Los sospechosos de siempre
Arbitrajes cuestionados, descensos anulados, aprietes en redes sociales, clubes a la deriva e inversores que nunca aparecen. Un viaje por la decadencia del fútbol argentino.
El tweet es un beso de la muerte. Lo escribe Pablo Toviggino, secretario ejecutivo de la presidencia de la Asociación del Fútbol Argentino, mano derecha de Claudio Tapia, patriarca del fútbol santiagueño y dueño de una cuenta de Twitter que oficia como brazo armado desde la calle Viamonte: "Desde ahora y para siempre cualquier semejanza con hechos reales correrá por vuestra propia imaginación, arrivederci é buona fortuna!! Porque la van a necesitar en este 2025... Promesa!! La Guardia Alta".
La advertencia tiene como destinatario a Mauricio Bonafina, vicepresidente primero del Club Atlético Banfield, que había publicado su bronca en las redes sociales: “Aunque las cosas no salgan, aunque el de negro no quiera o el de Ezeiza no vea, nunca hay que dejar de ser. Este equipo demostró tener sacrificio y huevos. Nunca dejó de ser. ¡¡Vamos banda!! Esto recién comienza. ¡Vamos x más!”.
Dos horas antes, el Taladro había caído en la cancha de Arsenal ante Barracas Central, que hacía de local fuera del estadio Claudio Chiqui Tapia con el hijo de Chiqui Tapia como uno de sus mediocampistas centrales. El amigo Luis Lobo Medina impartió justicia en una tarde que terminó caliente: el combinado de Ariel Broggi reclamaba un offside en el gol de El Guapo y más de un penal no sancionado.
La zaga continuó en la noche platense del 11 de febrero: Sebastián Zunino cobró una mano dentro del área que benefició a Estudiantes, el equipo al cual los conspiranoicos aseguran que desde la entidad madre del fútbol argentino pretenden perjudicar tras su acercamiento a los inversores extranjeros. Lucas Alario transformó su ejecución y Banfield sufrió una derrota inmerecida ante uno de los mejores equipos del país con otra polémica.
El presidente Matías Mariotto salió inmediatamente a defender a su club ante las cámaras: "Evidentemente, esa amenaza que recibió el socio y la socia de Banfield, está siendo ejercida y cumplida. Estamos necesitando esa suerte que nos avisaron que íbamos a necesitar. Y manifiesto mi disconformidad absoluta con lo que está sufriendo nuestra institución. Quiero que sepan que el socio se ha manifestado en las urnas en octubre del año pasado, y evidentemente molesta la transparencia, molesta gobernar de cara al socio, molesta el estado de situación que hemos expuesto, molestan los informes ejemplares que hemos hecho sobre el mercado de pases".
Matías Mariotto, hijo del dirigente peronista Gabriel Mariotto que había sido vicegobernador de Buenos Aires durante la gestión de Daniel Scioli, encabezó la lista Unidad Primero Banfield en las elecciones internas celebradas el 5 de octubre de 2024. Con apenas 26 años hizo historia: sumó el 53.60% de los votos para desbancar al oficialismo que reinaba en el Sur hace doce años de la mano de Eduardo Spinosa, una gestión en la que fue fundamental Papá Mariotto como ladero indispensable y vicepresidente durante su segundo mandato hasta su alejamiento en 2016.
Semanas después de su asunción, la flamante comisión directiva informó el resultado de su auditoría sobre la gestión 2021-2024: Banfield arrastraba una deuda de U$S 13.500.000 y estaba impedido de cobrar los derechos televisivos que la dirigencia anterior había utilizado como adelanto. Mientras los hinchas en redes sociales pedían la expulsión como socio de Spinosa, el ex Tesorero de la AFA y Director General de la Liga Profesional renunciaba al cargo que Tapia le había asignado en el Comité Ejecutivo: "Como ya no soy presidente ni tengo ninguna vinculación formal con esta nueva Comisión Directiva, entiendo que lo mejor es que el Presidente de AFA Elija nuevos colaboradores que estén actualmente en funciones en las instituciones a las cuales representan. Desde ya que siempre voy a estar infinitamente agradecido a Chiqui, Pablo Toviggino y al resto del Comité Ejecutivo".
El fútbol argentino es una joda. La frase es del propio Spinosa, quien la pronunció en 2017: “Es que el fútbol argentino viene de quilombo en quilombo. Tras la muerte de Grondona costó mucho afianzar todas las conducciones. Se armó la Superliga, se desarmó, se armó la Liga... El fútbol argentino está en esa etapa de reordenarse y ojalá lo logre pronto porque necesitamos estar todos juntos para llevar adelante una industria que está en un momento muy difícil”, explicó en Clarín en 2021.
Mariotto, dos días después de su descargo televisado, mostró su arrepentimiento: “Este viernes ante Boca vamos disfrutar una fiesta banfileña a cancha llena para respaldar a nuestro equipo sin agresiones. Pido las disculpas correspondientes por mis declaraciones extralimitadas producto de mi enojo como hincha. Continuaremos trabajando junto a la AFA para seguir haciendo grande al fútbol argentino. ¡Vamos #Banfield!”. Nadie, salvo los protagonistas, tendrán certezas de lo que ocurrió entre la noche caliente del martes 11 y la tarde apacible del jueves 13 de febrero pero cualquier futbolero puede intuirlo.
