamal es la gran figura del Barcelona y de la selección española. Con apenas 17 años, ya superó la barrera de los 100 partidos con el club culé y se consagró campeón de la Eurocopa con España. Por momentos, su estilo de juego y su capacidad de definición recuerdan a los primeros pasos de Lionel Messi. Los colores, las formas y otras yerbas lo colocan como uno de los principales candidatos a reclamar un trono que no se sabe bien de qué es, pero que siempre busca un nuevo dueño. La diferencia llega a la hora de declarar: allí el jovencito nacido en Barcelona se ofrece mucho más arrogante. A veces le sale mal. El producto necesita logros, sí, pero también necesita rivalidades.
¿Será la llegada de Franco Mastantuono al Real Madrid la puerta de entrada a una nueva disputa entre jóvenes figuras que intensifique aún más la pasión del derbi español? El argentino deslumbró desde su irrupción en la primera división de River Plate y, por méritos propios, se convirtió en el argentino más joven en debutar oficialmente con la Selección Mayor.
Son casi tantos los que se ponen de pie para asegurar que “es distinto, algo diferente tiene” como los que no quieren perderse la chance de decir “yo lo vi primero”. También está ese lote que rebalsaba de elogios hacia el Diablito Echeverri y, en un abrir y cerrar de ojos, lo descartó de cualquier posibilidad de destacar a pesar de convertirse en jugador de Manchester City, unos de los equipos -en la actualidad- más poderoso del mundo. Las reglas, para muchos, parecen ser esas: urgencia, exageración y olvido.
Es imposible negar el proceso evolutivo que ha atravesado el deporte de élite. En términos de disciplina y negocio, la historia camina de la mano. Y hasta resulta lógico. Los métodos de entrenamiento, el aprovechamiento del descanso, los avances en nutrición y suplementación, y un calendario más intenso pero a la vez mejor gestionado, se transformaron en el punto de partida de una era de brillantez absoluta.
No sorprende, entonces, que los —injustamente— llamados “mejores de la historia” o quienes ostentan los números más impactantes sean todos contemporáneos: Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, LeBron James, Lewis Hamilton, Roger Federer, Novak Djokovic, Rafael Nadal. Y apenas son algunos ejemplos dentro de los deportes más populares.
La ecuación parece haber entrado en una espiral de necesidades generadas por el propio sistema, un ciclo sin fin: un trono vacante, varios aspirantes dispuestos a disputarlo, el juicio inmediato, una mínima chance y el descarte cruel ante el primer tropiezo.
Kylian Mbappé y Erling Haaland fueron los elegidos para protagonizar esa pelea por la corona. El francés, tras varias idas y vueltas, finalmente llegó al Real Madrid en medio de una temporada conflictiva. Recién sobre el final del curso logró mostrar una versión cercana a sus mejores años en el PSG. Aun así, la mirada se depositó sobre él con exigencia quirúrgica, y el pulgar bajó con firmeza sobre un joven de 26 años —que debutó hace ya una década—, que ganó 20 títulos, ¡incluido un Mundial!, y que se acerca a los 400 goles oficiales.
En el caso del noruego, las críticas apuntan a su escaso palmarés en partidos decisivos y a la supuesta simpleza de sus goles. En ese análisis categórico y riguroso rara vez entra el proceso colectivo de creación, ni la deducción más sencilla: aunque el camino sea distinto, todos los goles valen lo mismo.
Robert Lewandowski acaba de renunciar a la selección polaca. La figura del delantero del Barcelona sirve para retratar una realidad recurrente entre los mejores deportistas del siglo XXI. Lewandowski es el futbolista que más veces vistió la camiseta de su país y, por supuesto, su máximo goleador histórico. Todo eso en una trayectoria de 17 años con la selección, de los cuales once los pasó como capitán.
