Racing Club vs Botafogo Futebol Sociedad Anónima
La Academia enfrenta a su par brasileño en busca de la Recopa, un duelo que también es un choque de identidades, culturas y metodologías opuestas para alcanzar el éxito.
El Cilindro es un carnaval. Aún no había comenzado la final por la Recopa ante Botafogo en el Estadio Juan Domingo Perón y los hinchas, motivados por el musicalizador que elegía a dedo los temas originales que los hinchas reescribieron para su cancionero, montan una fiesta alrededor del himno que le rinde homenaje a su historia, una síntesis de su identidad que emociona. No importa si sos de Racing o no. Si estás en el Cilindro y sos futbolero es imposible que no te conmueva.
De pendejo te sigo, junto a Racing siempre a todos lados,
nos bancamos la quiebra, el descenso y fuimos alquilados.
No me olvido ese día, que una vieja chiflada decía
que Racing no existía, que tenía que ser liquidado.
Si llenamos nuestra cancha y no jugamos,
defendimos del remate nuestra sede.
Si la nuestra es una hinchada diferente [...]
La Guardia Imperial canta con orgullo esa canción, una letra que relata las desgracias que sufrió la institución a lo largo de su historia y que forjaron el ADN del club a través de la reacción de sus hinchas para un salvataje del que probablemente nunca se olvidarán. Racing revivió gracias a su gente. No ocultan ni se avergüenzan por lo que pasó: celebran su resistencia. Mientras en otros clubes intentan ocultar las partes más oscuras de su historia, la Academia pone sus horas más bajas en un lugar protagónico porque esas tragedias son un elemento constitutivo de su genética. No se entiende Racing, su historia, sin su lucha.
Por eso, esta final entre el último campeón de la Copa Sudamericana -Racing- y el rey de la Copa Libertadores -Botafogo- no es un partido más. La Academia se impuso en la ida por 2-0 e intentará extender su triunfal 2024 en la vuelta que se disputará en Río de Janeiro. Los rivales tienen puntos en común: son clubes que tocaron fondo y coquetearon con el naufragio de la quiebra y la posible desaparición pero consiguieron resurgir. Pero no es simplemente un choque entre dos modelos. Es un duelo entre dos filosofías muy arraigadas, producto de los fracasos extremos y los éxitos más grandes de sus historias. Además del cruce futbolístico, el mano a mano también es ideológico en el auge del debate su renacimiento fue con recetas intrínsecamente opuestas. Racing Club vs. Botafogo Futebol Sociedad Anónima.
Y el Cilindro vuelve a estallar: “De pendejo te sigo, junto a Racing siempre a todos lados”. Retumba la catarsis atronadora en cada rincón y lo que vendrá después es todo aquello que atravesó Racing para llegar a este lugar, a este preciso instante, en el que combate por un nuevo título internacional.
El descenso
La Academia fue el primer grande en descender. Solo una vez perdió la categoría, en la temporada de 1983: fue derrotado por Racing de Córdoba y condenado por el sistema de promedios. Juan José Pizzuti era su entrenador, aquel que escribió las páginas más doradas de su historia obteniendo el famoso invicto de 39 partidos, la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental, convirtiéndose en el primer campeón mundial argentino. Y dejó una frase que aún resuena: “Racing es grande por su gente”. Aquel regreso a la institución fue pura y exclusivamente para intentar una salvación que fue imposible. Racing fue víctima de la acumulación de malos resultados.
Obviamente, acarreando pésimas decisiones dirigenciales y muchos cambios de entrenadores, el club parecía haber tocado fondo deportivamente. Para un gigante como Racing, el descenso era una temporada en el infierno. Entonces aterrizó otro ídolo de la institución para conducir el operativo retorno: Alfio Basile se sentó en el banco y cumplió con el objetivo durante un año de apoyo incondicional en el que Racing siguió siendo grande por su gente. La Acadé fue el club de mayor convocatoria.
La quiebra
Tras el retorno a Primera, y hasta 1999, el club acumuló deudas en un periodo que siguió siendo convulsionado. La tormenta después de la tormenta, con una danza interminable de más de treinta entrenadores y una etapa de inestabilidad permanente. Los 33 años sin títulos a nivel local representaban un lastr cada vez más pesado. Pero la crisis no era únicamente dentro de la cancha: el estadio mostraba un evidente deterioro y los futbolistas iniciaron una huelga por falta de pago.
Daniel Lalín presidía la institución y a mediados de 1998 hizo el pedido de quiebra, el mismo día que contrató a Diego Latorre para asegurar una “quiebra con continuidad” tras no poder afrontar las deudas por más de $60.000.000. El juez Enrique Gorostegui declaró la convocatoria de acreedores y, entre otras medidas para paliar la crisis, negoció a Marcelo Delgado con Boca, por una cifra que superaba los dos millones de dólares más la absorción del Xeneize de algunas deudas académicas.
