La máquina de hacer tenistas
Ya hace unos años que dejó de ser "little Italy". Sinner, Musetti, Berretini, Paolini y varios más. Un modelo para ver, aprender y copiar.
Roma, sábado 17 de mayo de 2025. Hace apenas unos minutos, Jasmine Paolini venció con autoridad a Coco Gauff por 6-4 y 6-2, coronando una semana espectacular en el Foro Itálico. En su camino al título dejó atrás a rivales de peso como Jabeur, Ostapenko y Shnaider, entre otras. "No me parece real. Es increíble tener el trofeo entre mis manos. Estoy muy emocionada. Ganar aquí ni siquiera estaba en mis sueños cuando era pequeña", declaró entre lágrimas.
Ya instalada en la historia grande del tenis italiano por sus dos finales de Grand Slam, Jasmine Paolini se dio un regalo personal en casa. Rompió una sequía de 40 años sin campeonas locales en Roma, desde aquella conquista de Raffaella Reggi en 1985. “Han sido dos semanas de sueño. No ha terminado todavía. Queda el dobles aún, que no me he olvidado. Nos vemos mañana todos”, avisó aún en la cancha, trofeo en mano, con la mirada puesta en emular la doble corona de Reggi. Veinticuatro horas después, lo lograría.
"Gracias a la organización y a la Federación, que siempre nos ayuda", remarcó Paolini en su discurso, ya consagrada. Junto a Sara Errani, su compañera en la final de Roma, conquistó además el primer oro olímpico en tenis para Italia, otro hito que agranda su figura.
No fue casual que la buena de Jasmine mencionara a la Federación durante la premiación. Era el momento justo para hacerlo, con todo el mundo mirando y escuchando. No por condescendencia, protocolo o cortesía. Simplemente porque el presente del tenis italiano no es obra de la casualidad. Cuando las cosas se hacen bien, está bien reconocerlo.
Hoy Italia disfruta de una Jasmine Paolini en plenitud. Y también de una generación masculina en auge: tiene siete jugadores dentro del Top 50 (sí, 7 de 50), incluyendo al número uno del mundo, Jannik Sinner, que cayó en la final de Roma ante Carlos Alcaraz. Lo acompañan Lorenzo Musetti —uno de los grandes destacados de la gira europea sobre polvo de ladrillo, con semifinales en los tres Masters 1000—, Matteo Berrettini, Flavio Cobolli, Matteo Arnaldi, Lorenzo Sonego y Luciano Darderi.
Dentro del Top 100 hay además otros dos Sub 23: Mattia Bellucci y Luca Nardi. Un dato que no pasa inadvertido: siete de los nueve italianos entre los cien mejores tienen menos de 24 años. Y, claro, nada de esto es casualidad.
La historia comenzó con el cambio de milenio. Más precisamente en 2001, cuando Angelo Binaghi asumió la presidencia de la Federación Italiana de Tenis. Allí empezó la revolución. Las consignas eran claras: ordenar las cuentas, reorganizar el sistema de formación juvenil, potenciar los torneos existentes y ampliar el calendario de eventos en el país. Si la rueda empezaba a girar, los resultados iban a llegar con el tiempo.
Y los éxitos no tardaron en llegar, de la mano de una camada dorada de jugadoras. Flavia Pennetta, Francesca Schiavone, Roberta Vinci y Mara Santangelo conquistaron en 2006 la primera Fed Cup (hoy Billie Jean King Cup) de la historia para Italia. Tres años después repitieron la proeza, ya con Sara Errani en el equipo. En 2010 revalidaron la corona, y en 2013 cerraron un ciclo brillante con el cuarto título en ocho temporadas.
Antes, durante y después de esa racha, cada una dejó su huella con logros individuales: ingresos al Top 10, títulos de Grand Slam, el número uno del mundo en dobles y una final 100% azzurra en el US Open de 2015 entre Pennetta y Vinci, símbolo de una generación inolvidable.
