SuperMax al rescate del Mundial
Las últimas demostraciones de Verstappen abren la posibilidad de que los pilotos McLaren no tengan que pelear solo entre ellos por el título del mundo
-¿Quién es ese que se abraza al rey?
-Ah, ¿ese? Willem de Oranje…
Uno de los records más difíciles de batir en el competitivo mundo de la Fórmula 1 parece gozar de vida sobrenatural. Después de mucho tiempo, la máxima categoría del automovilismo mundial se preparaba para presenciar cómo esa supermarca iba a ser alcanzada. Pero a mitad de 2025 la expectativa se desinfló. Ya no será posible, se dijo.
Sin embargo, la vuelta del receso del verano enarcó algunas cejas. ¿Será todavía posible? ¿Estaremos asistiendo a la realización de un milagro deportivo? ¿Será que al fin Max Verstappen podrá alcanzar un quinto título mundial consecutivo e igualar, así, la marca que estableció Michael Schumacher en el quinquenio 2000-2004? Hay mucho para debatir en esta nueva ventana que abre el sistema operativo de la F-1.
Verstappen volvió a demostrar, esta vez en Monza, la pista más veloz de la Fórmula 1, que se mantiene hombros arriba sobre el resto de los mejores pilotos del mundo, incluido el fenómeno Oscar Piastri. El neerlandés, acostumbrado a conducir coches al filo que resultan inmanejables para el resto de sus colegas, volvió a dar cátedra de control y dominio. Su RedBull RB21 estaba perfectamente desbalanceado para los cánones habituales, con más carga aerodinámica sobre la trompa y un alerón recortado en la parte trasera. Bastaba mirar el coche de su compañero Yuki Tsunoda para percatarse de lo complicado que era conducir un auto de esas características: el del japonés no tenía el alerón recortado, toda una invitación a despistarse en un circuito de 260 km/h de promedio, dónde solo dos chicanas se transitan a menos de 200 km/h.
Pero con esa máquina de inestable promesa, el cuatro veces campeón del mundo le ganó a los McLaren, los dueños de la temporada, por casi 20 segundos de ventaja. Fue la victoria con mayor diferencia de todo el torneo. Y provocó que algunos analistas se preguntaran si, efectivamente, está todo terminado.
Mientras en el equipo que mejor representa a la Pérfida Albion (una idea basada en un concepto napoleónico sobre la que se retornará) hace como que quiere mantener una neutralidad superior a la de Suiza en el concierto mundial, a la vez que muestra las costuras de su debilidad por su piloto de estirpe británica –para colmo, el líder del torneo no es más que un representante de las colonias, jajaja-, el campeón humilla, recorta puntos y amaga con que va a volver a subirse al ring.
Acaso piensa que lo bajaron antes de tiempo. Como si el record vigente y extremadamente sólido que Schumacher estableció en 2004 fuera a ser nuevamente jaqueado.
Pongámoslo en contexto: ni Juan Manuel Fangio consiguió algo así. El Chueco de Balcarce ganó cinco títulos mundiales, pero solo cuatro de manera consecutiva, entre 1954 y 1957. La competitividad (y la mortalidad) de las décadas siguientes impidieron que esa marca se alcanzara hasta que Schumacher congenió definitivamente con Ferrari.
Sebastian Vettel conquistó también cuatro Mundiales consecutivos, de 2010 a 2013, pero en 2014 le cambiaron el reglamento técnico y, sin carga suficiente en el tren trasero, su chance de un quinto consecutivo se fue a pique.
Lewis Hamilton logró siete títulos, pero un motor completamente roto en Malasia 2016 y la última vuelta de Abu Dhabi 2021 aniquilaron cualquier esperanza de igualar a Schumi. Dos detallecitos en una estupenda campaña que cosechó los títulos de 2008 (un one-off con McLaren) más los de 2014, 2015, 2017, 2018, 2019 y 2020. Pero suficientes para arruinarle el asalto. Como Fangio, como Vettel, cuatro coronas consecutivas. Pero no más. Joya, nunca taxi, ni cinco.
Y también como Verstappen: aquel giro postrero de Abu Dhabi fue el puntapié inicial de una campaña muy exitosa, que a diferencia de Vettel surfeó un cambio reglamentario –Max pasó de ganar con coches de alto rake en piso plano a hacerlo con autos de efecto suelo- y que iba a camino a igualar, finalmente y tras coronarse en 2024, los cinco al hilo de Schumacher.
