Luis Enrique y la verdad de los triunfos
Más allá de la goleada, del proyecto qatarí y su paso demoledor, el triunfo lleva la marca de un entrenador singular, complejo y humano: Luis Enrique, que ya ganó lo que no se mide en medallas.
El impactante Allianz Arena de Munich fue testigo de la diferencia más abultada en la historia de las finales en las grandes competencias europeas: el PSG borró de la cancha al Inter y lo goleó 5-0 para conseguir su primera Champions League. De la mano del entrenador español Luis Enrique, llegó el ansiado trofeo que buscaba casi con desesperación desde la llegada de los capitales qataríes al comando del club parisino.
El mundo fútbol -sería injusto abarcar a todo el mundo- se rindió a los pies de una actuación fenomenal en una instancia clave. De esas que no abundan en la memoria de los futboleros. Todavía sorprende la diferencia de rendimientos entre la selección de Argentina y la de Francia en aquel primer tiempo de la final del mundo en Qatar. Aquí, en la Champions, el PSG se encargó de sostener de principio a fin una distancia abrumadora con su rival, sin quitar el pie del acelerador y con la sensación de que la cuenta podría haber sido aún mayor.
Obviamente, la era de la inmediatez y de la exageración no se quedaría de brazos cruzados ante semejante gesta. Si bien en este espacio ya destacamos la evolución del Paris Saint-Germain durante la temporada, marcando algunos rasgos que podían depositar a este gran equipo como un serio competidor al título, hoy tomaremos cualquier tipo de calificativo con precaución.
Luis Enrique nació 55 años atrás en Gijón, de carácter fuerte y decidido, sus inicios cómo futbolista profesional no fueron sencillos: “"En mi época en el Sporting, de niño, tuve dos o tres años que no jugué casi nada porque era muy delgado y no tenía fuerza”, contaba en una entrevista pre Mundial 2022. Luego vendrían cinco años y tres títulos con el Real Madrid y el inmediato cruce de vereda para jugar en el Barcelona durante ocho temporadas en las que levantó siete títulos. Obviamente, eso acompañado de activa participación con la selección española integrando tres planteles mundialistas.
Con la coronación en Munich se metió en la historia grande la Champions: es uno de los siete técnicos que ganó la competición con dos equipos diferentes. La lista la integran Ancelotti, Guardiola, Happel, Hitzfeld, Mourinho y Heynckes. A paso arrollador, también obtuvo el triplete al ganar la Ligue 1 y la Copa de Francia, reconocimiento que tenían el mismo Luis Enrique con Barcelona, Guardiola (Barcelona-Manchester City) y Mourinho (Inter).
El PSG recibió con buenos ojos la inversión qatarí para posicionarse como el gran equipo a batir en Francia durante los últimos 15 años. Con eso le alcanzo para convertirse en el más ganador del fútbol galo, pero el objetivo mayor era la ansiada Champions. Lavezzi, Verratti, Pastore, Ibrahimović, Cavani, Neymar, Mbappé, Navas, Di María y hasta el propio Lionel Messi fueron algunas de las grandes estrellas por la que desembolsó cifras astronómicas en busca de aquel sueño. Solamente esta temporada el club gastó 240 millones de euros en cinco fichajes, pero Nasser Al-Khelaïfi logró la foto que quería: él levantando la orejona con todo el plantel detrás.
"Tengo claro que seremos mejores el año que viene porque el hecho de tener a un jugador que se mueve por donde quiere implica situaciones de juego que yo no controlo. El año que viene las voy a controlas todas, todas... sin excepción". Eso decía el entrenador a fines de la temporada pasada tras la partida de la gran estrella Kylian Mbappé al Real Madrid. Con los resultados a la vista, la salida de la figura estelar del plantel se convirtió en un punto clave de la exitosa campaña. Y acá comenzaremos con el primero de los peros: independientemente del resultado y la fantástica demostración en la final de la UCL, el andar del PSG fue ascendente durante toda la campaña. Traducción: no se puede juzgar simplemente por el resultado final.
Y aquí vamos por el camino de la mesura. En materia de análisis detallado, en la temporada inaugural del formato Fase de Liga en la Champions League, los parisinos terminaron en el 15° lugar. Incluso, hilando más fino, quedando a dos puntos de la zona de los empatados para ingresar al playoff final. Sin embargo, aquel partido de visitante con todo (o mucho) en juego ante el Stuttgart en Alemania fue la primera gran muestra de carácter para un equipo que necesitaba de ese tipo de exigencias ya sin la cobija de su gran estrella.
Las cinco derrotas a lo largo de la competición posicionan al PSG como el segundo equipo que pierde esa cantidad de duelos y luego termina levantando la orejona. El otro fue Milan, en 2003, perdiendo un partido en la fase de clasificación, dos en la primera fase de grupos y otros dos en la segunda. El formato era diferente. Son números que decoran, pero poco importan a la hora de celebrar un resultado positivo.
