Planeta Stef
Derrumbado tenísticamente, frágil en la parte mental y golpeado físicamente, Tsitsipas no encuentra la salida. Desde Grecia anuncian un paso por el quirófano. ¿Será la solución?
“Si esto sigue así, no tiene sentido competir”. La frase tras retirarse en su debut en Wimbledon en el debut ante el francés Valentin Boyer cuando caía 6-3 y 6-2 fue contundente. Dura. Áspera. Y de ahí no hubo mejoras. Más derrotas, ruptura con la flamante incorporación de Goran Ivanisevic a su grupo de trabajo y continuidad en los problemas físicos. Un presente más que oscuro.
Vayamos a la actualidad primero. Según el medio griego tennis24, Stefanos Tsitsipas pasó por el quirófano para una pequeña intervención en su espalda, algo que lo tiene a maltraer desde fines del año pasado. Según la publicación, los tiempos de recuperación serán veloces -menores a dos meses- pero han puesto en duda su participación en la Six King Slam, donde fue anunciado para reemplazar al británico Jack Draper, ya fuera de la temporada por cuestiones físicas.
"Entrar a un partido y sentir molestias inmediatamente es algo que me destroza anímicamente. Llevo tiempo dedicando muchísimo esfuerzo y trabajando incontables horas para recuperarme. Mentalmente, ver que no estás en condiciones de competir después de todo eso, me desestabiliza profundamente”, destacaba Tsitsipas hace unos meses.
Stef arrastra estos problemas en la espalda puntualmente después del US Open del año pasado, en el que fue eliminado en primera ronda por el australiano Thanasi Kokkinakis. Ahí el griego sintió que necesitaba presionar un poco en pos de su intento de regreso al Top 10, algo que había perdido tras cinco temporadas. Estaba N°11 y lo vio cerca. Lo sintió.
Pero se pasó de rosca. Según sus propias palabras, se sobreentrenó, jugó más de lo que debía jugar en ese cierre de 2024, con seis torneos y con apenas tres llegadas a cuartos de final como mejores actuaciones, en el Masters 1000 de París, en el ATP 500 de Basilea y en el ATP 250 de Amberes. Para peor, no le alcanzó para regresar al Top 10. El daño estaba hecho.
Un fugaz paso por Melbourne al inicio de temporada le dio otro derechazo. Los antecedentes eran alentadores, con tres semifinales y una final (en 2023), pero se fue en primera ronda ante el estadounidense Alex Michelsen en cuatro sets. “Sentí que hoy no tenía suficiente potencia en mis golpes”, señaló Tsitsipas tras esa derrota. "Me fastidia que voy a estar por acá, dando vueltas, durante bastante tiempo antes de que llegue mi próximo torneo. Con mi naturaleza competitiva, siento que este tipo de cosas no son realmente ideales para mí”.
¿Qué hizo Stef en su tiempo libre? Buscó soluciones mágicas. Con el análisis hecho de haber sentido falta de potencia en sus golpes probó con una nueva raqueta. Dejó de lado su histórica Wilson Blade 98 con un patrón de cuerdas de 18x20 y un peso de 316 gramos por una Babolat Pure Aero 98 con patrón de 16x20 y un poco más liviana (305gr). Cambios que le permitían generar mayor potencia y mejor efecto.
La raqueta cosméticamente íntegra de negro, por tener contrato vigente con la marca de la W, funcionó como una varita al primer contacto. Cinco victorias seguidas ante Top 50 y título en Doha, el primero en canchas duras en dos temporadas. Pequeño detalle: a Tsitsipas le sienta bien el torneo en Emiratos. Tiene un récord de 15-3, con finales en 2019 y 2020. El árbol tapó el bosque. Se habló rápidamente del renacer de Stef con su regreso al Top 10 pero fue un oasis.
No obstante estaba a la altura, daba pelea. Aunque no podía dar el salto de calidad ante jugadores de jerarquía. Holger Rune lo sacó de Indian Wells, Sebastian Korda de Miami, Musetti de su amado Montecarlo -donde ganó 3 títulos-, se retiró ante Fils en Barcelona por dolores en la espalda, Musetti otra vez en Madrid y Fils nuevamente en Roma. Todo apenas tocando dos cuartos de final. Lejos de las expectativas. La vuelta de los problemas físicos no fue el único regreso en la gira sobre clay: también volvió la vieja raqueta Wilson en el torneo italiano. Un mareo constante.
Mientras su relación amorosa con la también tenista Paula Badosa pendía de un hilo, con idas y vueltas y -al parecer- cierre definitivo, Tsitsipas apeló a otro manotazo para salir del pozo. Repitió la fórmula que había vivido unos años atrás: sumar un exjugador a su equipo de trabajo. En aquella ocasión fue el australiano Mark Phillippousis, que duró menos de un año en un vínculo que tuvo una ruptura de cuatro meses en el medio; ahora era el turno de Goran Ivanisevic. Con una salvedad: en esta ocasión su padre Apostolos iba a mantenerse también en el staff. Parecía no haber problemas con la dupla ya que el croata venía de una exitosa experiencia similar, con doble entrenador, con Novak Djokovic.