Los hinchas atravesaron una sensación bastante parecida a la muerte cuando el 4 de marzo de 1999, ante un micrófono y los medios del mundo, Liliana Ripoll proclamaba la partida de defunción académica: “Ha dejado de existir Racing Club Asociación Civil”. La vieja chifla era la síndico designada por la Justicia para hacerse cargo de la intervención del club.
En un clima espeso, los hinchas salieron a la calle. En medio de las movilizaciones que exigían una explicación, Lalín intentó dar construir su respuesta pero un redoblante interrumpió su intento de justificación. Después del incidente, Lalín se alejó definitivamente de Avellaneda. Como respuesta, los hinchas sostuvieron una serie de movilizaciones populares que conmovieron al país. En las horas más tristes, en medio de esa pesadilla sin fin, empezó la refundación de su identidad.
Tres días después, Racing debía debutar en el campeonato local en el Cilindro de Avellaneda. La decisión judicial lo impidió, pero los hinchas acompañaron igualmente y fueron al estadio como forma de protesta. Ese día no se jugó al fútbol. Hay una delgada línea celeste y blanca que une ese día con su presente: el entrenador de ese equipo era Gustavo Costas, quien también asistió a la cancha como un socio más. Desde ese 7 de marzo, en cada aniversario se celebra el Día del Hincha de Racing.
La defensa de la sede
El 12 de agosto de 1999, un grupo de martilleros públicos escoltados por la policía se dirigía hacia la sede de Villa del Parque de Racing para rematarla. Pero los hinchas se anticiparon. Centenares presentes defendieron uno de sus rincones más preciados: algunos hasta se encadenaron en las puertas del edificio para impedir la acción judicial. Histórico. La sede siguió en manos de la institución por la valentía de aquellos locos.
El gerenciamiento
La presión popular provocó que la justicia autorizara la presentación de Racing en el campeonato. Sobre el cambio de siglo, Blanquiceleste S.A. se hizo cargo de la parte del fútbol profesional de la institución. La empresa que comandaba Fernando Marín asumió la explotación de esta disciplina por 10 años, tras la aceptación de Gorostegui.
Si bien a fines de 2001 el club salió campeón después de 35 años de sequía nacional, el fútbol de Racing no se estabilizó y Blanquiceleste comenzó a tambalear. Las promesas quedaron inconclusas, Marín se vio forzado al éxodo y asumió Fernando de Tomaso. El estadio y el predio carecían de inversión en infraestructura y en 2008 llegaron a jugar la Promoción para no descender a la B Nacional. Pese a que apostaron por entrenadores ídolos de la institución como Teté Quiroz, Costas, Cholo Simeone, Ubaldo Fillol o Mostaza Merlo, este último fue quien en conferencia de prensa los destrozó: “Blanquiceleste había prometido un proyecto pero no cumplió en nada”.
Sin rumbo, el 7 de julio de 2008 se aprobó la disolución de la Sociedad Anónima y a fin de año, tras elecciones, asumió Rodolfo Molina como nuevo presidente del club.
Su identidad
Gustavo Costas estuvo en las peores épocas de Racing. Puso la cara. No le fue bien. Volvió en 2024, cuando la Academia había enterrado el caos. En su nueva etapa alcanzó la final de la Sudamericana, y en la previa dio una hermosa entrevista con CONMEBOL en la que resumió perfectamente la historia de su club en pos de generar una unidad, en medio de un embravecido clima político, de cara a la final del certamen internacional: “Agradecerle a todos porque estuvimos juntos, porque comprendieron el mensaje. Hay que estar juntos para llevar a Racing a lo más alto. Estuvimos juntos cuando se encadenaron en Villa del Parque, cuando iban a rematar la sede. Estuvimos juntos el día que empezó el campeonato y no jugamos, que llenamos la cancha. Estuvimos juntos en el Congreso, cuando tenía que salir la ley de que Racing era patrimonio nacional, en la Casa Rosada. Ahora es el momento de estar juntos para poder lograr lo que más queremos. Chau”. Ese chau fue entre lágrimas cuando se levantó de la silla para decretar el final de la entrevista.
El gen identitario está tan arraigado entre los hinchas de Racing que jamás permitirán el regreso de las sociedades anónimas al club. Diego Milito, actual presidente, tuvo que aclarar una y otra vez que su intención con la institución no era privatizarla. Asegurar lo contrario, o ni siquiera despejar la duda, lo hubiera hecho perder la votación. Racing es su gente, es su historia y ahora goza de este presente con uno de los más grandes ídolos como presidente y con un Gustavo Costas como entrenador que no es un hincha más: es el más hincha de todos. Eso se ve en el equipo, que sale a jugar los partidos que a la tribuna más le importan, los clásicos y los partidos internacionales, con el cuchillo entre los dientes y de manera inteligente. Porque hoy el plantel de Racing es un espejo de su gente: juegan como hinchas dentro del campo de juego.
Botafogo como contracara
El club carioca obviamente también llegó a esta instancia de la Recopa por haber vivido, como Racing, uno de los momentos más gloriosos de su historia. Por primera vez, en 2024, consiguió la Copa Libertadores. En 2021, Botafogo descendió por segunda ocasión en menos de diez años. En medio de una crisis institucional y económica, la gestión del club pasó a manos privadas con la llegada del inversor Jhon Textor, propietario de Eagle Football Holdings, también dueño de Olympique Lyon y Crystal Palace.
