Un cuento de hadas
De armar las valijas a ser la primera argentina en octavos de final de Wimbledon en 21 años. Solana Sierra vive un momento único en Londres y este domingo irá por más ante la alemana Laura Siegemund.
Hace poco más de una semana era todo desilusión. Solana Sierra veía cómo se le escapaba de las manos el boleto al cuadro principal de Wimbledon. Con mejor ranking que su rival, la marplatense no lograba cerrar el match point en el 5-4 del tercer set y terminaba siendo derrotada por la australiana Talia Gibson por 6-4, 3-6 y 7-5. Pensó en ese punto una y otra vez antes de conciliar el sueño. Lo masticó, lo digirió y terminó cerrando los ojos de cara a un nuevo día. Sabía que aún quedaba una chance: el sorteo le dio un guiño y la puso en el primer lugar de las lucky loser.
Con ese panorama se levantó el lunes. Había rumores, pero aún estaban firmes las 128 jugadoras del cuadro. Gibson ya tenía rival: la durísima Naomi Osaka. Y ella aún nada, aunque permanecía en el club por las dudas. Y finalmente se dio el hueco: la belga Greet Minnen se bajó por cuestiones físicas y le dejó un debut para nada despreciable ante la australiana Olivia Gadecki, N°103 del mundo. Un hermoso partido de cara a una primera vez en Wimbledon. Eso sí, el aviso le llegó cuando estaba comiendo en el restaurant de jugadores y sólo tuvo 15 minutos para preparar el duelo. La suerte estaba echada. Pero a la suerte hay que ayudarla, claro, como lo hizo durante toda su incipiente carrera.
Solana es un diamante en bruto. Con mucho por pulir. Siempre lo fue, desde chica. Formada en el club Teléfonos de Mar de Plata por Bettina Fulco, N°23 del mundo en 1988, Sierra tuvo un juego y vocación ofensiva desde sus inicios. Potentes golpes, rasantes, tanto de ambos lados pero con un revés levemente superior a su derecha. Un estilo, para decirlo de alguna manera, bien de Europa del Este. Más allá de sus dones naturales, hubo influencia de Fulco, quien en sus años como entrenadora de los equipos juniors de la ITF tuvo en sus filas, por ejemplo, a Viktoria Azarenka y Kateryna Bondarenko. El tenis que se venía de la mano de las rusas y checas. Pero a la suerte hay que ayudarla. Y Solana sabe mucho de eso. El esfuerzo, el aprendizaje y el sacrificio corrieron por su cuenta.
En Londres pasó lo mismo. Aprovechó su duelo ante Gadecki para sumar su primera victoria en Grand Slam y asegurarse así un lugar en el Top 100. Luego llegó el turno de la local Katie Boulter (43°), que venía de una buena victoria ante la española Paula Badosa, novena favorita, que llegaba algo tocada en lo físico. Se encontró set abajo en la Cancha 1, la segunda en importancia en el All England Tenis Club. Y mostró reacción. Entereza mental. Ese plus que todo buen jugador necesita para sobresalir. Fue triunfo en tres sets; y un lindo embrollo: el alojamiento. "Perdí en la tercera ronda de la qualy así que tuve que cambiar tres veces de departamento. Ahora lo cambiaré de nuevo. Pero como decimos, es un buen problema".
Solana está acostumbrada a los problemas. Y a cómo resolverlos. Como a todo jugador surgido de la Argentina el tema "dinero" siempre fue una traba. No abundan las posibilidades y las ayudas económicas desde la Asociación Argentina de Tenis son escasas o nulas. Por su nivel y resultados en torneos nacionales organizados por la AAT y por sus buenas actuaciones en las competencias continentales de la COSAT aparecieron las chances de inversionistas privados. Por suerte para ella pudo rechazar y no caer en contratos leoninos, de los cuales terminan siendo "presos" la mayoría de los jugadores de nuestro país. Nuevamente, a la suerte hay que ayudarla. Aquí hubo un sostén, con sacrificio y esfuerzos, que sintió alivio ante la firma del vínculo de representación con la empresa Tennium en 2020.