Con Mariotto sentado en la Asamblea Ordinaria realizada el 17 de octubre de 2024, la Asociación del Fútbol Argentino aprobó la reelección de Tapia y la anulación de los descensos correspondientes a una temporada 2024 en la que Banfield finalizaría anteúltimo, únicamente por encima de Barracas Central en la tabla anual. Solo Talleres, representado por el vicepresidente tercero tras la sanción por dos años que recibió Andrés Fassi después de la eliminación ante Boca por Copa Argentina, se opuso en un sufragio del que se ausentó el Estudiantes de Juan Sebastián Verón. El resto alzó su mano en otra costumbre que nació durante los días de Julio Humberto Grondona.
Talleres le plantó cara a Tapia con la diatriba que Fassi montó en septiembre: “Vos me dijiste ‘Andrés no venís a las reuniones de Comité', yo te respondí que Talleres envía un vicepresidente y un responsable de AFA que ha ido a todas las reuniones que han habido. Te expliqué que en lo personal no iba por dos situaciones: porque muchas veces me encuentro fuera del país; y te expliqué que tampoco iba porque se me hacía una pérdida de tiempo llegar donde está todo totalmente digitado, donde está todo totalmente decidido y donde realmente lo único que hacemos es perder el tiempo”.
Fassi escupió dinamita: apuntó a Federico Beligoy por los arbitrajes sospechados, criticó la organización con treinta equipos en la máxima categoría y disparó contra la credibilidad del fútbol argentino. “Chiqui Tapia, no juegues con Talleres”, avisó mirando a cámara el presidente del Matador que hoy, 6 de marzo de 2025, celebra hasta las lágrimas la conquista de la Supercopa Internacional Mostaza que enfrentó al River campeón del Trofeo de Campeones de 2023 y a la T escolta de la tabla general de la temporada 2023.
Estudiantes está en las antípodas de la conducción actual de la AFA. Su acercamiento a un modelo similar al de las sociedades anónimas deportivas transformó a Juan Sebastián Verón en el enemigo público número uno. “No SIR Pecho Frío !!! Claro, ahora entiendo porque sos Miamense, estás buscando el calorcito que te descongele el cerebro y te genere una nueva idea para engañar al Socio de Estudiantes !!! Los clubes son de los socios”, le pegó Toviggino desde sus redes. Es el nuevo Rey Midas: además de elevar exponencialmente al fútbol santiagueño que celebrará el inminente debut de Central Córdoba en la Copa Libertadores, Toviggino es un gran twittero.
No hay discusión: Verón es uno de los mejores dirigentes del fútbol argentino. Lo avalan sus obras en el club y también los títulos. No siempre lo futbolístico acompaña lo social pero la Brujita, héroe como jugador y ahora como presidente, consiguió conjugar las dos facetas. El Pincha forjó un gran plantel y conquistó tres trofeos en los últimos dos años pero Verón está convencido de que su modelo está agotado y que la única posibilidad para que un club tetracampeón de América crezca es mediante la sumisión a los capitales extranjeros.
Ante la necesidad apareció el nombre de Foster Gillett, un empresario estadounidense de dudosos antecedentes que fue acercado por Guillermo Tofoni. Aquella iniciativa que parecía encaminarse a una aprobación mayoritaria en la asamblea de socios pincharrata se fue erosionando hasta la incertidumbre actual, responsabilidad directa de las desprolijidades del multimillonario benefactor.
“Esto es un proyecto mío. Si no sale, me llevará puesto a mí. El club, como está hoy, no tiene más para crecer. Si no hay acuerdo, yo no tengo ganas de seguir renegando, porque en junio tendríamos que vender a todo un plantel y traer otro. Es esa la realidad. Pretendo y quiero algo más grande”, amenazó Verón en Radio Provincia y condicionó la decisión del socio: si no es Gillett, y no es ahora, el Pincha podría perder a uno de los mejores presidentes de su historia.
De una u otra vereda, el fútbol argentino naturalizó los métodos extorsivos de sus propios dirigentes. Mientras tanto, puertas adentro se libra una batalla que se nutre de pocos argumentos ideológicos: más que un debate sincero alrededor de los modelos de gestión, desde la periferia se percibe una discusión por el control de un negocio multimillonario. Es una pugna con aroma a ficción entre los que enarbolan la defensa de los clubes de los socios pero alimentan el crecimiento exponencial de equipos apadrinados por mecenas.
Pero así está el fútbol argentino: los hinchas perdieron relevancia en la vida política de sus clubes y fueron expulsados de las tribunas, los premios para los campeones son miserables, no hay visitantes, la primera división está plagada de clubes que ascienden a la velocidad de la luz sin muchos argumentos futbolísticos pero con demasiadas polémicas, el arbitraje está sospechado y las barras silencian el reclamo genuino de los socios. Encima, los rebeldes presentan como salvación a inversores ridículos que incumplen sus promesas con pases que se caen y fraudes millonarios.
La guerra se da en las redes: en AFA no hay desertores y todos levantan la mano. "El fútbol somos nosotros, señores", advirtió Tapia para clausurar la última asamblea sobre la tarde porteña de octubre. Pobre fútbol.
No sé si estoy de acuerdo con la frase que los hinchas perdieron relevancia en la vida política de los clubes, pero me dejó pensando.
Sí creo que es un entorno cada vez más hostil en lugar de construcción de identidad colectiva, donde se avanza con una polarización extrema de amigo-enemigo y llena de descalificaciones donde todo vale (un mal de época), en lugar de un ámbito de encuentro.