Superclásico: River festejó con la ayuda de Gago
El Millonario celebró en el Superclásico y expuso los errores de un Fernando Gago que volvió a convertirse en el blanco de las críticas Xeneizes.
Llegaban al Superclásico con realidades distintas. River, revitalizado tras remontar un 0-2 en su visita a Ecuador el miércoles por la Copa, llegaba con el ánimo en alto. Boca, en cambio, acusaba las bajas de Cavani y Milton Giménez, aunque contaba con la ventaja de haber tenido la semana libre y la tranquilidad de que su liderazgo en la zona no corría peligro, tras el empate de Argentinos Juniors en Córdoba ante Belgrano.
Lo que en la previa parecía una ventaja física para el equipo de la Ribera terminó convirtiéndose en un espejismo. El equipo de Gallardo, que se suponía desgastado, demostró todo lo contrario. Boca, pese a haber trabajado toda la semana, no dio señales de vida.
A las 14, apenas hora y media antes del inicio, la alineación de Boca dejó expuestas señales de temor en Fernando Gago. El DT apostó a un esquema ultra defensivo: cinco defensores, tres volantes, Palacios persiguiendo a Enzo Pérez y Merentiel como única referencia ofensiva, aislado. Gallardo, en cambio, repitió la fórmula que había funcionado en el segundo tiempo en Perú: adentro Galoppo, afuera Meza, y a sostener la idea de presión y juego.
Así, River fue a buscar el partido y Boca se resignó a esperarlo. Gago pobló de jugadores su campo, pero no de marcas: juntó hombres en la zona donde River menos atacaba y desprotegió los sectores donde aparecían Colidio, Mastantuono, Castaño, Galoppo, Enzo Pérez y las proyecciones de Acuña y Montiel. No sería justo tildarlo de despropósito, pero sí de inexplicable.
River monopolizó la posesión. Le faltó profundidad, es cierto, pero siempre mostró más intenciones de forzar el error rival. Cada vez que recuperaba la pelota, encontraba líneas de pase limpias; y cuando la perdía, ejercía una presión asfixiante cerca del área de Marchesín. Boca, por su parte, apenas cortaba y corría. Pero con tantos hombres cerca de su propio arco, el de Armani quedaba en el horizonte, casi inalcanzable. Sólo en dos ocasiones el equipo de Gago logró contragolpear o aprovechar algún desajuste rival.
El gol de River llegó a través de Mastantuono, un chico de 17 años que juega como si tuviera diez más. Sin embargo, un error grosero de Pezzella volvió a poner a Boca en partido: Merentiel aprovechó un mal pase hacia atrás y empató un partido al que Boca había aportado muy poco. El fútbol, que a veces parece injusto, también suele premiar a quien más lo busca: casi sobre el cierre del primer tiempo, Driussi le devolvió la ventaja a River, que había hecho más méritos.
Así se fue el primer tiempo: River en ventaja, con su plan funcionando; Boca incómodo, refugiado, esperando más el error ajeno que generando el propio acierto.
Parecía lógico esperar modificaciones en el entretiempo: otro sistema, más audacia. Nada de eso ocurrió. Gago mantuvo su 5-3-1-1 y a los mismos nombres, en una decisión difícil de entender tras la pálida imagen de la primera etapa. ¿Qué se podría haber hecho? Al menos, romper la línea de cinco para equilibrar el medio o poner dos delanteros para forzar el error de una defensa que ya había fallado en una jugada aislada.
Gago no sólo desperdició el entretiempo, sino que recién a los 22 minutos del complemento movió el banco. El ingreso de Zeballos insinuó un cambio y tuvo su impacto inmediato: tras una gran jugada de Zenón, el "Changuito" tuvo la más clara para empatar, pero definió desviado. Más tarde, los cambios de Boca —como el de Blanco por Saracchi— siguieron manteniendo cinco defensores y reafirmaron la desconexión entre el planteo y lo que el partido pedía.
Recién a los 45 minutos, cuando todo estaba prácticamente sentenciado, Gago sacó un defensor (Delgado) para darle minutos a Aguirre, pero ya era tarde.
River ganó el Superclásico con justicia. Lo ganó porque lo fue a buscar, porque ejecutó su plan con valentía y convicción. Boca lo perdió porque Gago no entendió el partido, trasladó sus miedos a sus jugadores, careció de alternativas y apostó más a la casualidad que a la causalidad.
Esta es una reseña de un partido. Gracias Mariano.
Una descripción perfecta de lo que pasó en la cancha. Nueva nota de gran calidad. Éxitos Mariano