Mientras acostaba a sus hijos una noche, recibió el llamado del entrenador Michał Probierz, quien le comunicó que ya no sería más el capitán. No le gustó la forma en que se lo dijeron, y menos aún cuando minutos después la noticia se publicó en las redes sociales oficiales de la selección polaca. Según los medios polacos, dentro del plantel la noticia ya era conocida y fue recibida con naturalidad: algunos gestos arrogantes de la gran figura habían generado malestar, y la salida de Lewandowski parecía el camino para preservar la armonía y buscar la clasificación al Mundial.
En Helsinki, sin Lewandowski ni el actual capitán Piotr Zieliński, Polonia perdió 2-1 ante Finlandia. Sin responsabilizar a los delanteros, que casi no tuvieron oportunidades claras de gol, el equipo mostró una fragilidad total a la hora de generar peligro sobre el arco rival. Pero, sobre todo, se mostró adormecido en un aspecto imposible de medir: la actitud. Esta derrota complica sus chances de conseguir la clasificación directa al Mundial y también abre interrogantes sobre la posibilidad de quedar marginado del segundo puesto y de los playoffs.
Obviamente, lo más resonante tras la derrota fue el pedido inmediato del grueso del público para que el atacante regrese al equipo. Eso sí, que no se lo digan a los detractores de siempre: Polonia solo logró clasificar a dos Mundiales en las cuatro eliminatorias que disputó con Lewandowski en la plantilla. Horas después de escribir esta columa, renunció el técnico polaco. Todo es así: rápido.
Muchas selecciones atraviesan hoy el final de ciclo de sus máximas estrellas —al menos desde el punto de vista numérico—, mientras comienzan a asomar los futuros talentos. En El Alto, Bolivia, Chile jugaba su última carta para regresar a una Copa del Mundo tras las ausencias consecutivas en Rusia y Qatar.
Álexis Sánchez, luciendo el dorsal 10, intentó guiar a un equipo que apostaba todo en esa última oportunidad, pero nunca encontró el rumbo. Con 168 partidos y 51 goles desde su debut en 2006, fue pieza clave en las dos consagraciones históricas de Chile: la Copa América 2015 y la Copa América Centenario 2016. Todo esto, además, acompañado de una carrera brillante en el fútbol profesional, con pasos por River Plate, Barcelona, Inter y Manchester United, entre otros.
Hoy parece que nada alcanza y todo debe ser ya. Riqui Puig y Ansu Fati, ambos formados en la siempre ponderada Masía, vivieron procesos similares de exageración en cuanto a sus cualidades deportivas. Pero también el mismo destino marcado por la sentencia general del “no sirven”.
Puig partió hacia la MLS, luego de ganarse el mote de fiestero por salir algunas noches (¡con apenas 21 años!) junto a Gerard Piqué — a quien invitamos que le pida a alguna IA el resumen de esta “extensa” columna—. Fati, nacido en Guinea-Bisáu, disputó el Mundial de Qatar, fue cedido al Brighton y se encamina a ser jugador del Mónaco, tras un tibio regreso al Barcelona. Debutó a los 16 años, pero parece no haber logrado hacerse cargo de la responsabilidad de ser “el nuevo Messi”. El primero en esa saga de “nuevos Messis” fue Bojan Krkić, quien se retiró en silencio en el fútbol japonés a los 32 años, expresando su malestar por aquella etiqueta que marcó su carrera y que incluso derivó en problemas de salud mental.
El pasado lunes en Astana, el público de Kazajistán se puso de pie y vibró al recibir, desde el banco de suplentes, el debut del prometedor Dastan Satpaev. Con apenas 16 años, ingresó en el complemento para intentar remontar el 0-1 ante Macedonia del Norte. Con buenas intervenciones y un remate al palo, mostró un gran potencial. Seguramente, eso fue lo que advirtieron en Chelsea cuando decidieron pagar 4 millones de euros por el kazajo en enero de este año, en la transferencia más importante en la historia del país. Sin embargo, hasta los 18 años permanecerá en el Kairat Almaty, de la liga local.