Pero algo olía mal en Milton Keynes. La saga es conocida ya: Christian Horner y su asistente, la renuncia de Adrian Newey, la diáspora de los técnicos, la evidencia de que McLaren pasaba al frente en el aspecto mecánico y este campeonato 2025 que Verstappen peleó hasta donde pudo. Imola, en abril, había sido su última victoria. Desde julio en adelante, el título había pasado a ser una discusión interna de McLaren, que hasta se planteaba si había que celebrarlo mucho o poco para no entristecer a nadie. Basta revisar el archivo de Apex para recordarlo.
De golpe, de vuelta tras el receso veraniego en Europa Max termina segundo en Zandvoort, delante de sus reyes, cuando el coche de Lando Norris defecciona.
Luego, un acto de coraje en Monza. Max despliega todo su arte conductivo: si eso pudiera condensarse en una pintura, habría poco que envidiarle a Van Gogh o a Rembrandt.
En dos carreras, le ha descontado puntos a los dos pilotos de McLaren. Todavía sigue lejos y es probable que en algunas en el futuro inmediato, como Qatar, por ejemplo, o México, McLaren recupere su supremacía.
Es muy probable que Schumacher, presumiblemente sin estar al tanto de ello, retenga su record exclusivo de cinco títulos mundiales consecutivos simplemente porque Verstappen perdió ya demasiado terreno en lo que va del 2025. Pero lo cierto es que se ha abierto una ventana de probabilidad.
Piastri arrastra una racha de 34 Grands Prix consecutivos completando las vueltas del ganador, no abandona desde USA 2023 e hilvanó 41 de los últimos 42 Grands Prix sumando puntos. ¿Quién dijo que está fuera de la ley de probabilidades de que su auto se rompa en algún momento? Como sea, si al australiano lo preocupa esa posibilidad, debería relajarse porque, en un punto, este resurgimiento de SuperMax lo favorece en su pelea contra Norris.
Quedan ocho carreras para terminar el torneo, y tiene 31 puntos de ventaja sobre su compañero. Si presumiéramos que los McLaren van a terminar 1-2 en cada una de esas carreras restantes, una presunción que era completamente lógica hasta el GP de Hungría, antes de que resurgiera RedBull, entonces el inglés necesita ganar 7 de esas 8 competencias remanente para asegurarse el título. Siete de ocho ya es muy difícil para Norris, que por ahora va perdiendo 7-5 con su compañero.
Eso, si no hay injerencia exterior. Introducida la inesperada variable de Verstappen sumando puntos gruesos, restándoselos a los pilotos de McLaren, por lógica el que más sufre es quien más los necesita, que es Norris.
Esa es la lógica interna del equipo anaranjado, que a los fanáticos de la Fórmula 1 en general no debiera preocuparlos. A lo que esa legión debe estar atenta es a que Verstappen recupera cierto sentido de animación en el torneo. Ya no hay que contentarse con intentar pronosticar cuál de los Papaya Drivers ganará. Ahora, y por el tercio que queda por disputarse, RedBull echó un frasco de pimienta en la olla del certamen.
Eso se celebra.
Un párrafo aparte.
El presente de Ferrari provee terreno fértil para el meme. Ferrari, se dice, es un meme en sí mismo. Se gasta 400 millones de euros en el Proyecto Hamilton y, 16 Grands Prix después, el inglés se contenta con celebrar un sexto lugar en el Templo de la Velocidad, en Monza. Ferrari ahora asegura –según palabras de su director deportivo, Fred Vasseur- que su objetivo es el segundo puesto en el Mundial de Constructores antes que una victoria en alguno de los ocho Grands Prix que restan disputarse en 2025. Si la capacidad de reacción de Verstappen y RedBull se sostienen, acaso no consigan ni una cosa ni la otra.
Pero a no olvidarlo: Schumacher llegó a ese record tan difícil de escalar conduciendo un auto de Maranello. Ferrari tiene historia detrás del meme. Las condiciones habrán cambiado, pero reírse de los italianos no es una decorosa muestra de respeto ni mucho menos.
Cooper. BRM. Tyrrell. Lotus. Brabham. Todos equipos ingleses. Todos campeones mundiales de Fórmula 1. ¿Alguien los ha visto últimamente? Todos compitieron, en algún momento u otro, contra Ferrari. El único que sobrevive es McLaren.
Y RedBull, que con 20 años en la F-1, quiere volver a pelear.