La unión no obstante fue efímera. Y el gran Goran fue lapidario tras esas semanas de trabajo. “Nunca he visto un jugador en peor forma”, sentenció al medio balcánico Sport Klub. “Con mi rodilla, estoy tres veces mejor preparado que él", agregó. Pero luego, ante una nueva oportunidad de expresarse, en First and Red por Youtube, acomodó un poco las palabras sin dejar de ser punzante: “No dije que sea un mal jugador ni que no pueda jugar al tenis. Tampoco dije que nunca volvería a ganar el torneo. Incluso dije que es un jugador increíble y que regresará a estar entre los 10 mejores. Solo dije que un jugador que no está en forma física ni mental, como él ahora, no juega al tenis”.
Fueron apenas dos meses de convivencia y con sólo un par de torneos juntos, en Halle y Wimbledon, con un balance de una victoria y dos derrotas. Y en ese lapso, Tsitsipas volvió a jugar con la raqueta Babolat. Un verdadero torbellino de desequilibrio de conceptos, ideas y confianza. “No puedes entrar a la cancha sin estar en forma física ni mentalmente, pensando que vas a ganar los partidos; necesitas practicar. Además tiene un problema de espalda que necesita resolver. Y cambiar la raqueta tres días antes del torneo de Halle… son muchas cosas”, remarcó Ivanisevic.
Pasada la fusión, Tsitsipas regresó a tener como único referente en el banco de coach a Apostolos. “Decidió intentarlo de nuevo con su padre y, sinceramente, lo creo bien de verdad. La única persona que puede entrenarlo es él. Este es un proyecto familiar. Es la mejor decisión, le deseo todo lo mejor. Es demasiado buen jugador para estar donde está”, señaló Goran, y agregó pasando en limpio pero de nuevo al fleje: “Se exageró todo. No lo insulté ni hablé a sus espaldas. Le dije todo a él. Ahora parece que ya no se puede decir nada. Lo dije con sinceridad, para obtener una reacción. Así es esta generación”.
Hoy ya está en marcha la dupla Stef-Apostolos dejando de lado todas los límites que traspasaron en varias ocasiones convirtiéndose en una verdadera relación tóxica. “Me llevó a un punto el año pasado en el que no me reconocía a mí mismo, hay muchas cosas que no quiero volver a repetir, porque mi reacción y mi comportamiento no fue maduro. No fui yo, me hizo perder mi control, pero desde entonces hemos hablado mucho, hemos pasado muchas semanas juntos", avisó el ex-N3 del mundo pasando también un poco las culpas para el otro lado de la red.
"Tengo que ser estricto con él. A veces quiere hacer conmigo muchas cosas a su manera. Ahora estoy intentando ordenar esto y hacerle entender que ciertas cosas tienen que hacerse de la manera que yo quiero. Esta relación merece mucho más de lo que hemos hecho en los dos últimos años. Quiero que haya más sabiduría, más inteligencia a la hora de comunicarnos y ser completamente honestos", resaltó Stefanos.
Aunque aún es rápido para hablar de efectividad, el regreso de Tsitsipas con su padre, como era de prever, no tuvo buenos resultados. Balance de 3-5, con dolorosas derrotas en 2da ronda en el US Open y por la Copa Davis en Atenas, ante Joao Fonseca. Y nuevamente el aviso de su espalda. “He probado todo. He hecho un trabajo increíble con mi preparación física y con la fisioterapia. Me esforcé al máximo e hice todo lo que pude hacer. Ahora mismo, simplemente, no tengo respuestas. No sé qué hacer. Si no estoy sano, entonces toda tu vida tenística se vuelve miserable”, señaló.
Entre sus pruebas, Stef también se alejó de las redes sociales. El griego no sólo era muy activo en el rubro personal sino que también fue uno de los pioneros en mostrar cómo vive un jugador en semanas de torneo dejando ver, además, su gran potencial en fotografía y ediciones de video. Hoy quiso distanciarse de todo ese mundo por lo vivido estos meses. “Las empleé como refugio para huir de todo el estrés que he sentido por mi lesión y me vi a mí mismo pasando horas con el teléfono móvil, viendo vídeos. Alejarme de ellas es una cuestión de salud mental”.
La duda es clarísima. Y no pasa por saber si su estético revés a una mano seguirá siendo su talón de Aquiles: altamente desbordable, corto y a una altura ideal para que lo castigue el rival del otro de la red. Pasa más que nada por saber si Stef vuelve sano a las canchas y si Apostolos resistirá a las nuevas reglas. “He estado librando muchas guerras últimamente y es muy doloroso verme en una situación como esta. Como persona, tengo un límite. Definitivamente tendré que tomar una decisión final sobre si quiero seguir o no en los próximos meses”. ¿Volveremos a ver una buena versión de Tsitsipas?