En esto de celebrar, en el fútbol argentino Platense se consagró campeón de la primera división por primera vez en su historia. Fue un día después de la gesta del PSG. Ambos lo hicieron demostrando su mejor versión, aplicando las herramientas en las que confiaron cuerpos técnicos y planteles. Por caso, en los partidos del conjunto Calamar en todo 2025 nunca un equipo logró marcar más de dos goles: ni Platense ni el rival. Traigan copas, que libros sobran.
Posterior a la consagración, en la ronda de entrevistas en el campo de juego, Luis Enrique se acercó al set de Movistar Plus y lanzó: "Vengo por Mónica (Marchante), ya lo sabéis todos. Por ti (Álvaro Benito), menos. Y por ti (Susana Guasch), poco". La periodista apuntada por el coach había sido la responsable de entrevistarlo en la previa y el post de los partidos de Champions en su última temporada en el Barcelona nueve años atrás, terminando con una relación fría y tirante. La cronista manifestó luego en varios medios su descontento ante la actitud del entrenador, argumento que fue un escarnio público hacia su figura.
Libertades indiscutibles para actuar con la decisión y responsabilidad sobre propias acciones, la situación con la periodista o la declaración sobre Mbappé parecen tener la validación antagónica ante el romanticismo que puede suponer la propuesta futbolística en un campo de un equipo como el PSG: el resultado. Y en la era de la inmediatez, el endiosamiento es inmediato, pero también el olvido. “Twitch Enrique” era el leitmotiv que pululaba en redes sociales y crónicas periodísticas tras la eliminación de España del Mundial de Qatar. Fue hace nada. Y según cuentan había hecho todo mal: el armado del plantel, el parado del equipo, las licencias en cargas de entrenamientos, su tiempo de ocio ocupado en redes sociales. En fin, tal vez ganar la tanda de penales ante Marruecos habría echado por tierra todo lo anterior.
Sin ir más lejos, el DT ya anticipó que, de cara al Mundial de Clubes, la clave estará en el descanso que le pueda otorgar a sus jugadores, remarcando que fue post fiestas el plantel que más tiempo tardó en regresar a los entrenamientos en los inicios de 2025. Es cierto, ahora cuenta con la manta del resultado positivo, en el que todo se permite y abundan los aplaudidores de turno.
Frank Kudelka es el entrenador de Huracán. El equipo de Parque Patricios acaba de perder la definición de la Liga Profesional ante Platense. En la premiación, recibe la medalla de subcampeón y la besa. La imagen no tarda en hacerse viral. Es más, el DT va a la conferencia de prensa con la medalla y explica que "vengo con esta medalla por el agradecimiento que tengo por haber llegado hasta acá, y el valor que le doy a mi equipo por haber llegado hasta acá ". Y amplió su reflexión: "Lo que pasa es que quiero separar lo que es coronar de triunfar. Hoy nosotros no coronamos, pero sí triunfamos. Los demás lo verán de otra manera”. Al Inter, en su regreso a Milano, lo esperaba un solo hincha en el aeropuerto. "Soy el único idiota aquí, pero aún así merecen un aplauso", dijo el aficionado llamado Marco a la Gazzetta.
Luis Enrique puede tener sus dos caras, como todos. Del punzante y hábil declarante al genio estratega que recibe la bendición de los resultados positivos y así. Pero para triunfos está la vida. Y allí el debate se achica. El 29 de agosto de 2019 Xana, su hija de 9 años, falleció tras batallar contra un cáncer. ¿Puede existir peor dolor que la muerte de un hijo? Lejos estamos de querer experimentar esa terrible situación para tener argumentos más solidos en la respuesta, pero quienes atravesaron ese cruel escenario no dudan en afirmar que es así. Los hinchas del PSG desplegaron un tifo tras la consagración en Munich, emulando una recordada foto de Luis Enrique con su hija plantando la bandera del Barcelona tiempo atrás.
“Xana está con la familia y con todos sus amigos todos los días. Se gane, se pierda, se levante uno de mal o buen humor, cuando uno ama a personas desde el corazón siempre está conmigo y mi familia”, decía Luis Enrique en pleno fragor de la conquista europea. Sobre verdades, en estas cuestiones de éxitos y fracasos, triunfos y derrotas, dioses y diablos, resultados positivos y negativos, no parece necesario que los sabelotodo de sofá le cuelguen o saquen una medalla más a quién, a su manera, ya ganó.
A nadie debería sorprenderlo que en los análisis de la selección de España empiece a figurar Luis Enrique como el que sentó las bases de esta nueva España ganadora, enterrando también a Twitch Enrique. Porque para el que juzga según el resultado, no hay contradicción alguna en pasar de un extremo a otro. Pero tampoco hay comprensión.