La tercera ronda de Wimbledon, instancia que una argentina había pisado por última vez en 2009 de la mano de Gisela Dulko, presentaba un nuevo desafío para Sierra. Otra vez frente a frente ante una rival de ranking inferior: Cristina Bucsa, N°102 del mundo. Una rival nada despreciable en los papeles. Y de nuevo inconvenientes, porque el partido parecía irse de las manos. En un abrir y cerrar de ojos pasó a ceder seis games seguidos, sufrir una tonta lastimadura en una mano por golpear la raqueta y verse 1-0 abajo en el tercer set. Pero apareció de nuevo la mejor versión de Solana. Llena de tiros ganadores y pasando por encima a una rival desconcertada para acceder a la segunda semana, siendo la primera argentina desde Paola Suárez en 2004 y convertirse en la primera jugadora en la historia en hacerlo en Wimbledon como lucky loser.
Llegar hasta acá no fue sencillo. De los grandes resultados en los Grand Slam Juniors, con semifinales en el US Open 2021 y final en Roland Garros 2022, hasta Londres 2025 hubo un largo camino. De construcción. De formación, de entrenamientos, de ranking y de juego. La plata ayuda y es clave. Pero el roce también. Y hacerlo desde chico suma doble. Solana disputó Sudamericanos y Mundiales representando a la Argentina, y con 15 años recién cumplidos recibió su primer wild card para el ITF 15k en Buenos Aires. Dos meses después, jugó su segundo torneo profesional, también gracias a una invitación, en Villa del Dique, Córdoba, logrando su primera victoria. No hubo dinero físico, pero sí apoyo y ayuda. Desde dónde se debe y puede hacer en edades formativas.
Su aparición en el ranking sería un año después, ya con 16 años, pero con la misma fórmula para abrir barreras: continuidad en su dedicación e invitaciones a los torneos en Argentina. Aquí dos temas a tener en cuenta que le vinieron justo a Solana: el crecimiento en la cantidad de torneos femeninos en la Argentina, ya sea organizados por la Asociación Argentina de Tenis o por externos, como en su momento se puso al hombro la exjugadora y actual entrenadora Mariana Díaz Oliva con una tanda en Misiones, y la chance de jugarlos aún sin tener ranking -gracias a wildcard- mientras otras compañeras tenían que salir a buscar sus primeros puntos WTA a terrenos lejanos, inhóspitos y, sobre todo, costosos. Otra vez: apoyo y ayuda. Desde dónde se debe y puede hacer en edades formativas. Se podrán criticar muchas cosas, pero esta tal vez fue la receta para llegar a más chicas con equidad. Torneo para muchas en vez de apoyar a unas pocas. Hoy, incluso, a algunas les sigue pasando: no hay suficiente lugar en cuadros por Argentina o Sudamérica y tienen que salir a costear sus primeros torneos en carísimas giras europeas, incluso jugando desde la clasificación.
En 2021, ya con ranking pero aún fuera de las 1000 del mundo, Sierra recibió una invitación de Tennium, dueña del WTA 125 de Buenos Aires (así como del ATP 250) y empresa que maneja su carrera desde hace cinco años. A la suerte hay que ayudarla: victoria y salto de 200 puestos. Al año siguiente, en enero, dos invitaciones por parte de la AAT en semanas seguidas en Tucumán le permitirían, con cuatro victorias, escalar otros 150 puestos. Caminar cerca del puesto 600 le empezó a abrir oportunidades, ayudada por su juego, claro. Tuvo ranking suficiente para jugar -y ser preclasificada- en dos ITF 15k en Cancún. Y ganó ambos para saltar otros 100 puestos. A la suerte hay que ayudarla. El nivel de exigencia fue subiendo. Y Solana tomó otra decisión: cambiar su equipo de trabajo. Dejó el equipo de Sebastián Gutiérrez y se pasó al grupo de la Academia de Rafael Nadal, con Migue Fragoso como bandera de su staff. Y la jugada tuvo buenos resultados rápidamente, con victorias y títulos, tres de hecho este año, que le permitieron romper una difícil barrera del 160 al 100 del mundo.
Y ahora rompió otra en Londres. El ranking en vivo la tiene como 65° del mundo, algo que le permitirá jugar gran parte del circuito, a nada de ingresar a la totalidad de los WTA 1000. Pero esto sigue. Y hay otro guiño del destino, porque su rival en octavos de final será Laura Siegemund, de 37 años y que dejó en el camino a la estadounidense Top 10 Madison Keys. Pero a la suerte hay que ayudarla. Solana sabe mucho de eso.