Los grandes logros del tenis femenino pusieron en marcha la maquinaria. Fabio Fognini ya era parte de la pelea, y algunos años después ganaría el Masters 1000 de Montecarlo y se metería en el Top 10. Pero Italia quería más. Soñaba con volver a vivir un boom como el de los tiempos de Adriano Panatta, una época que, por falta de infraestructura, decisiones desafortunadas y también un poco de mala suerte —que siempre cuenta—, no se pudo capitalizar.
Esta vez, el terreno estaba más firme. Y el trabajo desde las bases fue el cimiento de todo lo que vino después.
Luego de varios años de presentaciones, pedidos y conversaciones, la Federación decidió descentralizar el entrenamiento de alto rendimiento. El desarrollo de los juveniles se llevaría a cabo en diversos clubes del país, con la elección de entrenadores a cargo de los propios jugadores y cerca de sus familias. Los tenistas dejaron de ser un producto íntegro de la Federación, pero no fueron olvidados. Se implementó un modelo mixto, con inversiones privadas apoyadas por subvenciones oficiales, capacitaciones profesionales para jugadores y entrenadores, la incorporación de fisioterapeutas y preparadores físicos, y clubes afiliados que dictan programas de entrenamiento.
Fundamentalmente, se impulsó la creación de una cantidad exorbitante de torneos de todos los niveles para fomentar la competencia y el crecimiento.
Hoy, el calendario ATP no está saturado de torneos en Italia, es cierto. Tenemos el Masters 1000 de Roma y poco más, junto al Masters de fin de año en Turín y las finales de la Copa Davis en Bolonia. Pero el secreto del éxito está en la base, en las categorías menores.
Este año ya se disputaron seis torneos Challenger en Italia, y quedan seis más hasta agosto. Además, se jugaron ocho M25 y un M15, con otros seis M25 y diez M15 confirmados hasta fin de año. En el circuito femenino la situación es similar: además del WTA 1000 de Roma, hay siete W125, tres W75, dos W50, 13 W35 y cinco W15 programados.
No hay dudas: el tenis en Italia crece desde la base.
Y ya que hablamos de las bases, en 2025 se celebra por decimotercer año consecutivo el programa “Racchette in Classe” (Raqueta en clase), una iniciativa que introduce el tenis en las escuelas, dividida en cuatro niveles según la edad: infantes (incorporado este año), primaria, secundaria y educación media. El programa también incluye tenis adaptado para personas con discapacidad. Con un presupuesto cercano a los 8 millones de dólares, se estima que alrededor de 400 mil niños y niñas forman parte del proyecto.
Siempre mirando al futuro, la Federación italiana también impulsó la formación más allá del polvo de ladrillo, la superficie tradicional del país. Hace más de una década que funciona un proyecto para acercar a los jugadores a las canchas duras, y hoy la cantidad de hard courts se ha cuadriplicado en todo el territorio nacional.
“Estamos intentando cambiar la identidad de nuestros jugadores. Nos estamos entrenando para el tenis moderno. Por eso tenemos jugadores que no parecen italianos en cuanto a su estilo técnico”, explicó Filippo Volandri a The New Yorker. Volandri, un referente del clay italiano y actual director del Centro de Alto Rendimiento de la Federación en Tirrenia, ve en esta evolución a figuras como Sinner y Berrettini dos ejemplos claros de ese cambio.
Como pieza clave de la mesa, la Federación no se olvidó de la difusión, otro pilar fundamental para el crecimiento del tenis en Italia. Además de la ya existente cadena Sky Italia y las distintas formas de llevar el deporte a cada hogar vía TV o streaming, lanzó de manera gratuita el canal SuperTennis, que transmite grandes eventos y, por supuesto, todos los torneos disputados en el país, incluidos partidos de juniors. ¿Te suena el nombre? Claro, uno de los nuevos estadios —con capacidad para 3.000 espectadores— de la reciente ampliación del Foro Itálico fue bautizado SuperTennis.
“Esperemos que esto sea solo el principio”, señaló Paolo Lorenzi, exjugador y director del Masters 1000 de Roma. El tenis italiano goza de buena salud. Y todo indica que seguirá así por muchos años.