La barrera de los 18 años parece no ser impedimento para la salida anticipada de jóvenes talentos. En Chelsea ocurrió algo similar con Estevão, quien se sumará al club procedente de Palmeiras la próxima temporada, y con el ecuatoriano Kendry Páez, que vivió una situación parecida.
Surgido de la todavía joven pero prolífica cantera de Independiente del Valle, Páez llegará al fútbol europeo con casi 100 partidos entre la liga local y la selección nacional. Claro que todo sucede con rapidez, y esa velocidad puede generar confusión. Medios británicos reportan el descontento del talentoso jugador al poner en duda su continuidad en el club londinense —que no lo incluyó para disputar el Mundial de Clubes— y cobran fuerza los rumores sobre una posible cesión al Racing de Estrasburgo.
Carlos Alberto “Chango” Moreno acababa de anotar cinco goles en un mismo partido con la camiseta de Boca Juniors ante Blooming de Bolivia. Fue una noche inolvidable en la Copa Libertadores y en La Bombonera. El delantero era requerido por medios televisivos, radiales, diarios y revistas. Frente a semejante movimiento, un colega consultó a Carlos Bianchi, entonces entrenador xeneize, quien respondió: “¿Sabés la cantidad de goles que tuve que hacer yo para aparecer en la tapa de El Gráfico? Hoy les llega todo muy rápido, todo cuesta menos”.
Pasaron 25 años.
Siguiendo con anécdotas del mundillo futbolero, cuenta la leyenda que una de esas figuras con la capacidad de anticiparse y, sobre todo, tomar decisiones en el momento justo, definió una contratación observando una gigantografía en una esquina de Times Square. La imagen del galés Gareth Bale brillaba como embajador en un cartel promocional de la NBC para la temporada de la Premier League, por la que acababan de pagar 250 millones de libras por tres años.
Con esa imagen, el hombre de las decisiones sabias interpretó que era el momento ideal para acelerar y: a) potenciar a su equipo con un jugador que venía en ascenso; b) sacar de la competencia a la Premier League a una figura clave; y c) abrir la puerta al mercado estadounidense.
Desde aquella compra, el Real Madrid realizó giras, pretemporadas o partidos en Estados Unidos en nueve ocasiones.
Con el Mundial de Clubes a la vuelta de la esquina, el conjunto merengue podrá observar de cerca a Franco Mastantuono, incluido en la lista de buena fe de River Plate. Será la primera edición del torneo que tendrá al Inter Miami de Lionel Messi en el partido inaugural, tras obtener un boleto como equipo anfitrión, aunque el método de clasificación no convenció del todo a los espectadores. Cristiano Ronaldo fue vinculado con varios de los equipos participantes, incluso con el equipo de Messi. La búsqueda constante de rivalidades vigentes o alianzas que le sumen un plus a cualquier disciplina y evento deportivo es una constante ineludible.
Luka Modrić quiere jugar el próximo Mundial. Dejó el Real Madrid con el orgullo de ser el máximo ganador de títulos en la historia de la Casa Blanca. Rumbo a una casi segura llegada al Milan de Italia, demostró vigencia en la doble fecha de eliminatorias que jugó con Croacia. Seguramente, por características y números, lejos estuvo el croata de reclamar aquel trono de los Messi y los Cristiano Ronaldo, pero ¿alguien podrá discutir su lugar en la mesa de los grandes del siglo? ¿Y si el lugar de Mastantuono se encamina con el correr de los años al de una productiva carrera, como estrella mundial, pero sin llegar a la corona? ¿Y si Yamal termina de club en club como Ansu Fati?
Acá no se trata estrictamente de lo nuevo y lo viejo, pero si de la inmediatez. El proceso de héroe a demonio o viceversa es efímero. Sobre la frase de la serie que supo estar de moda que utilizamos para titular aquí alguna columna, no viene mal tomarse un rato para leer al colega Hernán Firpo en Clarín: “Lo viejo dejó de funcionar: por qué ya nadie habla de El Eternauta”. En esto de las fechas: se estrenó el 30 de abril. Hoy es 11 de junio.