En lo deportivo parecía acomodarse de a poco. Lograron la permanencia en primera y clasificaron a la Sudamericana pero algunos manejos como la venta de Jeffinho al Lyon, por más que haya sido la más alta en su historia, ponían a Textor bajo la lupa. En 2023 estuvieron punteros del Brasileirao durante gran parte del campeonato pero Palmeiras consumó una remontada increíble, incluso al darle vuelta un mano a mano en la definición del campeonato: el Fogao ganaba por 3-0 y lo terminó perdiendo por 4-3 sobre el final.
El duelo se repetiría tiempo después, en los octavos de final de la Libertadores 2024: el Verdao estuvo cerca de concretar otra remontada haciendo dos goles en los últimos diez minutos pero estrelló un tiro libre en el travesaño y terminó despidiéndose ante un Botafogo que saboreó su revancha. El cierre de año fue épico: tras sufrir una temprana expulsión que lo obligó a jugar con diez durante más de noventa minutos, el club brasileño conquistó su primera Libertadores tras vencer a Atlético Mineiro en El Monumental de Buenos Aires.
Tras obtener el título más importante del continente y con Textor convertido en héroe por salvar al club de una catástrofe e impulsarlo a la cima de América habiendo hecho también inversiones en infraestructura que le daban credibilidad al proyecto, llegaron las primeras dudas. Porque no todo es ganar para el hincha. En 2025, Botafogo concretó la venta de Luiz Henrique al Zenit de Rusia en 35 millones de dólares y también cobró una millonaria suma por haber obtenido el certamen de CONMEBOL. Además, varios jugadores se marcharon en el mercado de pases, pero hasta el momento no se ha reforzado el plantel. Incluso el entrenador es interino tras la salida de Artur Jorge, el portugués que hoy dirige en la liga de Qatar.
El avispero se movió con fuentes brasileñas que aseguran que Textor desvió esos fondos para ejecutar el rescate del Lyon, equipo francés de su propiedad que está atravesando también una grave crisis económica. Incluso Thiago Almada, jugador y figura de Botafogo por seis meses, pasó por el club brasileño y desembarcó rápidamente en Europa.
Luego de la derrota ante Racing, Alexander Barboza, jugador de Botafogo, desnudó la situación: “Cambió mucho. No tenemos el entrenador del año pasado, el entrenador de hoy sólo tuvo tres entrenamientos con nosotros. No sabemos si se va a quedar todo el año. Los jugadores también cambiaron. Se fueron 16 jugadores. Pocos refuerzos que llegan y muchos todavía no pueden jugar. El tiempo es poco y eso nos atrapa. Es difícil que las cosas resulten de esta manera”. La sinceridad es cara. El pasado sábado tuvo que salir a explicar que no fue un ataque contra la dirigencia ni mucho menos. Incluso agradeció a Jhon Textor por hacerle vivir su mejor momento de su carrera.
La información es que el propietario de la institución entiende que este momento de la temporada no es importante en Brasil y en Sudamérica y que lo más fuerte viene después, con la Libertadores. Las inversiones están siendo realizadas en infraestructura y el clima aún no explotó con los hinchas botafoguenses. En sus pergaminos tiene las páginas más doradas de la historia del club. Se verá con el tiempo si es una gestión exitosa o no.
Racing Club vs Botafogo Futebol Sociedad Anónima
La Academia, con este modelo, demostró que entiende perfectamente lo que quiere su gente y lo representa dentro de la cancha. Juega bien y con una entereza impresionante los partidos más importantes. Y así tomó la ida de la Recopa.
Racing expone toda su identidad en el mejor momento de los últimos 50 años. Porque se entiende como un concepto hasta incluso más filosófico. Racing es su gente, sí. Racing es un estadio que se llama Perón, un equipo conectado con los hinchas, un disfrute de ser, entendiendo todo lo vivido para transformarlo en ADN. El hincha no le da la espalda ni le avergüenzan las páginas más negras de su historia. Por lo contrario: lo hacen bandera, lo hacen canción y le cuentan al mundo todas las malas que tuvieron que pasar para llegar a este momento que, lógicamente, se disfruta el doble.
Y se disfruta el doble porque también están involucradas personas que entienden y sienten lo mismo. Liderados por Gustavo Costas. Un hincha más. Uno de los más hinchas. Que tiene a sus hijos en el cuerpo técnico. Que le taladra la cabeza a sus jugadores para hacerles entender lo que los hinchas necesitan. Y lo comprende a la perfección, porque él es uno más. Del otro lado está Botafogo, un caso hasta ahora exitoso de una sociedad anónima que salvó al club de lo peor. Pero que está viviendo unos momentos un poco confusos. Textor aún tiene crédito, pero lo que suceda decretará seguramente la genética a futuro para los hinchas del club brasileño.