Nunca caminarás solo
Con una identidad forjada en el arraigo popular, el trabajo de inferiores y una política de fichajes audaz, el equipo alemán construyó un perfil competitivo y fiel a su estilo.
Edin Terzic observaba incrédulo ese gran mural negro y amarillo formado por fanáticos del que alguna vez fue parte. Intentaba procesar lo que parecía imposible. No es sencillo masticar un bocado que cambia de sabor tan rápidamente. El 27 de mayo de 2023, el Borussia Dortmund se encaminaba a una muy posible consagración en la Bundesliga. Pero esto es fútbol.
El equipo llegaba a la última jornada como líder de la liga alemana, con 70 puntos acumulados en las fechas previas. La ilusión de reconquistar un título esquivo desde la temporada 2011/12 se encendía. Jugaban en casa frente al Mainz y tenían una ventaja de dos puntos sobre el Bayern Múnich, que visitaba al Colonia.
Pero el Mainz golpeó rápido y fuerte: en apenas 24 minutos ya ganaba 2 a 0. Al mismo tiempo, los bávaros superaban con comodidad al Colonia. Nada salía bien para el Dortmund. Para colmo, Karim Adeyemi se retiraba lesionado en el primer tiempo. La tibia respuesta del rival del Bayern y la reacción esperable del Dortmund —que logró empatar sobre el final— no alcanzaron para cambiar la historia: la diferencia de goles le otorgó al equipo de Thomas Tuchel su undécimo título consecutivo en la Bundesliga. Lamento, lágrimas y decepción para los de Terzic.
Fundado en 1909, el Borussia Dortmund no tardó en consolidarse como uno de los emblemas futbolísticos de Renania del Norte-Westfalia. Sus dos grandes rivalidades marcan el pulso de su historia: el clásico con el Schalke 04, nacido de la cercanía geográfica, y el derbi nacional con el Bayern Múnich.
A pesar de la distancia —en varios sentidos—, el Dortmund logró desde la década del '90 asomar el hocico en la titánica misión de destronar al gigante bávaro. De las primeras doce temporadas del siglo XXI, el Bayern se quedó con siete títulos, mientras que los aurinegros celebraron tres conquistas.
La última gesta local, en la campaña 2011/12, marcó el inicio de una racha demoledora y monótona por parte del Bayern: once títulos consecutivos. Lo curioso es que varios protagonistas de esa hegemonía habían brillado antes en Dortmund. Robert Lewandowski, Mario Götze y Mats Hummels son los casos más emblemáticos.
Acostumbrado a ser superado en varios rubros por el Bayern, el Borussia Dortmund apostó por sus sellos distintivos para hacerse un lugar en una lucha desigual, casi como espadas contra escarbadientes.
El sentido de pertenencia es un clásico del fútbol alemán. Los equipos reciben el apoyo incondicional de sus comunidades, sin importar categoría ni posición. El Dortmund ha sabido capitalizar esa identidad, transformando su estadio en una fortaleza. Conseguir un ticket para presenciar un partido allí es una misión compleja para cualquier fanático.
El tradicional “You’ll Never Walk Alone” no es una frase vacía perdida entre himnos y banderas: los hinchas del Dortmund la hacen carne. Más de 218 mil socios —en sus distintas categorías— acompañan al actual subcampeón de la Champions League. Y el espectáculo no termina con el pitazo final: los jugadores permanecen en el césped, embelesados por el show que montan los fanáticos desde las tribunas. Es una ceremonia que desafía los relojes y supera sus propios récords de duración. La ducha en el vestuario puede esperar.
Con aciertos y tropiezos, el Borussia Dortmund logró consolidar una identidad basada en pilares sólidos para mantenerse competitivo. Apostó por un trabajo minucioso en divisiones juveniles, desarrolló una red de scouting activa para detectar talentos aún desconocidos, confió en referentes históricos en cargos clave dentro de su estructura y brindó verdaderas oportunidades a entrenadores jóvenes que buscaban dar un salto de calidad.
Si bien las distancias con el Bayern Múnich son evidentes —y ya marcadas—, el mérito del Dortmund en plena era dorada del rival es indiscutible: sumó siete subcampeonatos en las once temporadas consecutivas en las que los bávaros se consagraron campeones.
Además, cultivó un perfil de equipo copero, o al menos, generó esa sensación. En las últimas doce ediciones de la Champions League, sólo faltó a una. Su punto más alto en el torneo continental llegó con las dos finales que disputó en ese período: una frente al propio Bayern Múnich y otra ante el Real Madrid.
Más allá del recorrido europeo, el quinto puesto en la Bundesliga 2023/24 fue el segundo peor registro del Borussia Dortmund en casi quince años. Y con ese retroceso, llegaron los cambios. Esta temporada, la apuesta inicial por un hombre de la casa como Nuri Şahin en el banquillo no funcionó.
Los tres títulos y el respaldo cosechado durante su etapa como jugador se fueron desvaneciendo al compás de un rendimiento decepcionante tanto en el juego como en los resultados. El equipo perdía mucho, jugaba mal y las actuaciones individuales dejaban demasiado que desear.
La eliminación temprana en la Copa de Alemania a manos del Wolfsburgo fue otro golpe duro para un ciclo que apenas se sostuvo gracias al paso positivo por la UEFA Champions League. La etapa de Şahin llegó a su punto final, y el club apostó por Nico Kovač.
Aquella limpieza de plantel en el mercado de pases del verano europeo prometía mucho. Algunos históricos como Marco Reus y Mats Hummels le pusieron punto final a su notable recorrido con los aurinegros, mientras que los refuerzos ilusionaban a propios y extraños. La ingeniería económica y contractual para fichar al goleador guineano Serhou Guirassy fue uno de los grandes golpes de efecto del libro de pases en Europa.
Sin embargo, el entrenador croata tomó al equipo en la undécima posición tras las primeras 20 jornadas del campeonato alemán. Una rareza total. Actualmente, ya marcha octavo, a tiro de los puestos que entregan plazas para los torneos continentales de la próxima temporada.
El equipo parece haber ganado estructura y robustez, aunque sigue mostrando ese riesgo y vértigo característicos que enloquecen a propios y neutrales en cada avance a campo abierto. Pero ese vértigo también coquetea con el error infantil, en cualquier zona del campo. Por momentos, es un equipo indescifrable: el enigma Dortmund en su máxima expresión.
En el nuevo formato de la Champions League, quedó a un paso de meterse entre los ocho mejores —los que acceden directo a los octavos de final—. Luego, superó con solvencia al Benfica de Portugal y resolvió con carácter una serie brava ante el Lille de Francia. En ambas instancias, empató como local y ganó como visitante.
Ahora, en los cuartos de final, el Barcelona parte como gran candidato a quedarse con el acceso a las semifinales. Pero, ante tantas situaciones impredecibles en esta extraña campaña del Borussia Dortmund, no sería descabellado que vuelva a patear el tablero.
El 15 de abril, la serie se definirá en un colmado y expectante Signal Iduna Park. Pase lo que pase, el Dortmund no caminará solo.